Una tonelada de carbonato de litio cuesta alrededor de US$ 6.000. Para fabricar una batería con la tecnología y valor actuales, se requiere entre 7 y 15 kilos de litio, siendo esto un costo que oscila, apenas, entre los US$ 42 y US$ 90 por vehículo.
Pero el valor final de una batería se encuentra entre los US$ 10.000 y US$ 20.000, según destaca el economista e investigador argentino, Julián Zícari.
Claramente, la diferencia de precio entre la materia prima y la batería de litio es abismal. Esto llevó a la presidenta Cristina Fernández a preguntarse, en el año 2010, ¿Por qué no hacemos baterías acá? Seguramente el presidente Evo Morales se ha preguntado lo mismo hace aún más tiempo.
La gran pregunta, sin embargo, es si Bolivia, y en general los países del ¿Triángulo del litio? (Argentina, Bolivia y Chile), podrán dar ese salto hacia la fabricación comercial de baterías. Para ello, muchos consideran necesaria una integración entre estos países, que tienen importantes diferencias de fondo respecto a cómo cada uno está encarando el mercado actual y futuro del litio como materia prima y como batería.
Por un lado, actualmente el interés de Chile es el de exportar la materia prima en su estado purificado (99,6% grado batería), buscando controlar el precio y el mercado, pues son el principal exportador del mundo de carbonato, (seguidos por la Argentina) y sin intenciones de realizar la batería, según detalla Bruno Fornillo, investigador y coordinador del Grupo de Trabajo en Energía y desarrollo del CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales).
Fornillo también considera que Chile no tiene interés en construir la sonada OPEP del litio, y que en realidad se encuentra más cerca del libre mercado que propicia la Alianza para el Pacífico, que de perfiles protectores más comunes en el MERCOSUR. Estas reflexiones están presentes en el recientemente publicado libro Geopolítica del Litio, de CLACSO.
Por otra parte, Bolivia ha optado por mantener un férreo control sobre la mitad de las reservas mundiales de litio que posee, hasta lograr fabricar la batería, y está investigando sus propios métodos de extraer el litio, con muchas dificultades como se ha podido ver a través de los medios de comunicación en estos años.
Según puede encontrarse en energetica.org.bo, la estrategia de industrialización de los recursos evaporíticos boliviana incluye tres fases:
1) se esperaba una producción piloto de carbonato de litio y cloruro de potasio para fines de 2012;
2) se busca una producción industrial de compuestos químicos a partir de 2014;
3) empezaría a fines de 2014 con la producción de cátodos, electrolitos y baterías de Ion-litio.
Sin embargo, estas metas han sufrido importantes retrasos. También hemos sido testigos de que la estrategia de industrialización en Bolivia se ha inclinado cada vez más hacia la articulación con socios extranjeros, pero de manera errática, como indica Fornillo, criterio que comparte el experto boliviano Juan Carlos Zuleta.