No se metan con mi hijo. Tal parece ser la consigna del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, que según medios brasileños se molestó nada menos que con su heredera, Dilma Rousseff, por no haber impedido que la policía allanara las oficinas de su hijo en San Pablo por un millonario caso de sobornos.
El diario Valor Económico publicó ayer que Lula está "molesto" e "indignado" con el gobierno luego de que la Policía Federal allanó anteayer las oficinas de su hijo Luis Claudio. Lula "responsabilizó a su sucesora por la iniciativa y destacó que se dice cada vez más convencido de que ella permite investigaciones contra él para preservarse", señaló la publicación.
Y agregó que, según aliados de Lula, "está tan irritado que acusa a Dilma de destruir su legado para construir la imagen de la presidenta que combatió la corrupción".
Pero el problema no es sólo Dilma. Sectores afines a Lula en el Partido de los Trabajadores (PT) venían presionando desde hace tiempo, al multiplicarse los enredos judiciales del ex presidente y su entorno familiar, por el reemplazo del ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo.
Todo por remontar una imagen golpeada por la crisis económica y política que enfrenta Brasil, con Dilma en niveles mínimos de aceptación y el país en recesión, y por el gigantesco escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, que se desplegó a toda vela durante sus dos mandatos de gobierno (2003-2010).
Una encuesta del Instituto Ibope mostró anteayer que el porcentaje de votantes que de ninguna manera votaría a Lula para un eventual regreso al poder subió del 33% en mayo pasado al 55% este mes. Su popularidad, en tanto, cayó del 87% que tenía al entregar la presidencia, en 2011, al 23% este mes.
Lo que terminó de poner al ex presidente fuera de sí fue el operativo policial de anteayer en la sede de la empresa LFT Marketing Esportivo, de su hijo Luis Claudio, bajo sospecha de haber sido usada para recibir sobornos a cambio de ejercer influencia en el gobierno de Lula, en 2009, para que promulgara una ley sobre beneficios fiscales a la industria automotriz.
También se encuentra bajo investigación por el mismo caso el ex jefe de gabinete de Lula Gilberto Carvalho, uno de sus colaboradores más cercanos. Y otro miembro de su círculo en la mira es el productor rural José Carlos Bumlai, acusado de haber sido intermediario de empresarios investigados por corrupción.
El propio Lula ha sido vinculado directamente a las investigaciones. Hace diez días se presentó de manera voluntaria ante la Fiscalía para responder en un proceso en que se lo investiga por supuesto tráfico de influencias a favor de la constructora Odebrecht después de concluir su mandato. La Corte Suprema también autorizó a la policía a que interrogue a Lula en calidad de testigo por el caso de Petrobras, que salpicó a varios de sus colaboradores y aliados políticos.
En ese marco de críticas, denuncias, indignación y recelo, Dilma felicitó ayer en un video a su mentor y padrino político, que cumplía 70 años, de quien dijo sentirse "orgullosa" por la relación que maduró "a lo largo de estos años, en los que aprendí mucho con nuestra convivencia y estoy muy agradecida".
"Rindo homenaje al compañero de todas las horas que transformó Brasil. Al presidente que conquistó el corazón de los brasileños. Soy testigo de su lucha para hacer de Brasil un país de todos", agrega Dilma en el video grabado varios días antes del allanamiento.
Presidenta de Brasil
Traiciones
Bajo fuego por la oposición y con los sondeos de popularidad por el suelo, Lula la acusa de querer salvarse a su costa
Visto bueno
El ex presidente está cada vez más convencido de que ella permite las investigaciones en contra de él y de su familia
"Me siento orgullosa de la relación que maduró a lo largo de estos años, en los que aprendí mucho con nuestra convivencia y estoy muy agradecida por ello", manifestó Rousseff en un video que envió a Lula con motivo de su cumpleaños y que el ex presidente de 70 años publicó en su sitio web.
La jefa del Estado subrayó en la grabación que junto al ex jefe de Estado caminaron "lado a lado en la misión de transformar en realidad el Brasil que siempre soñamos", y le envió al fundador y líder del Partido de los Trabajadores (PT) "un fuerte y fraterno abrazo".
El video fue divulgado luego de que varios medios de comunicación se hicieran eco de rumores sobre supuestas discrepancias entre Rousseff y Lula después de que la Policía allanara las oficinas del hijo mayor del ex gobernante como parte de la investigación de una red de corrupción en la que están involucrados fábricas de automóviles y estudios jurídicos.
Lula decidió presentarse voluntariamente hace 10 días ante la fiscalía que lo investiga por supuesto tráfico de influencia a favor de la constructora Odebrecht. Por esta causa el ex presidente perdió en el último año y medio un tercio, de 33 a 23 por ciento, de la intención de voto para una hipotética candidatura presidencial en 2018, según una encuesta de la firma Ibope, cercana a la oposición.
Paralelamente, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), principal fuerza opositora, anunció que impulsará una citación del Congreso al ex presidente Lula da Silva para indagarlo sobre el caso de corrupción que involucra a su hijo y por el cual éste ya es investigado por la justicia.
"La semana que viene vamos a pedir que venga el hijo de Lula al Congreso, que venga Lula también, vamos a llamar a la ex ministra Erenice Guerra; ese núcleo de gente es peor que el de la corrupción en Petrobras", opinó el senador socialdemócrata Ataídes Oliveira, quien sostuvo que "todos los robos de este país pasan por Lula".
El ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso aprovechó la situación que vive el PT para meter cizaña. Declaró ayer que Rousseff es honesta, pero dijo que no sabe si también lo es Lula. "No veo a Dilma en lo personal envuelta" en casos de corrupción como el escándalo de Petrobras, expresó Cardoso, líder del PSDB. "Creo que ella intentó librarse de muchas de esas cosas y no lo logró. En lo personal es honrada y políticamente responsable", añadió el ex mandatario, quien gobernó entre 1995 y 2003.
En cambio, expresó sus reservas sobre la conducta ética de Lula da Silva, líder del oficialista Partido de los Trabajadores. "En cuanto a Lula tengo que esperar para ver, hay muchas cosas que deben ser pasadas en limpio", concluyó. «
