Las bolsas de valores de Europa y Estados Unidos cayeron este lunes conforme los temores a una desaceleración económica en China continúan inquietando a los inversores.
El mundo financiero internacional está preocupado por los datos de crecimiento de la segunda economía más grande del planeta.
¿Son justificados estos temores?
BBC Mundo le presenta los detalles de lo que está sucediendo.
El mercado bursátil chino cayó un 8,5% en un día tumultoso que llevó a la misma autoridad china a hablar de un "lunes negro": es la peor jornada para la bolsa de Shanghái desde 2007.
Esta caída se diseminó primero por el resto de las bolsas de Asia.
El precio del petróleo cayó a su nivel más bajo en seis años y el valor promedio de las commodities (materias primas) experimentaron su mayor disminución en lo que va de este siglo.
El precio del oro, metal refugio en tiempos de incertidumbre, también fue arrastrado por la debacle con una caída del 0,6%.
El efecto dominó alcanzó a las bolsas europeas el lunes por la mañana y se extendió por el resto del planeta.
Los mercados bursátiles globales han perdido unos US$5 billones (casi un tercio del PIB estadounidense) desde que el pasado 11 de agosto el Banco Popular de China devaluó el yuan.
Esta pérdida refleja un temor por la economía china que no es nuevo, pero que se ha disparado con las noticias de los últimos dos meses.
En julio, el gobierno de China intervino drásticamente en la bolsa de valores luego de que más de la mitad de las compañías suspendieran sus operaciones bursátiles.
En una reacción interpretada por algunos como draconiana, el gobierno bajó las tasas de interés, flexibilizó reglas para que los fondos de pensión y la seguridad social pudieran invertir más, cerró la venta de acciones del poderoso sector estatal y usó bonos para prestar US$42.000 millones a corredores de bolsa a fin de que sostuvieran el precio de las acciones con mayor demanda.
10ª sesión consecutiva en que cae el FTSE (índice de referencia de la bolsa de Londres)
Estas medidas calmaron las aguas, pero las tres devaluaciones de agosto, equivalentes a una caída del 3% en el valor del yuan, volvieron a generar incertidumbre.
El tiro de gracia fue el viernes pasado cuando se dio a conocer un índice industrial que por sexto mes consecutivo estaba por debajo de los 50 puntos, porcentaje equivalente a una contracción industrial.
A pesar de las malas noticias, China es la segunda economía mundial, una de las que más crece a nivel global, y tanto su producción industrial, que se refleja en los mercados de commodities, como su crecimiento, fundamental para países como Alemania, son datos clave del paisaje global.
El índice industrial marcó el peor desempeño del sector desde marzo de 2009 en plena recesión mundial luego del estallido financiero del año previo.
Sumado a la devaluación y la volatilidad bursátil, el cocktail resultó explosivo, según le indicó a BBC Mundo Kamel Mellahi, especialista en mercados emergentes de la Warwick Business School de Reino Unido.
"La expectativa generalizada era que la economía china iba a tener una primera mitad de año difícil y que mejoraría en la segunda mitad. Los datos no reflejaron esta premisa. Más bien lo contrario. El pulso económico de la actividad fabril está bajando mucho más rápido de lo esperado", indicó Mellahi.
Los mercados financieros tienen una fuerte tendencia a una volatilidad de "lunes negros" seguidos por titulares rutilantes en las siguientes semanas sobre grandes recuperaciones bursátiles con fabulosas ganancias.
Esta volatilidad se alimenta del fuerte elemento especulativo presente en mercados que operan a la velocidad de internet y del comportamiento "manada" durante las crisis.
Pero también puede reflejar el estado de la economía real.
En este caso, la dimensión de la bolsa china es menor que la de países desarrollados: el valor bursátil es un tercio del PIB chino mientras que en la mayoría de las economías desarrolladas es más del 100%.
En comparación con Estados Unidos, en que la mitad de la población invierte en acciones, sólo un 6% de los chinos lo hacen.
En otras palabras, la correa de transmisión entre la bolsa y la economía real china es débil.
La voluntad del Estado de intervenir si las cosas se descarrilan es además una válvula de oxígeno.
Pero en los países desarrollados una caída sostenida del valor bursátil puede impactar el crecimiento económico y el consumo.
Una situación así afectaría aún más a una alicaída economía global con la consiguiente espiral negativa de caída de la demanda por menor consumo con su inevitable impacto en la producción y exportación.
Todo depende de la duración de la crisis.
La región viene sintiendo el impacto de la desaceleración china desde hace un par de años.
En su último informe la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, señaló que la región sólo crecería un 0,5% este año y citó a la caída de los precios de las materias primas debido a la desaceleración china como una de las principales causas.
Este impacto se ha hecho sentir en los grandes productores de materias primas en la región.
Venezuela por el petróleo y Chile por el cobre se encuentran entre los más perjudicados, pero no son los únicos.
Sin embargo, el impacto de la economía china sobre la región no se limita al precio de las materias primas.
La devaluación del yuan produjo una caída del real brasileño del 1% mientras que el peso chileno también sufrió el impacto de las noticias chinas con una caída a su más bajo nivel en 12 años.
"Será fundamental ver la capacidad de reacción de cada economía y cómo sustituyen la caída en las materias primas. Hay países como México que pueden sustituir el mercado chino por el estadounidense y por lo tanto tienen más capacidad de reacción.
"Estos países pueden beneficiarse porque la devaluación de sus monedas los hará más competitivos", indicó a BBC Mundo Kamel Mellahi.
