—Para comenzar por lo general, Ing. Mucho Mamani: ¿Por qué —según su óptica— el grueso del Perú está atrasado y empobrecido, habiendo tenido un pasado precolombino brillante y poseyendo múltiples recursos como para haber alcanzado un desarrollo integral y homogéneo?
— Esto sucede, sin duda, porque nuestra historia cambió radicalmente con la invasión española en 1532. Fuimos avasallados, diezmados y hasta saqueados. Luego, durante toda nuestra etapa republicana hemos dejado de lado a la mejor herramienta que tiene cualquier sociedad para vencer a la pobreza: la educación. La Madre Naturaleza y el pueblo peruano nunca nos han fallado como para decir que somos pobres por su causa. Al contrario, somos un país bendecido con ingentes recursos naturales y un pueblo excepcionalmente trabajador. El problema ha sido y es esencialmente político. Nuestra incipiente democracia no ha sido manejada por conocedores de la megadiversa realidad del país y, además, ha sido frecuentemente interrumpida por golpes de Estado. Hemos tenido grandes ciclos de bonanza basados en la explotación de recursos naturales, como los minerales, el guano de islas, el salitre, el caucho y la harina de pescado. Pero hasta ahora seguimos mayormente estancados, no obstante el auge de la nueva minería y la agroexportación. Pues nuestras actuales exportaciones carecen del valor agregado que debieran tener todas y —consecuentemente— no crean en nuestro territorio el desarrollo que debieran generar, a través de industrias descentralizadas. Nuestra sociedad es también un factor de atraso, por asumir “paradigmas” que debemos desterrar. El solo hecho de aceptar como normal “la hora peruana” o el concepto inmoral de “no importa que robe, pero que haga obra” es una vergonzosa expresión de relajamiento social.
— ¿Para revertir esta situación Ud. ha decidido postular a la Presidencia de la República, apuntando a un período que empalmaría con el Año Bicentenario de la Independencia Nacional?
—Efectivamente. Me he preparado varios años para ser Presidente del Perú, aunque lo del Bicentenario es sólo una coincidencia. He decidido postular al cargo máximo de la nación por cinco motivos básicos: 1) Por mi deseo de trascender en la vida mediante un servicio honesto y eficiente a los millones de peruanos, por medio de la política.2) Por mi conocimiento de la mayor parte del territorio patrio, dado mi origen campesino y mi trabajo como ingeniero de minas en las regiones más duras y pobres del país. 3) Por la decepcionante actuación de la clase política tradicional. 4) Por mi conocimiento pleno de cómo funcionan el sector privado y el sector público, pues he tenido experiencia y éxito en ambos frentes. 5) Y por mi recorrido por buena parte del planeta, donde he apreciado múltiples fórmulas y experiencias que me han convencido de que es enteramente posible llevar nuestro Perú al primer mundo.
SEIS ASPECTOS BÁSICOS
—Imaginemos que Ud. tenga éxito en esta aspiración. ¿Qué es lo fundamental que haría para cambiar —o por lo menos empezar a cambiar— la situación de nuestra patria en un solo período de gobierno?
— Lo he estudiado. Para comenzar, hay que limpiar la casa. El trabajo sin corrupción debe empezar desde el Presidente de la República y los más altos dignatarios y funcionarios del Estado. No es admisible que quienes cometen delitos menores estén presos, mientras los delincuentes de cuello y corbata que saquean millones de dólares al Perú estén libres e incluso queriendo volver al poder. En mi gobierno toda transgresión a la legalidad será sancionada sin que importe quien la haya cometido. Todos tenemos que ser iguales ante la ley.
— Eso en lo ético, lo que nos parece fundamental. ¿Pero, más allá?
