Martín Bidegaray
Miguel Galuccio, CEO de YPF, es un cultor de la elegancia y los buenos modales públicos. Sonrisa infalible, gestos cuidados, una aparente cordialidad en su trato. El ejecutivo, como otros funcionarios, dilucida si se trata del último mes en su cargo, que ocupa desde mayo de 2012.
Mientras tanto, está viviendo ataques tanto de sus ex acólitos como de otros actores que nunca lo elogiaron. El jueves, en un almuerzo empresario, Sergio Massa cuestionó la “transparencia” en la gestión de YPF. “Estoy convencido que eficiencia es prima hermana de transparencia. No alcanza con decir que un funcionario es eficiente, sino que además de ser eficiente debe ser transparente”, dijo. Las palabras de Massa provocaron preocupación en YPF. A diferencia de Macri y Scioli, que alguna vez elogiaron a Galuccio, Massa siempre lo cuestionó.
Galuccio se venía preparando para un triunfo de Scioli. En ese caso, imaginaba como interlocutor a Jorge Sapag, eventual ministro de Energía del gobernador bonaerense, o Diego Bossio, próximo titular de Planificación. Sapag y Galuccio mantienen las formas en público. Sin embargo, el neuquino todavía guarda enojo con Galuccio por la ley de Hidrocarburos, aprobada el año pasado. Esa legislación, promovida por Galuccio, no fue consultada con Sapag, según el entorno del neuquino. El diálogo entre el líder del Movimiento Popular Neuquino y Galuccio quedó dañado.
Con Bossio, Galuccio se lleva mejor. Pero, ahora, busca acercarse a otro referente: Juan José Aranguren. El ex número uno de Shell en el país está al frente del equipo energético de Mauricio Macri. La visión de Aranguren sobre YPF es de roles más claros: no cree que el ministro de Economía, que decide sobre la política energética, deba ser también director de YPF. “Es el caso de (Axel) Kicillof, es juez y parte, eso no es ético”, dijo.
Kicillof, que es jefe de Galuccio hasta el próximo 10 de diciembre, es otro de los disgustados con Galuccio. Alguna disidencia hubo entre ellos por el intento de compra de los activos de Petrobras en el país por parte de YPF. Doris Capurro, vicepresidente de YPF, asesoró en más de una ocasión a Mariana Matranga, secretaria de Energía, que no firma nada sin el aval previo de Kicillof.
Las desavenencias entre Galuccio y Capurro se hicieron públicas en septiembre, cuando YPF envió un comunicado desmintiendo que Galuccio hubiese ordenado la remoción de Capurro. Sin embargo, cuando Massa habló de “eficiencia y transparencia”, puso el dedo en la llaga sobre esos desacuerdos que llevan varios meses.