La Federación Rusa busca asegurarse los negocios en el sector energético argentino que pactó en los últimos tiempos con el Gobierno. La idea es anticiparse a los nuevos vientos que soplarán en la Casa Rosada a partir de diciembre. Según informaron fuentes de Nación, los funcionarios rusos ven que el próximo presidente imprimirá un giro a la política exterior argentina que cambiará la suerte de la alianza estratégica que tienen con el kirchnerismo. Consideran que Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa, los tres candidatos que están en carrera, tienen un perfil proestadounidense.
Una de las inversiones fuertes que intentarán cerrar en las próximas semanas es la de Chihuido I. El martes, durante el encuentro de la Ofephi en esta ciudad, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, aseguró que en 30 días se firmará el contrato de financiamiento con el Banco de Desarrollo ruso, que deberá aportar 1700 millones de dólares de los 2000 millones que demandará la obra. Funcionarios del Ministerio de Economía viajarán al país que conduce Vladimir Putin para cerrar el acuerdo.
Ámbito financiero informó la semana pasada que la cartera que conduce Axel Kicillof y el Banco Central negocian un trato de swap o canje de monedas con la Federación Rusa, similar al firmado con China.
Si bien desde Economía lo desmintieron, fuentes consultadas por este diario indicaron que el swap serviría para blindar los negocios rusos en el país, ante la posibilidad de que la Unión Europea aplique nuevas sanciones a la administración Putin por el conflicto en Ucrania. Desde el Parlamento Europeo amenazaron en las últimas semanas con la exclusión del país del sistema internacional de pagos SWIFT, que permite realizar transferencias internacionales. El canje de monedas permitiría contar con los fondos para obras como Chihuido. Se utilizaría el mismo mecanismo que el swap con China, que posibilita operar los fondos de las inversiones del Belgrano Cargas y de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernik -en Santa Cruz- y el pago de importaciones derivadas del acuerdo de cooperación binacional.
Otro de los sectores donde Rusia quiere asegurarse un lugar es el hidrocarburífero. La semana pasada, tras dos años y medio de negociaciones, el presidente de YPF, Miguel Galuccio, y su par de Gazprom, Alexey Miller, firmaron un acuerdo marco para el desarrollo conjunto de proyectos de gas en el país. El trato establece que antes del 1 de marzo de 2016 deben cerrar un proyecto de inversión.
La compañía gasífera estatal rusa tiene interés en ingresar a Vaca Muerta para ganar experiencia en la explotación del shale de la mano de YPF. Al igual que Argentina, Rusia está entre los países con mayores recursos no convencionales del mundo. Y la petrolera nacional necesita financiamiento para desarrollar sus campos de gas.
Más allá de ese acuerdo, Gazprom inició en los últimos meses reuniones con funcionarios de las provincias petroleras en busca de otros negocios. En octubre, directivos de la empresa visitarán Neuquén y Río Negro para reunirse con autoridades locales. Pretenden tener acceso a la información sísmica y geológica de la cuenca.
Los rusos también están interesados en el pensamiento que tiene Jorge Sapag sobre las políticas para el sector, porque consideran que tendrá un rol fundamental durante el próximo gobierno si Daniel Sioli es presidente.
Representantes de los candidatos presidenciales debatieron el último martes en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires sobre los vínculos internacionales que llevará adelante el sucesor de Cristina Kirchner. Los tres sectores coincidieron en mejorar las relaciones comerciales con Brasil y la región, China, Rusia e India, pero pusieron en relieve la necesidad de aceitar las alianzas con EE.UU. y Europa.
