Dios y el pluviómetro han urdido una fatal coincidencia para el calendario electoral argentino. Tal como ocurre hace 30 años, la provincia de Buenos Aires se volvió a inundar, justo en que los aparatos partidarios se encontraban enfrascados en la contienda de las Primarias.
El gobernador Daniel Scioli, ahora se sabe que en un viaje de agenda relajada, ha debido volver apresuradamente de Italia y en las próximas horas seguramente será mostrado en los medios con botas de gomas y consolando daminificados. Así es la política.
El resbalón del bonaerense ha servido para patentizar notables desajustes entre lo que debiera ser la planificación del Estado y la realidad que viven los sufragantes. Para desgracia de la vidriera política, el oleaje se apoderó del mayor ícono religioso argentino, la Basílica de Luján, un patrimonio histórico que en los últimos años ha conocido varias veces la subida.
"Vamos a ocuparnos cuando se vaya el agua y la televisión" ha dicho, por decir algo, el secretario general de la Presidencia, Wado de Pedro, al tiempo que ha acusado, como el candidato del Frente para la Victoria, Aníbal Fernández, a la siembra directa de la soja como culpable de la degradación de
suelos de la llanura pampeana, algo así como morder la mano que da de comer.
Tales desbarres han hecho propicio un pase de facturas de Mauricio Macri y su equipo, que logró que no se le inunde más la capital argentina, y Sergio Massa, que ahora reza porque no se le rebalse Tigre. Era lógico y esperable.
Ahora aparecen las cifras-denuncia no oficiales: sólo un 8%, según el acérrimo opositor ruralista Luis Etcheveherre y un 20%, según el más templado Macri, del plan hídrico del Río Salado han sido ejecutados. Presupuestos y planes no ejecutados, ausencia de estructuras de contingencias en defensa civil, indolencia generalizada conforman un escenario típicamente argentino de estas inundaciones.
Una desgracia que esta vez cayó en pleno tiempo de urnas, para desgracia de quienes se muestran ante el electorado argentino como la mejor garantía de la felicidad futura.
Así lo describe hoy el matutino económico Ámbito Financiero, mientras miles de personas continuaban afectadas por las inundaciones en el norte bonaerense, la situación se complicaba con la presencia de una fuerte sudestada, acompañada de lluvias, con vientos de hasta 70 kilómetros por hora.
Durante toda la jornada del miércoles, el Servicio Meteorológico Nacional mantuvo el alerta por sudestada "con vientos muy fuertes". El alerta regía para el Río de la Plata, zona costeras y el Delta del Río de la Plata, y se estimaron que vientos de entre 50 y 70 kilómetros por hora permanecerían al menos hasta el jueves.
Ante esta situación, la creciente del Río de la Plata actuaba como un efecto tapón que impedía el escurrimiento de las grandes masas de agua provenientes de los desbordados cursos fluviales del interior bonaerense. EL SMN también emitió otro alerta por la tarde sobre posibles lluvias intensas en la zona afectada por las inundaciones.
El organismo explicó que la formación de un sistema de baja presión en las inmediaciones de la República Oriental del Uruguay provoca áreas de lluvias, algunas localmente fuerte sobre la zona de cobertura. Las condiciones del tiempo mejorarán durante el viernes, según informó el SMN.
En el norte bonaerense hay al menos 11 mil personas evacuadas por la crecida de ríos como el Luján, Arrecifes, Salto, Areco y Matanza, entre otros, tras las fuertes lluvias que comenzaron una semana atrás en la región y que también afectaron varias poblaciones del sur de Santa Fe. El secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, informó que eran 11 mil los evacuados y que se estiman en 20 mil los damnificados.
El funcionario supervisó el despliegue de fuerzas federales en Arrecifes, Zárate, Mercedes, Pergamino y San Antonio de Areco, y consideró que a pesar de que el agua había bajado en una jornada con escasas lluvias, "la situación podría agravarse con la sudestada".
