Definitivamente, la "gallina de los huevos de cobre" se agotó y son las finanzas públicas las principales afectadas con esta nueva realidad. Basta considerar que durante el primer gobierno de la Presidenta Bachelet la minería aportó al fisco un promedio de US$ 10.400 millones anuales, representando un tercio del financiamiento del gasto.
Este año los ingresos de la minería caerían por debajo de US$ 3.000 millones, algo más de un 5% del gasto estimado, explicado por una reducción significativa de los ingresos de Codelco. En los siete primeros meses la contribución de esta empresa a las arcas fiscales sumó US$ 580 millones, y si el precio se mantiene en los niveles actuales, es difícil que pueda aportar mucho más.
Lo anterior no tendría un carácter transitorio, y lo que ocurre más bien es que durante la última década el país disfrutó de una holgura que ya se acabó. La minería volvería a contribuir al fisco en una proporción equivalente a lo que fue históricamente. En este contexto cobran gran realismo los reiterados llamados a la prudencia que ha hecho el ministro de Hacienda. Contener las presiones de gasto es muy necesario, pero es insuficiente.
La nueva realidad de ingresos fiscales reitera la importancia de recuperar el dinamismo económico, de tal forma que el crecimiento vuelva a ser la fuente principal de ingresos para el fisco. Al igual como lo hicieron en el pasado, las políticas públicas deben reenfocarse en incentivar el ahorro, la inversión y la productividad.
El crecimiento de la economía es el único camino compatible con más y mejores beneficios sociales para los grupos de ingresos medios y bajos.