— En el Perú hay mucho por hacer, pero por hacerlo bien. En consecuencia, lo primero que haría es formar equipos técnicos altamente especializados en seis aspectos: 1) Seguridad Ciudadana y vial. 2) Lucha contra la corrupción, incluyendo la reestructuración del Poder Judicial y la Policía Nacional. 3) Educación de calidad para todos, comenzando por los sectores más necesitados y en función de las grandes necesidades y posibilidades del país y sus regiones. 4) Desarrollo de infraestructura. 5) Mejora de los servicios de salud. Y 6) Desarrollo rural integrado -con eje en el agro- para desterrar la principal causa de la pobreza nacional.
— ¿Qué más?
— Esos equipos técnicos determinarían —a su vez— las acciones realizables en seis ejes programáticos: Desarrollo Económico, Desarrollo Social, Ciencia y Tecnología, Gobernabilidad y Política, Cuidado del Ambiente y Responsabilidad Social, Ciudadanía y Cultura. Obviamente, el desarrollo sostenible del país no se puede lograr en un solo gobierno. Éste es un trabajo de 20 a 30 años. Para empezar a cambiar de veras la historia, tenemos que centrarnos en la educación de los niños y adolescentes, para inculcarles interés por la ciencia y la tecnología en aras del desarrollo primordial de los recursos y potencialidades de cada pueblo. Esto les permitiría más adelante —incluso con la repatriación de nuestros mejores científicos— hacer investigación y desarrollar tecnologías apropiadas. Sólo después de todo este proceso, estaremos en condiciones de diversificar nuestra producción. Obviamente, el éxito de todo este plan radica en nuestra capacidad para generar más inversiones. Tenemos que “hacer caja” y lo que tenemos a la mano para lograrlo es sin duda alguna la minería responsable.
AGRO Y MINERÍA
—Ud. es de origen campesino, pero minero de profesión y actividad primordial. ¿Puede admitir que esta dicotomía podría determinar que el electorado rural —25% del total— no vote por Ud., incluso en razón de los conflictos sociales y ambientales generados por las diversas explotaciones y proyectos mineros a lo largo de nuestra historia?
—Esta posibilidad existe, pero me estoy esforzando al máximo para demostrar ante nuestros hermanos que el agro y la minería responsable no son incompatibles, menos aún que compitan por el agua. El Perú es el octavo país en el mundo en disponibilidad de agua superficial, con casi 75,000 metros cúbicos por persona/año. Pero de esta cantidad se aprovecha sólo el 1% y se desperdicia el 99%. Y de ese 1% aprovechado, el agro utiliza el 80%, la población el 12%, la industria el 6% y la minería sólo el 2%. Por otro lado, en los lugares próximos al océano, la minería está en capacidad de desalinizar agua de mar para sus procesos productivos, aunque esto encarece sus operaciones. En resumen, aún tenemos mucha agua que aprovechar, manejándola bien, en beneficio equitativo de los diversos sectores económicos y sociales. Sin embargo, el agua es uno de los elementos que utilizan los antimineros en sus prédicas para levantar a las poblaciones contra la minería formal, mas nunca contra la minería ilegal e informal.
—¿Cómo garantizaría que su gestión no va a tener un sesgo prominero y proextractivo en general, tomando en cuenta —incluso— que muchos mandatarios han abjurado impunemente de sus promesas electorales apenas asumieron el poder?