No obstante, advirtió que "todos los recursos materiales del Estado se están utilizando para mitigar la situación". Las localidades más afectadas eran Pergamino, Luján, Lobos, Arrecifes, Salto, Baradero, Navarro y Gregorio de Laferrere, entre otras, a causa del crecimiento de los cauces de ríos y arroyos, que seguían alimentándose de los grandes volúmenes de agua que escurrían de los campos.
En el distrito de Luján, el río homónimo alcanzó en la noche del martes 5,43 metros, mientras que el registro de las 15:00 del miércoles mostró una baja en el caudal de agua hasta los cinco metros, que trajo algo de alivio, pero con la preocupación de que la sudestada y las nuevas lluvias compliquen la situación otra vez más.
El intendente de Lujan, Oscar Luciani, declaró la "emergencia hídrica" y se suspendieron las clases en todo el distrito. El municipio de Escobar informó este miércoles que la situación "comenzó a normalizarse y los arroyos de la zona se encuentran en su cauce normal", antes de que comenzarán los efectos de la sudestada.
La Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) del Ministerio del Interior y Transporte informó que continuaba interrumpida la circulación vehicular en las siguientes rutas:
- Ruta 33, kilómetro 728, Sanford, provincia de Santa Fe.
- Ruta 8, kilómetro 58.5, bajada al barrio Manantiales, Pilar, provincia de Buenos Aires.
- Ruta 65, entre General Viamonte y 9 de Julio.
- Ruta 50, entre la ruta nacional Nº 7 (Vedia) y la provincial Nº 65 (General Arenales).
- Ruta 32, en el tramo comprendido entre Pergamino y Salto.
- Ruta 45, entre Ruta 31 y La Angelita (cortada por construcción de alcantarilla aliviadora).
- Ruta 191, entre Arrecifes y Salto.
- Ruta 14, intersección Ruta AO12, Soldini, provincia de Santa Fe.
Daniel Scioli llega a las 8, reúne al gabinete y firma la Emergencia Hídrica en la Provincia. Es un apremio por la catástrofe social en 40 distritos bonaerenses y también un requerimiento urgente de su estrategia política para mantener con crédito la candidatura presidencial de octubre.
El riesgo, en ausencia, era la desconsideración abrumadora de la opinión pública. Rápido, Mauricio Macri (Cambiemos) salió a ofrecer ayuda de la Ciudad Autónoma y, presuroso, Sergio Massa (UNA) recorrió Mercedes y comunas vecinas. Por eso, en esta jornada, Scioli intentará movilizar expectativa con anuncio de eximiciones impositivas a los damnificados y operativos de asistencia directa en cada municipio.
Las medidas incluirán una línea de créditos blandos para los afectados, que se calculan en más de 100.000 familias. Serán préstamos del Bapro de 50 mil pesos, con 48 meses de amortización y un interés de tasa fija del 14% anual. Además, se prorrogarán los vencimientos de los créditos tomados por los productores agropecuarios de las zonas inundadas. En principio, serán 100 millones de pesos disponibles para la emergencia.
Según explicó el vocero de Scioli, Jorge Telerman, a Clarín, el gobernador apenas pisó el aeropuerto italiano “cambio el pasaje de regreso”. La premura, dijo después el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, fue porque “Scioli es de los gobernantes que están donde están los problemas”. Hoy tendrá que convencer el propio gobernador.
No lo hizo el jefe de Gabiente y candidato a la Gobernación, Aníbal Fernández, quien adujo incomunicación. “Yo no hablé antes de su viaje ni tampoco ahora”, comentó a la prensa. En cambio, habló de un Plan de Cuencas a futuro en la Provincia. Ese plan, en realidad, existe desde hace muchos años pero no se cumple por falta de presupuesto. Algunas partidas, como los 240 millones de pesos del Banco Mundial, no se ejecutan en su totalidad.
Buenos Aires destina $ 3.740 millones, de los 246 mil millones, a Infraestructura. En agosto apenas se lleva ejecutado el 40%. Y para Hidráulica las partidas son menos que exiguas. Algunas prioridades, sobre otras, actúan como limitantes de esos pocos recursos. La administración provincial -sin contar la deuda- tiene comprometido más del 85% de su presupuesto en pago de salarios, pensiones y gasto social.
