Dos objetivos explícitos tiene Estados Unidos con el Acuerdo de Asociación Transpacífico (Trans-Pacific Partnership, TPP), aprobado hace unos días por la administración Barack Obama y los gobiernos de los otros once socios. El primer objetivo estadounidense es establecer en esos 12 países -que incluyen a Chile, México y Perú por América Latina, pero también a naciones tan disímiles como Canadá, Japón, Nueva Zelanda y Vietnam- un régimen comercial y regulatorio común, muy parecido al que tiene hoy el propio Estados Unidos. El segundo objetivo es vender más productos y servicios estadounidenses a ese mercado común de 800 millones de personas y un PIB que equivale al 40% de la economía mundial.
Y ambos objetivos explícitos tienen un sólo objetivo común: frenar el avance de China en la cuenca del Océano Pacífico, su zona de influencia natural. Ese objetivo, más estratégico y central, nace de consideraciones más geopolíticas que comerciales. El TPP puede incluso ser visto como una de las herramientas que está construyendo Estados Unidos para conservar la hegemonía mundial que hoy tiene, y que se ve amenazada por el ascenso chino.
No es extraño entonces que la controversia en torno al TPP no se refiera a la reducción de aranceles, subsidios agrícolas o cuotas de importación, sino a temas como la propiedad intelectual, la normativa ambiental, los estándares regulatorios y la protección al inversionista extranjero.
El acuerdo más grande de la historia, que debe ser ratificado por los parlamentos de los doce países miembros antes de entrar en vigencia, desmantela miles de aranceles que hoy gravan a productos estadounidenses que ingresan principalmente en Asia y también elimina numerosos aranceles que los productos asiáticos deben pagar para entrar al mercado estadounidense. Cada uno de los socios del TPP gana acceso libre de impuestos a los mercados de los once socios restantes y puede comprar de ellos a precios más baratos. Y como quedan fuera del acuerdo los productos que son subsidiados en alguno de los países socios, el beneficio es claro para todos los firmantes.
Beneficioso será, pero marginal. Casi todos los países del mundo han bajado sus aranceles en los últimos años y muchos además tienen acuerdos de libre comercio con sus principales proveedores y compradores, de modo que eliminar aranceles tendrá un impacto muy menor. El impacto grande -y la controversia- vendrá con la unificación normativa y regulatoria, que es además lo más importante del acuerdo. Esa unificación de estándares normativos convierte al TPP en un profundo acuerdo de integración económica similar a la Unión Europea.
Algunas de las reformas regulatorias son bienvenidas por todos, como el establecimiento para los doce países firmantes de los estándares laborales establecidos por la Organización Internacional del Trabajo. El acuerdo también limita la facultad de los gobiernos de restringir el libre flujo de información en internet y establece normas adecuadas de protección ambiental.
Hasta ahí llega el consenso. El TPP impone normas de protección de la propiedad intelectual demasiado estrictas. Algunos medicamentos, por ejemplo, tienen doce años de protección en Estados Unidos, y en los otros socios del TPP esa protección va de cero a ocho años. Estados Unidos intentó imponer los doce años a todos sus socios y finalmente tuvo que conformarse con una protección de cinco a ocho años vigente en los doce países. En el momento en que entre en vigencia el TPP, subirán los precios de esos medicamentos en los once países socios de Estados Unidos.
El punto más controvertido del acuerdo es el que da a las empresas extranjeras protección legal contra los gobiernos que las han tratado injustamente, con acciones que incluyen la expropiación, hasta acciones discriminatorias para favorecer a una competidora local. Esta provisión incluye la facultad de que las empresas se querellen contra un gobierno que las ha tratado injustamente. Esto va a regir en todos los países miembros, de modo que protegerá a una multinacional chilena, mexicana o peruana establecida en Estados Unidos. Pero el número de multinacionales latinoamericanas o incluso asiáticas operando en Estados Unidos es abrumadoramente menor que el número de empresas estadounidenses presentes en cualquiera de los demás países socios.
Es verdad que esta provisión especial se ha estado usando en acuerdos de libre comercio desde hace décadas. Canadá, por ejemplo, perdió un juicio por una querella de una empresa minera a la cual el gobierno le había negado un permiso de explotación minera aduciendo causas ambientales. La texana Occidental Petroleum se querelló contra Ecuador luego de que el país le anulara un contrato de explotación y la corte, en 2012, dictaminó que Ecuador debía pagarle a la empresa US$1.800 millones. A fines de los años 90, la francesa Vivendi se querelló con éxito contra la provincia argentina de Tucumán por impedirle subir las tarifas de agua potable. El tribunal le impuso una multa de US$100 millones a la provincia argentina. Y Uruguay enfrenta una querella de Philip Morris por haber promulgado una legislación antitabaco muy estricta que, según Philip Morris, la daña.
