Asfixiado por la aguda crisis de liquidez, el régimen de Nicolás Maduro ya entró en default con el sector privado y los mercados señalan como una posibilidad que declare una moratoria sobre la deuda soberana el año que viene si no mejoran los precios del petróleo.
Pero Maduro haría lo imposible por cumplir con las obligaciones de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), incluso si eso significa rematar lo que queda de las reservas internacionales y condenar a millones de venezolanos a pasar hambre.
Analistas consultados dijeron que un eventual incumplimiento de los bonos de PDVSA propinaría un golpe devastador a la atribulada economía venezolana, al poner en riesgo no solamente los activos que la empresa estatal aún tiene en el exterior sino también su capacidad de exportar crudo, producto que genera el 95 por ciento de los dólares que ingresan al país.
Diego Moya-Ocampos, analista de IHS Global Insight.
“Sería el fin. En el momento en que haya una moratoria de deuda de PDVSA, se cae absolutamente todo, incluyendo el propio gobierno”, dijo desde Londres Diego Moya-Ocampos, analistasenior para América Latina de IHS Global Insight.
Otros expertos coincidieron en que una moratoria de deuda de PDVSA podría llegar a tener consecuencias mucho más severas que las que en el pasado tuvieron las moratorias de Argentina y Ecuador, dadas la inmensa dependencia de la economía venezolana de su industria petrolera y la posibilidad de que los esfuerzos de los tenedores de deuda de congelar los activos de la compañía en el exterior terminen paralizando sus exportaciones de crudo.
Y la amenaza de que eso ocurra es ahora discutida abiertamente en los mercados financieros internacionales, donde ya algunos bonos venezolanos se negocian al 30 por ciento de su valor facial, nivel que refleja la expectativa de que el país entrará en una moratoria de deuda.
La caída de los precios del petróleo, y las proyecciones de que estos seguirán deprimidos a lo largo del 2016, ha llevado a algunas firmas de Wall Street ha advertir que el riesgo de moratoria de deuda es ahora substancial, particularmente ante la negativa del régimen de Nicolás Maduro de aplicar los correctivos económicos que requiere el país sudamericano.
“Venezuela y PDVSA probablemente pagarán sus obligaciones hasta el primer trimestre del 2016, con la amortización [de la emisión] VE16. [Pero] en ausencia de reformas estructurales, los siguientes pagos van a depender de los precios del petróleo y de la disposición de China de mantener, o de incrementar, su nivel de exposición en Venezuela”, advirtió un informe de Barclays Capital, unidad del banco de inversión Barclays.
Alejandro Grisanti, uno de los autores del informe de Barclays Capital, dijo desde Nueva York en una entrevista telefónica que el escenario financiero de Venezuela no luce alentador. El barril de petróleo fluctúa por debajo de los $45 el barril, menos de la mitad de los $95 en que se encontraba hace un año.
El que Venezuela logre pagar sus obligaciones va a depender “del mercado petrolero y de China, pero no de cualquier desembolso chino”, explicó Grisanti, al señalar que el último anuncio realizado por Maduro sobre la disposición del gobierno de Pequín de invertir otros $5,000 millones en la industria petrolera del país, no alejan el riesgo de una moratoria de deuda.
Lo que se necesita es una inyección directa de liquidez, de grandes proporciones, que el régimen pueda manejar a sus anchas para pagar deuda y para importar los alimentos que requiere el país para comenzar a paliar la grave crisis de escasez por la que atraviesa, agregó.
“Seguimos creyendo que Venezuela y PDVSA pagan sus obligaciones en el 2015, y que posiblemente paguen también el vencimiento del bono soberano Venezuela 16, que es en febrero del año que viene. Pero van a tener dificultades para honrar los compromisos o las amortizaciones que tienen a finales de octubre y de noviembre del 2016”, señaló Grisanti, director gerente y jefe de la Unidad de Investigaciones de América Latina de Barclays.
Se tratan de $3,100 millones en obligaciones de PDVSA que vencen en la última semana de octubre y a principios de noviembre del 2016.
Según estimaciones del mercado, las obligaciones de deuda derivadas de las emisiones de bonos de la República y de PDVSA suman cerca de $10,200 millones el próximo año, cerca de $5,900 millones de ellos correspondiendo a la estatal petrolera.
Esos montos lucían llevaderos hace un año, pero ya no tanto, ahora que los precios del petróleo han caído a menos de la mitad, dijo Russell M. Dallen, socio gerente de Latinvest Group Holdings.
Este año, el régimen de Maduro se ha visto obligado a rematar los activos del país en el exterior, incluyendo la deuda petrolera que Jamaica y República Dominicana tenían con Venezuela por el envío subsidiado de crudo a través de Petrocaribe, el empeño de las reservas internacionales del país en oro, la liquidación de los derechos especiales de giro del país ante el FMI, y un masivo endeudamiento adquirido por la filial estadounidense de PDVSA, Citgo, luego que fracasara un intento inicial de venderla.
