Dicen que los gigantes hacen ruido al caer. Pimco y Fidelity, los mayores tenedores de deuda soberana del mundo (exceptuando a los bancos centrales) podrían ser testimonio de esto. Cuando Petróleo Brasileiro vendió en junio bonos a 100 años, se consideró que la decisión era un indicio de que la compañía petrolera, que está inmersa en un escándalo de corrupción, había dejado atrás la peor parte de sus problemas. Para inversores como Pacific Investment Management, Fidelity Management Research y Capital Group (los tres mayores tenedores de los valores), eso se convirtió en un error de cálculo caro. Desde la oferta de u$s 2.500 millones, los bonos han caído 15%. Es cuatro veces la caída promedio de la deuda corporativa de los mercados emergentes.
En rigor, el derrumbe se profundizó la última semana, cuando los valores se hundieron a un nivel récord de u$s 0,69 centavos por dólar luego de que Petrobras, como se conoce a la compañía brasileña, sufriera la rebaja de su calificación crediticia a basura por parte de Standard Poor‘s. La gran productora de petróleo más endeudada del mundo se había visto despojada del grado de inversión por parte de Moody‘s Investors Service siete meses antes, conforme una creciente investigación sobre sobornos pagados a ex ejecutivos de la petrolera estatal la llevaban a retrasar su informe de ganancias.
Los rendimientos de los bonos de 6,85% de Petrobras, que vencen en 2115, han subido 1,5 puntos porcentuales, a un récord de 9,86% desde su emisión el 2 de junio, según datos que recopiló la agencia Bloomberg. Petrobras, que tiene sede en Río de Janeiro, vendió los llamados bonos centenarios (los primeros que mite una compañía de un país en vías de desarrollo desde 1997) luego de subsanar en abril un retraso de cinco meses en la publicación de sus ganancias. Desde la venta, sin embargo, los problemas de Petrobras se han agravado al profundizarse la caída de los precios del petróleo.
UBS redujo este mes sus estimaciones de las ganancias de Petrobras un 80% debido a los precios más bajos del petróleo y a inesperados costos impositivos. Los problemas de Brasil también se han profundizado, dado que la economía se encamina ahora a la recesión más prolongada desde la Gran Depresión. S&P, que bajó la calificación de Petrobras un día después de reducir la de Brasil, indicó que habría nuevas reducciones de la compañía al mantener las perspectivas negativas. A los efectos de reducir deuda, Petrobras busca reducir u$s 12.000 millones de gastos hasta 2019 y ha empezado a revisar los contratos para su flota de plataformas de perforación offshore. "De todos modos, la caída de 50% de los precios del petróleo en el último año le dificultará a la empresa la obtención de efectivo mediante la venta de activos", dijo Bank of America Corp. en una nota a clientes del 11 de septiembre. "Petrobras y Brasil tendrán que habituarse a pagar", dijo Dallen, de Caracas Capital Markets a la agencia Bloomberg.
En algo menos de un lustro, el país perdió la estrella que hizo que el mundo desarrollado lo mirara con fruición en 2010, cuando su economía creció 7,5% y se preparaba para ser sede del Mundial de Fútbol 2014 y de los Juegos Olímpicos en 2016, que se harán en la postal más famosa del país: Río de Janeiro. Pero el modelo basado en un consumo interno acelerado se fue agotando en simultáneo con la ca¡da a tierra de los precios de las materias primas y la desaceleración de China, y la actividad se frenó. En los útimos cuatro años y medio, el país apenas creció. Acusada por sus críticos de haber perdido el rumbo, la mandataria tiene una espada de Damocles sobre su cabeza: la amenaza de un juicio político que pueda urdirse en el Congreso, donde sus socios la han ido abandonando.
Hoy en día, en las calles de Brasil se discute un eventual impeachment contra esta economista de 67 años en cualquier conversación política. Pero el tiempo está del lado de Rousseff: el camino hasta llegar a esta potencial situación es muy complejo: primero se debe constatar algún tipo de delito o improbidad, que no ha ocurrido, y luego la destitución debe ser aprobada por una mayor¡a especial de dos tercios de la Cámara de Diputados, que tiene 513 integrantes.