El principal tribunal que ve estos diferendos es una repartición del Banco Mundial, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI). También son competentes en estas disputas la Corte Internacional de Justicia de La Haya y organismos similares en Londres, París y Hong Kong.
La última gran crítica que tiene el TPP es que su texto es clasificado y no se desclasificará hasta que hayan pasado cuatro años desde la entrada en vigencia del acuerdo. Puede ser razonable el argumento de que divulgar un texto tan complejo iba a convertir la discusión en centenares de controversias que dificultarían primero su firma y luego su ratificación por los parlamentos. Pero el secreto del texto, y la divulgación que ha hecho WikiLeaks de extractos de su contenido, han suscitado la sospecha de que si es secreto es porque algo quiere ocultar.
Estados Unidos quiere que el TPP lo ayude a mantener su posición como la mayor potencia del mundo. Japón lo que quiere es un acuerdo internacional que le permita hacer las reformas estructurales que el gobierno necesita y quiere hacer, pero no puede por motivos políticos. Los países latinoamericanos y asiáticos quieren acceso a un promisorio mercado común, y, también, ser parte del segundo proyecto de integración regional después de la Unión Europea. Aunque la Europa de hoy no sea la mejor publicidad para promocionar el TPP.
El texto completo del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés) concluido entre 12 países en octubre para crear la mayor zona de libre comercio del mundo fue divulgado este jueves.
Los integrantes del TPP se comprometieron a no llevar a cabo una guerra de monedas con el fin de evitar las "devaluaciones competitivas", según una declaración conjunta publicada este jueves.
"Cada país se abstendrá de toda devaluación competitiva", se lee en el documento publicado el mismo día que el texto del tratado comercial.
Los estados firmantes se comprometen a "evitar manipular las tasas de cambio (...) para obtener una ventaja competitiva desleal", se añade en el documento.
Los países tendrán la obligación de hacer públicas sus intervenciones en los mercados de cambio "al menos cada trimestre", indica.
La declaración conjunta respecto de políticas macroeconómicas y de tipo de cambio complementará y estrechará la relación económica en la región, expuso la Secretaría de Hacienda.
En el caso de México, los textos en inglés se encuentran en el sitio de la Secretaría de Economía.
“La negociación del TPP se llevó a cabo en idioma inglés, motivo por el cual los textos que se hacen públicos inicialmente se encuentran en ese idioma. La versión en español de los mismos se dará a conocer dentro de las próximas 48 horas”, según un comunicado de la dependencia divulgado a las 07:30 de la mañana.
La secretaría agregó que una vez concluidos los procesos de revisión legal en todos los idiomas, el tratado será firmado y, conforme a los procedimientos internos de México, se pondrá a consideración del Senado para que en su caso sea aprobado.
El miércoles, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, afirmó que si México no hubiera negociado el TPP el país hubiera sido “goleado” los países asiáticos.
“Habernos quedado afuera representaría no haber tenido la pluma en la mano para diseñar los capítulos que iban a definir las nuevas reglas del comercio, hubiera representado dejar la portería abierta para que nos golearan los países asiáticos en la penetración del mercado norteamericano”, apuntó ante comisiones del Senado.
El funcionario detalló que el acuerdo representa que la economía mexicana tenga acceso a seis nuevos mercados con un alcance de 155 millones de consumidores potenciales.
El acuerdo reúne a Estados Unidos, México, Chile, Perú, Australia, Brunéi, Canadá, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam. Estos 12 países representan el 40% de la economía mundial, pero no incluye a China, que permaneció al margen de las negociaciones.
Estos son los 30 capítulos: Disposiciones Iniciales y Definiciones Generales, Trato Nacional y Acceso de Bienes al Mercado, Reglas de Origen y Procedimientos Relacionados con el Origen, Textiles y Vestido, Administración Aduanera y Facilitación al Comercio, Remedios Comerciales, Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, Obstáculos Técnicos al Comercio, Inversión, Comercio Transfronterizo de Servicios, Servicios Financieros, Entrada Temporal de Personas de Negocios y Telecomunicaciones.
Además, Comercio Electrónico, Compras del Sector Público, Política de Competencia, Empresas Propiedad del Estado, Propiedad Intelectual, Trabajo, Medio Ambiente, Cooperación y Desarrollo de Capacidades, Competitividad y Facilitación de Negocios, Desarrollo, Pequeñas y Medianas Empresas, Coherencia Regulatoria, Transparencia y Anticorrupción, Disposiciones Administrativas e Institucionales, Solución de Diferencias, Excepciones y Disposiciones finales.
El acuerdo, alcanzado después de cinco años de negociaciones arduas, todavía debe ser firmado y ratificado por los países y esto podría complicarse en algunos casos, empezando por el de Estados Unidos, donde deberá superar el escepticismo del Congreso.
