JULIETA MARINO
El calentamiento global ha sabido destruir la imagen y el negocio del carbón que se ha visto atacado por todos los sectores y cumbres mundiales como uno de los factores ejes a reemplazar para reducir las emisiones de carbono.
Sin ir más lejos, el propio Clean Power Plan presentado por Obama durante 2015, centraba su atión en minizar la utilización de este mineral.
Desde el año 2009 se estima que al menos 26 mineras de carbón quebraron en Estados Unidos. El número total de las minas que continuan operando también ha alcanzado su punto más bajo de la historia, según un informe publicado por la US Energy Information Administration (EIA).
La generación de energía eléctrica, principalmente a través de la quema de carbón, es la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero que impulsan el cambio climático.
La disminución del número de nuevas minas refleja la inversión reducida en la industria del carbón, la fuerte competencia de gas natural, la demanda de electricidad estancada, un débil mercado de exportación de carbón, y los desafíos regulatorios y de permisos.
Según detalla el WSJ, el precio del carbón acaricia los mínimos de 11 años empujado por el declive de la actividad y una desaceleración de la demanda de China.
Las proyecciones a largo plazo imaginan un futuro a 2030 en el que el gas natural se convierta en la principal fuente de electricidad en los EE.UU. por un margen significativo respecto al carbón, señala el Washington Post.