—Fácil: tenemos que cambiar de paradigmas, poniendo por delante a la ética y la razón en todos nuestros actos. Los peruanos tenemos que llegar a entender dos cosas básicas: 1) La extracción y el uso de los recursos naturales son una necesidad ineludible para el desarrollo humano. Y 2) Todo proceso de desarrollo humano —incluso agrario— tiene algún impacto ambiental que se traduce en impacto social. Entonces, como hoy la minería formal aporta el 14.8% del producto bruto interno (PBI) y representa al 55% de nuestras exportaciones, debemos apoyarla, bajo la única condición de que sea social y ambientalmente responsable. Más que pro extractivista soy pro desarrollo. Otro aspecto que debemos considerar es que los efectos del cambio climático u otros desastres naturales, pueden dejar al Perú en la ruina. La minería es la que más rápido nos puede ayudar a salir de esta dificultad. También el MEF ha reconocido que el cambio climático generará pérdidas para el Perú en cerca de 4 veces el PBI hacia el 2025, recordando que el BCR proyecta que entre el 2009 y el 2050 el impacto económico será de 855 mil millones de dólares, lo que representa entre seis y siete veces el PBI. Eso equivale a 26 veces el presupuesto anual de la república. No puedo mentirle a nuestra población: la minería es lo que el Perú tiene a la mano para “hacer caja”. Mire lo que le está sucediendo en estos momentos a Ollanta Humala por su discurso electoral antiminero: ahora no tiene autoridad moral para viabilizar “Conga” y “Tía María” con estricta sujeción a la ley y los estándares internacionales. Es por este motivo que él no va a resolver personalmente los problemas y sólo envía ministros y altos comisionados a los que nadie hace caso. Todos los candidatos deben sentar una posición clara y sincera al respecto, y decirle al país la verdad, sin dobleces entre el discurso y la realidad. En consecuencia, yo digo francamente: la minería responsable no contamina. Minimiza sus impactos ambientales, como cualquier otra actividad económica responsable. Y los recursos que genera son decisivos para desarrollar a otros sectores, empezando por el agro.
—Pero no negará que los virtuales “comentarios ecológicos” y traumas sociales que ha dejado la antigua minería irresponsable en muchos pueblos explica en buena medida la reacción adversa de éstos.
—No lo niego. Pero precisamente para evitar esto en todos los sectores, no sólo en la minería, hay que tener un Estado debidamente profesional, un Estado capaz de hacer cumplir la legislación nacional y los convenios y estándares internacionales. Y no debe haber engaños. Como dice Mark Twain, “Es más fácil engañar a la gente que convencerlos que han sido engañados...”.
—¿Cree Ud. que es posible lograr un entendimiento agro-minería en beneficio mutuo y del país en conjunto?
—Por supuesto. El Perú es agrario y minero desde sus orígenes, hace milenios. Estas actividades siempre han convivido en nuestro territorio. Por ejemplo, ahora mismo, en los Andes de la Libertad hay varias minas, y en las partes alta, media y baja de la misma cuenca se hace agricultura sin ningún problema. Lo mismo pasa en Lima, para no ir muy lejos: basta desplazarse por la carretera central para ver una intensa actividad agrícola a lo largo del río Rímac, y en la parte alta —desde Casapalca hasta Ticlio— una intensa actividad minera. Debemos sacar de nuestras mentes a la minería antigua, la que vertía sus relaves a los lagos, lagunas, ríos o el mar porque en ese entonces no teníamos la normatividad ambiental-minera ni las tecnologías que tenemos hoy. La minería actual minimiza todos sus impactos. Lo que debiéramos hacer es que los ingresos obtenidos por concepto de canon minero se utilicen sólo para apoyar al agro y la educación, por lo menos hasta que éstos despeguen definitivamente.
POR EL CAMPO
— Bien. Ahora hablemos específicamente del agro: ¿Qué de fondo haría su gobierno por este sector, para levantar especialmente a los pequeños productores y las comunidades campesinas y nativas, que conforman más del 95% del universo social del campo?
—Como pienso que el problema del país en general es fundamentalmente político, también pienso que la solución es esencialmente política. En consecuencia, mi respuesta a la inquietud planteada es empezar por hacer cumplir plenamente lo dispuesto por los artículos 88 y 63 de la Constitución, así como en las Políticas de Estado XV, XXIII y XXXIII del Acuerdo Nacional. Punto.
—¿Lo juraría?
—Lo juro
—¿Qué más?