Numerosas ONG cuestionaron el secretismo que rodeó las negociaciones y otras voces se alzaron para criticar un pacto que debe ser aprobado como un todo, sin posibilidad de modificar cláusulas.
Analistas y críticos se absorberán ahora en la lectura de los 30 capítulos.
"Ya no habrá más espacio para las medias verdades, las conjeturas o las filtraciones interesadas sobre lo que contiene o no contiene el acuerdo", afirmó Deborah Elms, directora ejecutiva de Asian Trade Center, una consultora con sede en Singapur.
Así y todo, "llevará tiempo y esfuerzos para los individuos y las compañías entender el acuerdo en su totalidad y las implicaciones que tendrá para cada sector o industria", agregó.
El TPP abarca tópicos que van de la protección de la propiedad intelectual hasta el manejo de disputas con inversionistas extranjeros para hacerles cumplir los derechos laborales, así como una serie de acuerdos anexos relativos a recortes arancelarios específicos entre los miembros.
Los textos serán escrutados igualmente por quienes siguen las actuales negociaciones de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos.
La publicación del acuerdo "marca un hito pero también puede poner a la defensiva a varios gobiernos, afirmaron observadores.
Estados Unidos y Japón, las principales economías del TPP, batallaron durante mucho tiempo para encontrar un terreno de entendimiento en temas cruciales, como el acceso de repuestos automovilísticos a Estados Unidos o la reducción de los aranceles agrícolas por parte de Tokio, que enfrentaba una férrea resistencia de sus agricultores a las negociaciones.
En Canadá, los pequeños productores lácteos bloquearon el Parlamento en Ottawa para expresar su oposición a la apertura del sector.
Un mes después del fin de las negociaciones del Acuerdo Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), los 12 países firmantes publican los textos de negociación trabajados a puerta cerrada durante los últimos cinco años.
Los textos, publicados en inglés, confirman los contenidos de las sucesivas filtraciones de los capítulos de Inversiones, Propiedad Intelectual y Transparencia, entre otros, realizadas por WikiLeaks y que advertían de disposiciones que perjudicarán el acceso a fármacos, la libertad en internet y la soberanía nacional de países en desarrollo debido al fortalecimiento de los tribunales de arbitraje inversionista-Estado.
El Ministerio de Comercio Exterior (Mincetur) informó que los textos publicados ayer, que suman más de 2,000 páginas, se encuentran en un proceso de revisión legal por parte de los equipos de los 12 países. También que la versión final de este acuerdo será suscrita por los firmantes "hacia los primeros meses de 2016".
El texto del capítulo de Propiedad Intelectual confirma que nuestro país adoptó 5 años de protección de datos de prueba a productos biológicos, entre los que se encuentran fármacos de última generación para el cáncer. Pero también que este plazo de exclusividad en el mercado podría ampliarse "a través de otras medidas" y "reconociendo que determinadas circunstancias del mercado pueden contribuir a la protección" (Art. 18.52.b). Es decir, que nuestro país podría llegar a través de estas no reglamentadas medidas a otorgar hasta 8 años de protección a estos fármacos.
El texto también confirma la ampliación de patentes de fármacos por demoras "no razonables" en su aprobación por parte de la autoridad regulatoria, junto a otras modalidades que obligan al Perú a pedir una excepción a la Comunidad Andina (CAN).
Frente a las confirmadas disposiciones que podrían afectar el acceso a fármacos genéricos y biosimilares más baratos, organizaciones como Acción Internacional para la Salud han comenzado a trabajar adendas para modificar aquellos contenidos que cruzan las líneas rojas en salud del TLC con Estados Unidos. Estas adendas serán entregadas al Congreso de la República, que deberá votar este acuerdo en 2016.
Los 30 capítulos negociados en el TPP, que incluyen asuntos desde laborales hasta medioambientales pasando por regulaciones especiales para los textiles y las pequeñas y medianas empresas (Pymes), entre muchos otros, están disponibles desde ayer en la web del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo: www.acuerdoscomerciales.gob.pe.
La República analizará durante los próximos días los contenidos y las implicancias para nuestro país de este mega acuerdo comercial que preocupa a la sociedad civil de los 12 países firmantes.
La Organización Public Citizen (EEUU) en un primer análisis de los textos difundidos, califica los contenidos del TPP difundidos ayer como "peor de lo que esperábamos".
Esta organización, en un primer análisis, sostiene que el TPP incrementa los riesgos medioambientales, socava el acceso a fármacos de países en desarrollo por el aumento de medidas de protección de propiedad intelectual y expande la lista de políticas nacionales susceptibles de ser sujetas a demandas en los tribunales inversionista-Estado.