Soldado que huye sirve para otra batalla. Esta lógica es la que está imperando en varios bancos nacionales y en algunas de las más grandes sociedades de Bolsa. Tras varios llamados de atención de la Comisión Nacional de Valores (CNV) y del Banco Central (BCRA) por la escalada del dólar contado con liquidación -como se conoce el tipo de cambio que surge de la compraventa de títulos en el mercado bursátil-, muchos decidieron la semana pasada directamente dejar de operar bonos en dólares, incluso en nombre de clientes, con tal de no ser objeto de la ofensiva oficial.
"Acá el tipo de cambio entró en una dinámica difícil. El problema es que si bien no hay oferta, están enterrando la demanda. Algunos bancos les prohibieron a sus clientes operar con bonos en dólares", confió un operador del mercado. "No los podés vender en dólares ni comprar en dólares o con pesos. Y a los que ya tienen los títulos en cartera les dicen que los transfieran a una sociedad de Bolsa para venderlos. Llegó a un grado de locura tal que traban la compraventa de sus bonos", aseveró la fuente.
En otro banco nacional confirmaron la decisión. "Depende de cada uno hacerlo, pero son varios los que ya no están vendiéndoles bonos a sus clientes", admitió a LA NACION el director de una entidad, con la condición de no ser identificado.
Las entidades intentan no hacer demasiado ruido. Sólo se lo comunican a los clientes que quieren hacer una transacción. Varias casas de Bolsa líderes, por su parte, dejaron de hacer compras de bonos denominados en dólares contra pesos o redujeron al mínimo el volumen de este tipo de operaciones.
El contado con liquidación es el tipo de cambio implícito que surge de comprar con pesos un bono denominado en moneda extranjera, para luego venderlo contra dólares, ya sea en el mercado local o en el exterior.
Como consecuencia del cepo cambiario, es el único mecanismo legal que les queda a las empresas para transferir utilidades o para conseguir dólares para pagar importaciones. También es el que usan muchos ahorristas para dolarizarse más allá de la pequeña ventanilla que ofrece el Gobierno, previa autorización de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Se trata, por ende, de un mercado mucho más grande que el del dólar blue e inquieta sobremanera a las autoridades. Ayer, el "contado con liqui" -como se lo conoce en la jerga- cerró a $ 13,49, contra $ 14,55 del paralelo.
La semana pasada las autoridades hicieron lo imposible para mantener las cotizaciones a raya. Primero, de la mano de la Procelac buscaron sin éxito que la Corte Suprema lo declarara ilegal. Aunque fallido, el intento tuvo el efecto contrario al deseado: el precio del contado se disparó y tuvo que salir el presidente del BCRA, Alejandro Vanoli, a negar que tuvieran en mente alguna otra medida.
Las autoridades luego optaron por seguir con la estrategia que venían usando hasta ahora: simples llamadas de la CNV o del BCRA a los banqueros y dueños de sociedades de Bolsa para que moderen sus operaciones.
Pero no hubo necesidad de ser insistentes. La difusión, algunos días antes, de la nueva doctrina de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) les había allanado el terreno. "Hay muchas sociedades de Bolsa grandes, incluidos nosotros, que no estamos operando bonos en dólares contra pesos", aseveró un operador de una de las casas de Bolsa líderes de la City porteña. "Esto no fue por un apriete específico, sino por el decreto reglamentario de la actuación de la nueva SIDE. Los más grandes dejaron de hacer operaciones para no quedar visibles, porque bajo la nueva norma el Gobierno puede hasta detener a los dueños y escuchar conversaciones", detalló.
Según el decreto, la AFI podrá investigar a empresas y "grupos económicos y/o financieros", cuando considere que llevan adelante "acciones tendientes a la desestabilización de gobiernos democráticos mediante corridas bancarias y cambiarias, desabastecimientos, «golpes de mercado», etc.".
Así las cosas, las entidades prefieren no quedar expuestas y, como los sistemas a través de los cuales compran los títulos no les permiten aclarar si lo hacen en nombre propio o de sus clientes, no operan por uno ni por otro..
Los bancos temen hoy acumular deuda del Gobierno, ante un escenario que por ahora ven incierto y que podría comprometer su capacidad de pago, y piden cada vez más a la mesa de dinero del Banco Central que recompre los bonos (Bonac) que para financiarse suele colocar el Tesoro cada quince días. El objetivo, cuentan, es salvar sus balances: las entidades financieras quieren evitar aumentar la exposición al sector público y acumular activos estatales que consideran en este momento de alto riesgo, por el enorme déficit fiscal y el estancamiento de las reservas genuinas.
El mecanismo está cada vez más aceitado. Y es lo que explica, entre otras cosas, el éxito de cada colocación de Bonac del Gobierno. A los pocos días de estas licitaciones quincenales, las entidades piden a Vanoli poder "descargar" los títulos que tomaron por sugerencia del Ministerio de Economía. El artilugio termina representando una asistencia indirecta del Banco Central al Gobierno, en un momento en que éste se ve limitado para tomar adelantos transitorios de la institución. El Tesoro ya colocó más de $ 35.000 millones en Bonac a los bancos, a tasas de interés que se ubicaron cercanas al 30% anual. Sólo en la tercera semana de junio, y según surge de su balance semanal, el Central acumuló $ 16.500 millones adicionales a sus activos en títulos públicos bajo ley nacional.
La cifra, que puede incluir otros bonos que el organismo adquiere en el mercado bursátil, incluye la compra de Bonac, y no forma parte del financiamiento al Tesoro que realizó el Central a través de utilidades y adelantos transitorios. En lo que va del año, las ayudas de Vanoli a Kicillof aumentaron en un 55% respecto del mismo período de 2014, de los $ 16.900 millones a los $ 26.200 millones, según consigna el economista del Centro de Estudios Económicos del Sur (CeSur), Amílcar Collante.
Las necesidades fiscales superan todos los cálculos y el Gobierno debe implementar artilugios de este tipo para usar el Banco Central como fuente de financiamiento. También el organismo, luego de sus licitaciones de Lebac, ofrece 48 horas más tarde recomprar estas letras en el mercado secundario. A veces, según confirmaron fuentes oficiales a este diario, son vendidas principalmente por el Banco Nación. La ampliación de los límites de asistencia del Central que impulsó el Poder Ejecutivo hace tres años en la carta orgánica de la institución, con el objetivo de que se le permitiera recibir una histórica asistencia de liquidez, resulta a esta altura insuficiente y lo obliga a agudizar el ingenio para cubrir su déficit.
Mañana, el Ministerio de Economía realizará la séptima colocación de Bonac, por al menos $ 3.000 millones con vencimiento en mayo, julio y septiembre de 2016. El monto podría ampliarse de acuerdo con las ofertas que reciba del mercado. En las mesas de dinero advierten que en cada emisión, el Gobierno debe ofrecer altas tasas de interés para captar demanda, pero estiman que a partir de la semana próxima éstas podrían descender levemente.