Cristina Kirchner asumió ayer el liderazgo de la campaña y se metió de lleno a plantear que el 22 de noviembre se plebiscita su propio proyecto político. Es ella contra Mauricio Macri.
Con Daniel Scioli ausente en el primer acto de la Presidenta tras las elecciones, el oficialismo ensayó un nuevo plan para intentar dejar atrás las diferencias internas y, aunque resultó ambigua hacia su candidato, Cristina se puso al frente de la campaña electoral con una estrategia a dos bandas: ella marcará las diferencias de modelos con Macri, mientras Scioli presentará las políticas a futuro.
"Pido la reflexión de la ciudadanía porque esto no significa sólo que va a haber un nuevo presidente"
"Esta vez no va a haber frustración. Vamos a ir al ballottage porque somos una fuerza política democrática", avisó. Dijo que le causaba "un poco de extrañeza" la merma de votos que había sufrido el kirchnerismo desde 2007 y recordó, para quien quisiera hacerse cargo de su mensaje, el 45 por ciento que había sacado en su primera elección presidencial hasta el 55 de 2011. "Pido la reflexión de la ciudadanía porque esto no significa sólo que va a haber un nuevo presidente. Es un presidente que representa un modelo y las políticas de un país", apuntó.
La ausencia de Scioli en la Casa Rosada no ayudó a disipar las dudas sobre su relación con la Presidenta, pero tanto en el comando de campaña del gobernador como en la Casa Rosada coincidían en explicar que se trataba de un acuerdo entre ambos.
Ayer quedó demostrado que son una alianza integrada por dos sectores bien distintos que tienen un mismo objetivo: ganar. Cristina se rodeó de sus incondicionales. No invitó a los gobernadores, que se mostraron por la mañana con Scioli en Tucumán, ni tampoco había funcionarios del riñón del candidato, como Diego Bossio.
Antes del acto, el gobernador mismo se había encargado de desmentir tensiones y contó que había hablado la noche anterior con la Presidenta.
La Casa Rosada fue ayer el templo de adoración de Cristina. La militancia desbordó los salones internos y apareció Máximo Kirchner,por primera vez, acompañando a la Presidenta desde los balcones internos. En ese ritual de los actos cristinistas, ella eligió mostrarse con lo propio, de Carlos Zannini a Axel Kicillof ; de Alicia Kirchner aAníbal Fernández.
En la primera fila de invitados ubicó a la legión de intendentes que ganaron en el conurbano bonaerense, como Juan Zabaleta y Ariel Sujarchuck. La conducción de La Cámpora, por supuesto, estaba completa.
La Presidenta arrancó su discurso reivindicando el sistema electoral de boleta tradicional y dijo que el día que se aplicara el voto electrónico se negaría a ir a votar. Como gesto de distensión, no usó la cadena nacional y felicitó a María Eugenia Vidal,así, nombrándola, con una generosidad que pocas veces aplica hacia la oposición. Hasta pidió aplausos. "Quiero felicitarla y no quiero escuchar una sola palabra salvo que sea de aprobación", retó de antemano a la militancia. Eso sí: no pudo aguantársela y recordó que su esposo, Ramiro Tagliaferro, había ganado en Morón, para defenderse de las críticas que le hacían a ella por sus familiares candidatos.
Para Macri también tuvo palabras cálidas, aunque sólo en el plano personal. "Tengo respeto por el otro candidato, es simpático y agradable y le gusta como a mí bailar en los actos", se comparó, pero pidió no distraerse con globos y discutir sobre las políticas.
Como quien baja la línea central de la campaña, Cristina pidió predicadores que militen por el triunfo, más allá de las diferencias con Scioli, que no ocultó. "Somos distintos dentro de nuestra propia fuerza, pero somos una fuerza política que está dispuesta a llevar adelante estas políticas que han permitido que millones de pobres dejen de serlo."
