Fernando Krakowiak
“Después de lo que le pasó a Barrick, evaluamos suspender este encuentro porque salir a decir que hacemos las cosas bien cuando una empresa colega cometió un error muy serio es dejarla en una situación incómoda, pero si les decíamos que no vinieran iban a pensar que estábamos escondiendo algo”, afirma Hernán Vera, vicepresidente de la minera canadiense Yamana Gold y country manager de la firma en la Argentina, al recibir a un grupo de periodistas en la mina de oro Gualcamayo, ubicada 270 kilómetros al norte de la capital de San Juan y a 120 kilómetros de Jáchal, la ciudad que hace apenas quince días entró en pánico y se movilizó para protestar por el derrame de cianuro en Veladero, la mina que Barrick Gold explota al noroeste de la provincia.
Vera prefiere no opinar sobre lo ocurrido en Veladero porque afirma que no conoce la situación en detalle, pero busca dejar en claro que el cianuro no representa un riesgo para las poblaciones del lugar. No lo hace para ayudar a Barrick sino en defensa propia ya que Gualcamayo también utiliza cianuro para extraer el oro.
El acceso a la mina es en el kilómetro 3700 de la ruta 40. Una vez abandonado el asfalto hay que transitar unos 20 kilómetros de ripio hacia el noroeste. Lo primero que se ve es una casilla con una barrera que bloquea el camino en el medio de la nada. Allí es necesario pasar por un control de seguridad similar al de los aeropuertos, con arco detector de metales y equipo de rayos x para los bolsos. Una vez hecho el ingreso, hay que seguir subiendo por la montaña hasta llegar al campamento, ubicado a 1600 kilómetros de altura, donde están las oficinas, el comedor y las viviendas del personal. Desde allí ya se puede ver con claridad el polvo que sale de la mina a cielo abierto, a 2500 kilómetros sobre el nivel del mar. El emprendimiento se inauguró en septiembre de 2009 y luego se le sumó una mina subterránea que ya tiene 18 kilómetros de túneles.
En ambas explotaciones trabajan 885 personas, entre contratistas y personal en relación de dependencia. El régimen laboral son siete días en el campamento y siete días de franco, con turnos rotativos de 12 horas. “Sólo en Navidad y Año Nuevo interrumpimos el trabajo durante unas tres horas para brindar y disfrutar de algún show”, cuenta Emilio Roca, gerente general de Gualcamayo. Las marcas que deja esa explotación intensiva quedan a la vista. El lado de la montaña en el que trabajan con explosivos parece la cara de una pirámide, con un escalonado que evita derrumbes. El mineral extraído es arrojado por camiones en una trituradora primaria. Desde allí es enviado en una cinta transportadora a un proceso de trituración secundaria de donde salen piedras más pequeñas que se desplazan a través de otra cinta hasta un valle cubierto por una membrana donde se le aplica una solución con cianuro que captura el oro de la roca. Esa solución es extraída del valle a través de unas cañerías y luego se utiliza carbón para quitarle el oro al cianuro. El paso siguiente consiste en remover el oro del carbón. Finalmente el oro es enviado a un horno donde se funde en lingotes. El año pasado Gualcamayo produjo cerca de 180 mil onzas de oro y exportó por u$s 210 M