Pero el país ya se está quedando sin joyas para rematar, dijo Dallen.
“Hay algunos que pensamos en el mercado, y estamos viendo algo de esto en la manera en que se comportan los bonos. Es posible que ellos entren en moratoria de deuda en los bonos soberanos y no en los de PDVSA, como una medida intermedia, y que en vez de dejar que PDVSA no pague, porque eso pone en riesgo sus tanqueros y las instalaciones de PDVSA, podrían solo incumplir con los bonos soberanos, pensando que eso les daría a los activos de la petrolera algo de protección”, señaló Dallen desde Miami.
Sería una estrategia basada en la tesis de que los activos de PDVSA serían menos vulnerables a ser embargados por los tenedores de bonos de la República que por los dueños de la deuda de la propia empresa petrolera.
Pero sería una estrategia que terminaría siendo puesta a prueba en las cortes, como sucedió con la moratoria de deuda declarada por Argentina en la década pasada, proceso que aún se está ventilando en las cortes.
El default argentino llevó a una serie de fondos de cobertura a introducir recursos legales para embargar las propiedades de la república sudamericana en el exterior, en un intento por recuperar parte del valor facial de los bonos que habían adquirido.
Llamados “fondos buitres” por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, los fondos de cobertura embargaron en Ghana el buque escuela de la Armada Argentina, la Fragata Libertad, y trataron de evitar que el país lanzara un par de satélites. Otros acreedores intentaron decomisar el avión presidencial en el 2007.
Prácticas como estas podrían ser emprendidas contra PDVSA el próximo año y no solo por los tenedores de bonos venezolanos después de un eventual moratoria de deuda.
“También están las expropiaciones de las instalaciones en Venezuela de Exxon-Mobil, las expropiaciones de Conoco-Phillips, por un valor de $4,500 millones, las expropriaciones de Gold Reserve, que ya perdieron, y a quienes les deben $750 millones, y Owen Illinois, que son otros $450 millones”, advirtió Dallen.
El régimen bolivariano ya perdió algunos de esos casos en los procesos de arbitraje y es muy posible que muchos de ellos terminen traduciéndose en medidas de embargo contra los activos de Venezuela en el exterior para el próximo año.
Y como si esto fuese poco, el régimen también le debe miles de millones de dólares al sector privado venezolano por dólares concedido en licitaciones en el pasado para operaciones de importación y por servicios suministrados a PDVSA.
“Ellos son unos malabaristas que no dan abasto porque ya tienen muchas pelotas en el aire, y ahora les están tirando más. En algún momento van a comenzar a dejarlas caer”, comentó Dallen.
Pero la deuda de PDVSA sería una pelota petrolera que dejarían caer, señaló desde Washington Antonio De La Cruz, director ejecutivo de la firma Inter-American Trends.
“Ellos saben que no pueden dejar que PDVSA entre en moratoria de deuda. Si eso sucede, se les cae todo el modelo porque los ingresos petroleros podrían verse comprometidos”.
Pero los bajos precios del petróleo sumado al hecho de que el régimen ya no tiene muchos activos por vender en el exterior le dejan muy pocas opciones para enfrentar la tormenta.
“Se van a comer todas las reservas internacionales”, dijo De La Cruz. “Y si el mercado petrolero no mejora, van a dejar de vender dólares al sector privado, quizás con muy contadas excepciones”.
En cierta manera, el régimen ya había comenzado a echar mano a las reservas, las cuales en cuestión de meses han bajado desde más de $22,000 millones a los $17,000 millones en que se encontraban a inicios de septiembre, al tiempo que las entregas de dólares a los importadores privados ya se encuentran en niveles críticos.
Pero el sector privado quedaría totalmente excluido en las otorgación de dólares para el proximo año, lo que convertiría al Estado en el importador casi exclusivo del país, y este estaría abocado a importar solo alimentos para los mercados populares, perjudicando principalmente los suministros de alimentos a las tiendas frecuentadas por la clase media.
Tampoco habría cantidades de dólares disponibles para importar productos electrónicos o electrodomésticos, o materia prima para alimentar las pocas fábricas que continúan operando en el país.
Los problemas de desabastecimiento –propiciados por el colapso del modelo económico del chavismo– actualmente condena a millones de venezolanos a pasar largas horas de tienda en tienda y en largas colas para adquirir los productos más básicos.
Pero lo que se vislumbra para el próximo año es una situación mucho más grave, advirtió De La Cruz.
Un mayor acaparamiento de los dólares por parte del gobierno podría conducir a “una crisis social, pero ya no les quedan muchas más opciones”, dijo De La Cruz, al resaltar que la renta petrolera de este año apenas alcanzará unos $19,000 millones, monto que es apenas una fracción de los $30,000 millones en productos que fueron importados el año pasado.
Con proyecciones de que los ingresos continuarán en niveles similares para el próximo año, los más de $10,000 millones en vencimientos de bonos lucen como una carga muy pesada, señaló