En un mensaje a los participantes del encuentro sobre las consecuencias de las actividades mineras, el papa Francisco advirtió que muchas comunidades “sufren directa o indirectamente por las consecuencias, a menudo demasiado negativas, de la minería” y exclamó: “Un grito por la tierra perdida; un grito por la extracción de riquezas del suelo que, paradójicamente, no ha producido riqueza para las poblaciones locales que siguen siendo pobres; un grito de dolor en respuesta a la violencia, a las amenazas y la corrupción; un grito de indignación y de apoyo por las violaciones de los derechos humanos, discreta o descaradamente pisoteados por cuanto respecta a la salud de las poblaciones, por las condiciones de trabajo, a veces por la esclavitud y la trata de personas que alimenta el trágico fenómeno de la prostitución; un grito de tristeza e impotencia por la contaminación del agua, del aire y del suelo”.
El papa Francisco envió un mensaje al cardenal Peter Appiah Kodwo Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, para que lo haga extensivo a los representantes de las comunidades interesadas por las actividades mineras que participan en el encuentro ''Unidos a Dios escuchamos un grito” organizado por ese dicasterio en colaboración con la red latinoamericana Iglesias y Minería.
''Vienen de situaciones diferentes y experimentan de diversos modos las repercusiones de la minería, ya sea la de las grandes empresas industriales, o la de los artesanos y operadores informales. Han querido reunirse en Roma, en esta jornada de reflexión que está vinculada a un paso de la Exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium', para que se escuche el grito de tantas personas, familias y comunidades que sufren directa o indirectamente por las consecuencias, a menudo demasiado negativas, de la minería”, escribió.
“Un grito por la tierra perdida; un grito por la extracción de riquezas del suelo que, paradójicamente, no ha producido riqueza para las poblaciones locales que siguen siendo pobres; un grito de dolor en respuesta a la violencia, a las amenazas y la corrupción; un grito de indignación y de apoyo por las violaciones de los derechos humanos, discreta o descaradamente pisoteados por cuanto respecta a la salud de las poblaciones, por las condiciones de trabajo, a veces por la esclavitud y la trata de personas que alimenta el trágico fenómeno de la prostitución; un grito de tristeza e impotencia por la contaminación del agua, del aire y del suelo; un grito de incomprensión por la carencia de procesos inclusivos y del apoyo de las autoridades civiles, locales y nacionales, que tienen el deber fundamental de promover el bien común”, sostuvo.
El pontífice recordó que “los minerales y, en general, la riqueza del suelo y el subsuelo constituyen un don precioso de Dios, que la humanidad ha utilizado durante miles de años Los minerales, de hecho, son fundamentales para numerosos sectores de la vida y la actividad humana. En la encíclica Laudato si' quise lanzar un llamamiento urgente a colaborar en el cuidado de nuestra casa común, para contrastar las dramáticas consecuencias de la degradación ambiental en la vida de los pobres y excluidos, y avanzar hacia el desarrollo integral, incluyente y sostenible”.
“Todo el sector minero está indudablemente llamado a efectuar un cambio radical de paradigma para mejorar la situación en muchos países. Los gobiernos de los países de origen de las empresas multinacionales y los de aquellos en los que operan pueda en contribuir a ello, así como los emprendedores e inversores, las autoridades locales que supervisan la ejecución de las operaciones mineras, los trabajadores y sus representantes, las cadenas de suministro internacional con sus varios intermediarios y los que trabajan en los mercados de estas materias, los consumidores de productos en los que se han utilizado minerales. Todas estas personas están llamadas a adoptar un comportamiento inspirado en el hecho de que constituimos una sola familia humana, 'que todo está relacionado, y que el auténtico cuidado de nuestra propia vida y nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás’”, aseguró
El Papa animó a las comunidades representadas en este encuentro a “considerar cómo pueden interactuar constructivamente con todos los demás actores involucrados, en un diálogo sincero y respetuoso. Espero que esta ocasión contribuya a una mayor conciencia y responsabilidad en estos temas: partiendo de la dignidad humana es como se crea la cultura necesaria para hacer frente a la crisis actual”.
Por último, Francisco le pidió al Señor que su trabajo en estos días sea rico de frutos, y que esos frutos puedan compartirse con todos aquellos que lo necesitan. Les pido por favor que recen por mí y con afecto los bendigo, así como a sus comunidades de pertenencia y a sus familias”.+