El gobierno chino no tiene el prejuicio laissez faire de los países desarrollados: siempre que tiene que intervenir, lo hace.
Lo hizo en la recesión económica mundial con un enorme programa de inversión estatal que le permitió ser el primero en salir de la recesión e impulsar a buena parte del mundo, en especial a los países en desarrollo.
Al mismo tiempo China se embarcó desde 2010 en un gigantesco cambio de modelo económico para pasar de uno basado en la inversión y exportación a otro más dependiente del consumo.
China dejó en claro que este cambio disminuiría las tasas de crecimiento que en las tres décadas previas habían sido de dos dígitos y que pasaría a ser de un 7%.
La voluntad intervencionista y el cambio de modelo apuntan a resoluciones diferentes de la crisis.
Sin embargo, si la situación empeora, crecerá la tentación de usar todo el poder de fuego estatal.
"China tiene una línea roja: el empleo. Esto lo ha dicho el gobierno oficialmente porque es esencial para el contrato social con su población y la paz social.
"Si la situación empeora y se afecta el nivel de empleo, entonces va a ser irresistible la tentación de volver a estimular la economía con una inversión en infraestructura", señaló a BBC Mundo Mellahi.
En este punto, permanece en la memoria colectiva lo que sucedió con la crisis financiera del sub-prime o hipotecas basura que llevó al estallido de 2008.
Un gran enigma en la crisis bursátil china es en qué medida se usaron las acciones como colaterales (garantías) de préstamos bancarios-hipotecarios.
Si la suma es muy grande tenemos una pequeña bomba de tiempo que podría explotar con bancarrotas y un rojo en las cuentas financieras de los bancos.
Bastan dos datos para ver la dimensión de este posible agujero negro.
El plan de estímulo chino de 2008-2009 cuadruplicó el nivel de deuda hasta llegar a US$28 billones, un 282% del PIB chino.
Según la consultora McKinsey, casi la mitad de esta deuda está vinculada con el sector inmobiliario.
Las principales bolsas asiáticas volvieron a desplomarse después del 'lunes negro' que vivieron los mercados ayer ante el temor a que la economía china, la segunda mundial, ralentice su crecimiento económico.
Cuando abrían los principales mercados europeos, la Bolsa de Shanghai cerró con una caída del 7,63%, mientras que la de Shenzen retrocedía un 7,2%. De este modo, el índice CSI300, que agrupa las mayores compañías cotizadas en Shanghai y Shenzen, perdía algo más de un 7%.
Además, la Bolsa de Hong Kong retrocedía un 1,2%, mientras que el Nikkei, índice de referencia de la Bolsa de Tokio (Japón), ha cerrado con una caída del un 3,9%. La tormenta en las bolsas asiáticas está afectando con fuerza a los mercados europeos y a Wall Street, que ayer vivió su peor jornada en cuatro años, con un retroceso cercano al 4%.
Los analistas esperaban que las bolsas europeas arrancaran también este martes en negativo después de las fuertes caídas de ayer pero han rebotado. En este 'lunes negro' el Ibex 35 se desplomó un 5,01%, su mayor caída desde agosto de 2012, hasta situarse en 9.756 puntos, en mínimos desde el pasado mes de enero.
En medio de esta inestabilidad, China, que ha intentado en las últimas semanas frenar el recorte de sus bolsas mediante sucesivas devaluaciones del yuan, tiene previsto inyectar liquidez en sus bancos para disipar los temores a un frenazo de su economía.
En concreto, el Banco Popular de China (PBOC) podría reducir a finales de este mes o principios del próximo en medio punto porcentual en la ratio de reserva exigida a los bancos del país, lo que liberaría unos 678.000 millones de yuanes (91.500 millones de euros) a disposición de las entidades chinas.
El banco HSBC considera que el Gobierno chino tiene un amplio margen para impulsar el crecimiento económico del país recurriendo a estímulos fiscales y monetarios, en contra de los temores despertados por el gigante asiático a raíz de las devaluaciones del yuan y sus pobres datos de actividad industrial.
"Los legisladores chinos tiene aún suficiente munición tanto en el frente monetario como en el fiscal", dijeron los analistas de HSBC Qu Hongbin, economista jefe del banco en China, y Julia Wang, en una nota publicada hoy.
Las dudas sobre la segunda economía mundial, que atraviesa por un periodo de ralentización que tiene consecuencias planetarias y ha contribuido a la caída en los precios de las materias primas, se han visto acentuadas en las últimas jornadas por el desplome de las bolsas. "El mercado está preocupado por muchas cosas, pero que se le agoten las opciones a China no debería ser una de ellas", aseguraron Qu y Wang.
Los expertos del grupo bancario británico pronosticaron que el banco central chino recortará 25 puntos básicos los tipos de interés de referencia y 200 puntos básicos el coeficiente de caja -el dinero que los bancos no pueden prestar- en la segunda mitad del año.
Asimismo, los analistas anticiparon un incremento del gasto público por parte de las autoridades chinas para apoyar el crecimiento, debido a que China llegó a julio con superávit y al permitir a las administraciones locales la emisión directa de bonos de deuda se han abierto nuevas vías de financiación.
"Tanto los bancos de políticas como el mercado de bonos son capaces de jugar un rol de mayor apoyo al crecimiento, al conectar la liquidez disponible con las inversiones económicamente útiles", señalaron los analistas.
Por todo ello, el banco HSBC mantiene su previsión de crecimiento para China en el 7,1 % en 2015, por encima incluso del dato registrado por la segunda economía mundial en la primera mitad del año, un 7 %, que es también el objetivo del Gobierno.