Con una ambigüedad arriesgada, Cristina despegó a Scioli de sus opiniones y de su entorno, al punto de que en ningún momento se refirió a él por su nombre. Pero al mismo tiempo se embanderó detrás del candidato que se juega el futuro del kirchnerismo en el ballottage.
"Piensen, independiente de mi cara o la del candidato de nuestra fuerza, quién es el que puede continuar con esto", reclamó, y en un tiro por elevación a los propios llamó "mediocres que dicen pavadas" a quienes cuestionaron al gobernador.
En la contraposición de modelos con la que hará su propia campaña, Cristina repasó las leyes que el macrismo votó en contra, como la estatización de YPF, la fertilización asistida o el matrimonio igualitario. Justamente en esa norma puntualizó. "Hoy escuchaba que [ Gabriela Michetti] se había arrepentido... La vida de cuánta gente seguiría siendo infeliz", asestó.
En un intento de marcar inconsistencias en Pro, pidió que en el próximo debate presidencial Scioli recordara cómo votó el jefe de gobierno porteño las políticas que ahora defiende.
Pero las contradicciones internas también le jugaron una mala pasada a Cristina. El mismo día en el que el gobernador anunció que aplicaría el 82 por ciento móvil para las jubilaciones mínimas, la Presidenta advertía que "los argentinos no comen vidrio", justamente en referencia a esa histórica promesa de campaña.
Después del pedido de Fernando "Chino" Navarro y de Diana Conti, dos exponentes del kirchnerismo duro, de que deje de hacer campaña en los estudios de televisión y camine la provincia, Daniel Scioli sigue eligiendo la TV para captar los votos necesarios que le permitan ganar el balotaje del 22 de noviembre. Anoche, el candidato del FpV estuvo con Alejandro Fantino y como principal estrategia apuntó contra su rival, Mauricio Macri.
"Cambiemos es la Alianza reciclada, versión 2015. Yo aprendí que las cosas que se hacen en contra, no pueden salir a flote. Tienen la misma agenda económica que la Alianza. Salieron a hablar de ajuste, dijeron que iban a sacar los subsidios, que iban a dejar el tipo de cambio librado al mercado, lanzó, y agregó: "Cuando los resultados fueron desfavorables, criticaron el sistema. Cuando les fue bien, no. Lo bueno del ballotage es el cara a cara, es una gran final. Es otra elección".
El acto de Cristina
"¿Qué represento yo? La continuidad con cambios verdaderos, no las chantadas que estoy escuchando. Nuestro espacio político se nutre de la diversidad, yo soy peronista e integro el Frente para la Victoria desde sus bases fundacionales. El FpV trajo la doctrina peronista a nuestro tiempo", continuó el gobernador de Buenos Aires, quien ayer no estuvo en el acto que encabezó Cristina Fernández en Casa Rosada.
Justamente, Fantino le preguntó qué opinaba de que la presidenta no lo haya nombrado en el acto de reaparición tras los comicios. Ante esto, dijo: "Cristina hizo algo mucho más importante que nombrarme, convocó a la militancia, convocó a que no haya disputas internas. Habló todo el tiempo con Cristina Kirchner. Hable anoche por teléfono, conversamos sobre los nuevos nombres propuestos para la Corte Suprema.¿Qué mayor gesto de confianza que encabezar la lista del FpV?".
Los votos de Massa
"Los votantes de Sergio Massa ya estuvieron dentro de nuestro espacio cuando llegamos al 55%, la culpa no la tiene el votante, nosotros tenemos que ver lo que hay que mejorar para estar cerca de ellos. Esos votantes están lejos de lo que representa la Alianza, son peronistas, muchos son jubilados, hay preocupación por el avance de la droga. Es cuestión de dar respuestas y llevar soluciones", analizó, en referencia a los 5,2 millones de personas que votaron a UNA.
Además, agregó: "Yo no quiero que los votantes de Massa coincidan conmigo, les digo que me comprometo a acercarme a sus expectativas, a las soluciones que quieren. Están muy lejos de Macri".