La industria del petróleo y el gas se enfrenta a una nueva ronda de recortes de costos. Además, se necesita una dosis de reflexión.
Los precios del crudo están bajo presión gracias a la combinación de China, Grecia e Irán. Eso, junto al pronóstico bajista de la Agencia Internacional de la Energía en su último informe, mina las esperanzas de una rápida recuperación este año.
En consecuencia, los productores de crudo se verían obligados a realizar más ahorros en el gasto. Todos los recortes, sin embargo, no se hacen igual.
Esta industria tenía un problema de costos a US$100 por barril, ni qué hablar con US$50 por barril. Cuando presentaron sus resultados del primer trimestre, los gigantes del sector mostraron la evidencia de que los costos de desarrollo en ambiciosos proyectos nuevos están ya cayendo. BP, por ejemplo, dijo que pretende ahorrar entre el 20% y el 30% en ciertas áreas y la industria en su conjunto está reduciendo gastos generales, suprimiendo puestos de trabajo y exprimiendo a los contratistas.
Hay mucho que recortar. El costo de encontrar, desarrollar y producir un barril de equivalente de petróleo casi se ha triplicado en la década anterior a 2014, según un análisis realizado por Morgan Stanley MS +0.60% y Boston Consulting Group. Esto se puede decir que infravalora la escalada real de los costos comparables ya que una proporción creciente de la producción es gas natural, que es más barato de producir. Ajustando esto e incluyendo el costo de capital, los analistas afirman que los costos por barril aumentaron a US$105 en 2014. El crudo Brent promedió casi los US$100 por barril el año pasado y en lo que va de 2015 cotiza aproximadamente en US$60.
Esto no puede arreglarse simplemente intensificando los ahorros de las compañías de servicios petroleros. Para empezar, esa industria tampoco estaba obteniendo beneficios jugosos en las épocas de bonanza. Los márgenes operativos para las compañías europeas de servicios han estado menguando desde 2008, señala Sanford C. Bernstein.
Aunque los costos descenderán, las mayores caídas podrían no centrarse en las áreas de interés de las grandes compañías, que se vanaglorian de emplear su peso y habilidad en grandes proyectos. La industria del petróleo de esquisto norteamericana ha registrado las mayores reducciones de costos, de entre el 25% y el 30% respecto a los niveles de 2014, estima Espen Erlingsen, de Rystad Energy. Este es un doble revés: la mayoría de las grandes petroleras tienen exposición limitada al crudo no convencional y la caída de los costos en las cuencas de esquisto mantiene fuerte la producción mundial, frenando los precios del petróleo.
Algunos segmentos de servicios mar adentro sobreabastecidos han experimentado descensos en los precios, con una caída de los precios de los pozos de entre el 30% y el 50%. Sin embargo, para los proyectos de construcción complejos y con intensa mano de obra, las caídas son cercanas al 15%, indica Erlingsen. No solo esto es el pan y la sal de las grandes petroleras, sino que los rápidos ahorros de los proveedores podrían ser de naturaleza cíclica. Los costos subirán de nuevo con celeridad una vez que las condiciones mejoren y la actividad se recupere.
Lo que la industria realmente necesita, según Morgan Stanley, es una reforma fundamental. Eso significa revertir años de caídas en la productividad, así como controlar una tendencia hacia proyectos sobredimensionados. Se ha comenzado proyecto a proyecto: Shell, por ejemplo, dijo que ha reducido el costo de su yacimiento Appomattox en el Golfo de México un 20% mediante ahorros de proveedores y cambios en el diseño.
Sin embargo, la próxima fase, afirman algunos ejecutivos, es estandarizar diseños y prácticas de trabajo, no sólo dentro de organizaciones sino entre compañías. En regiones con costos más altos como el Mar del Norte, coordinar los requisitos de salud y seguridad o patrones de mantenimiento podría mejorar la eficiencia y reducir costos.
No está todavía claro qué empresas se han decantado por esto. En realidad, la compañía de servicios petroleros Technip, TEC.FR +0.58% que anunció su propia reestructuración la semana pasada, dijo que ha encontrado clientes centrados en acuerdos mientras que se retrasan los proyectos.
Eso sugiere que la energía de los directivos se está consumiendo en la construcción de imperios y no en remodelaciones operativas. Las fusiones suelen implicar cierta reestructuración y racionalización por sí mismas, pero también riesgos añadidos por la combinación de empresas, y parte o todos los ahorros se van en una prima.
Sin un cambio interno de amplio alcance en los grandes grupos petroleros, los ahorros entregados a los inversionistas ansiosos podrían no tenerles satisfechos durante mucho tiempo.
Por Ron Bousso y Karolin Schaps y Dmitry Zhdannikov
Royal Dutch Shell prevé que los precios del petróleo se recuperen gradualmente en los próximos cinco años, con un progreso lento debido al persistente exceso de suministros globales y un menor crecimiento de la demanda en China.
El gigante angloholandés prevé que los precios del crudo suban a 90 dólares por barril al 2020, un supuesto clave en sus esfuerzos por comprar a su rival BG Group por 70.000 millones de dólares para ayudar a transformarlo en un importante participante en la costosa producción de petróleo en aguas profundas y los mercados de gas natural licuado (GNL).
"No estamos apostando a una recuperación de precios del petróleo de la noche a la mañana. Tomará varios años pero creemos que habrá un retorno de los fundamentos", dijo Andy Brown, director internacional de exploración, desarrollo y producción de Shell, que supervisa la producción de petróleo y gas de la compañía fuera de Norteamérica.
"Hasta ese momento, al igual que otras compañías, tendremos que asegurarnos de mantenernos sólidos", dijo en una entrevista con Reuters, al referirse a los recortes en el gasto de las petroleras en los últimos meses ante la caída de casi 50 por ciento en los precios del petróleo desde junio del año pasado.
Un alza en los suministros globales, debido mayormente al fuerte incremento en la producción de petróleo no convencional en Estados Unidos, ha presionado los precios del crudo.
En el corto plazo, Shell espera que el crudo Brent se recupere levemente desde los 58 dólares por barril actuales, previendo un promedio de 67 dólares por barril en el 2016 y 75 dólares en el 2017, en base a la oferta de la compañía por BG.
Las firmas petroleras rara vez revelan sus pronósticos de precios que respaldan sus estrategias futuras.
El presidente ejecutivo del rival de Shell, BP, Bob Dudley, dijo recientemente que espera que los precios del crudo se mantengan la baja por "un par de años con toda seguridad".
La caída en los precios impulsó la demanda a nivel global. En Estados Unidos, el consumo de gasolina ha aumentado a máximos de varios años en los últimos meses ante un mayor consumo de automovilistas y un aumento en las ventas de coches más grandes.
Según John Abbott, director de refinación, transporte y distribución de Shell, los consumidores también han aprovechado la caída de los precios del crudo para llenar los tanques.
En China, donde el rápido crecimiento económico desde inicios de la década del 2000 ha sido el motor de las escaladas en los precios de las materias primas globales, el panorama sigue siendo mixto.
"Por el lado del consumidor, el incremento interanual de 8,5 por ciento en las ventas de vehículos sigue ahí, y se necesita combustible y lubricantes para operar esos vehículos", dijo Abbott a Reuters.