—Dentro del marco anterior, para levantar a la producción, comenzaría por asegurar el agua y tecnificar masivamente el riego, incluso para ampliar la frontera agrícola. Paralelamente, impulsaría la investigación, la innovación y la transferencia de tecnologías apropiadas, tanto para elevar la productividad de nuestros cultivos y crianzas, como para darles valor agregado, preferentemente en los mismos centros de producción. Y en torno a la producción agraria familiar, fuente de nuestra seguridad alimentaria, priorizaría la asistencia técnica y el crédito promocional, repotenciando para ello a las direcciones regionales y agencias agrarias. Pero como el gran “cuello de botella” para el grueso del agro es la comercialización, daría prioridad a la información sobre nuevos mercados y precios, la organización de los pequeños productores y la formación de clusters (complejos integrados) para reducir la distancia entre los centros de producción y los mercados finales. Por suerte, nuestra agroexportación ya está caminando sola y muy bien, con ratios de productividad y rentabilidad elevados, por el manejo eficiente de los factores de producción. Entonces, buscaría que las empresas del ramo actúen como locomotoras que jalen al resto del agro, tal como ya lo está haciendo ejemplarmente el movimiento gastronómico.
ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO
— Otra cuestión crucial: como la mayor amenaza del calentamiento global y el cambio climático sobre nuestro país están relacionadas con la disponibilidad de agua, rumbo a la escasez crónica, ¿qué propuestas realizables tiene Ud. frente a este sobrecogedor riesgo?
—AGRONOTICIAS ya lo ha dicho hasta el cansancio y lo asumo plenamente: la principal solución está en la siembra y cosecha de lluvias en los Andes, mediante zanjas de infiltración, plantaciones forestales, sistemas de agroforestería, reservorios mediterráneos, cadenas de represas, andenes y otras alternativas técnicas para retener a las aguas atmosféricas en las épocas de lluvia y filtrarlas gradualmente hacia las partes bajas. No hay que inventar la pólvora, sino sólo asimilar y propagar las experiencias exitosas en la materia. Para el efecto, mi gobierno crearía un programa especial o le añadiría este componente a todos los programas sociales que operan en el campo, incluso para que éstos tengan un sustrato productivo, no paternalista como hoy.
—¿Cómo piensa convencer a los peruanos en general y los agrarios en particular acerca de la eficacia y la honestidad de sus planteamientos electorales?
—Con mi hoja de vida y especialmente con mi trayectoria profesional. Yo he trabajado siempre, incluso de niño en los campos de mi comunidad puneña. Además, quienes laboraron conmigo cuando fui Congresista de la República, Presidente de INGEMMET y Viceministro de Minas saben que no soy de los que meten un alfiler en el poder para sacar una barreta. He sabido vencer a la pobreza con base en la educación y esto mismo deseo para millones de nuestros compatriotas que aún siguen en la cárcel social del atraso y la pobreza por no tener buena educación. En el mundo, Corea del Sur y Finlandia son dos buenos ejemplos de que la educación transforma el destino de los pueblos.
—Sí, pero primero es comer …..
— Precisamente por esto nuestra propuesta es priorizar simultáneamente al agro y la educación, puesto que buena alimentación y buena educación son factores clave para lograr el verdadero desarrollo.
—Finalmente, Ing. Mucho, ¿qué piensa del campesinado peruano promedio?
—Que es el más abnegado y trabajador del mundo. Lo he vivido y visto en mi niñez. Para forjar la nueva ruralidad peruana sólo se requiere impulsar la asociatividad de los pequeños productores y asegurarles el acompañamiento permanente del Estado para viabilizar sus iniciativas y emprendimientos. Nosotros lo haremos. Los hijos de los campesinos pobres tienden a huir del campo porque —razonablemente— no desean seguir siendo pobres como ellos. Para revertir esta tendencia explicable, el Estado tiene que invertir prioritariamente en desarrollo rural integrado y educación a la vez. Pues, para erradicar la pobreza hay que generar riqueza. Los jóvenes del campo y el país en conjunto están en capacidad de hacerlo.