El índice general de la Bolsa de Shanghái, el indicador de referencia de los parqués chinos, cerró hoy con ganancias de un 4.54 % (168.47 puntos), hasta los 3,877.8 puntos, con lo que continuó su recuperación de ayer, cuando ganó un 5.76% tras tres semanas y media de hundimientos.
El otro mercado del país, la Bolsa de Shenzhen, cerró el día finalmente con ganancias de otro 4,59 %, tras abrir esta mañana con un avance de un 1,94 % y sumar ayer un 4,25 %.
El indicador shanghainés, que ayer empezó a recuperarse repentinamente tras el anuncio de que la policía china está investigando actividades especuladoras en los mercados en estos últimos días, comenzó el día un 0,05 % a la baja, pero no tardó en entrar en positivo.
Al cabo de pocos minutos se metió en territorio de ganancias y no lo abandonó ya durante toda la jornada, en la que llegó a crecer un 6,02 % durante la mañana, mientras el portal del diario bursátil "China Securities Journal" revelaba que la policía y el regulador ya han investigado a al menos una decena de especuladores.
Ya con estas noticias circulando y con las bolsas al alza, 60 empresas que en los últimos días habían anunciado la suspensión temporal voluntaria de su cotización regresaron esta mañana a los mercados de tipo A (el principal del país, de acciones denominadas en yuanes), en total 33 de ellas en Shanghái y 27 en Shenzhen.
Con todo, quedan aún 1.340 empresas que mantienen su suspensión voluntaria anunciada en los últimos días (1.002 en Shenzhen y 338 en Shanghái), es decir, el equivalente al 48 % del mercado total de tipo A.
Al final más de 1.300 valores acabaron viendo suspendida automáticamente su cotización diaria, pero por el motivo contrario al que muchos sufrieron esta semana: por sobrepasar su límite diario de ganancias máximas permitidas, un 10 %, una nueva muestra de la volatilidad de los mercados chinos, multiplicada estos días.
La atención global que se le presta a Grecia es totalmente comprensible: la posibilidad de una salida de Grecia de la UE es un problema existencial para el segundo bloque económico más grande del mundo.
Pero la economía griega es más chica que la de Chile, que sufre en carne propia las fuerzas económicas globales más poderosas: la desaceleración de China y los crecientes superávits comerciales de Asia. En realidad, América del Sur es casi un canario en una mina de cobre cuando de estos temas se trata.
Su mayor efecto hasta ahora fue sobre las materias primas. Los precios del petróleo, por ejemplo, esta semana entraron en un nuevo mercado bajista; el crudo Brent _la referencia internacional_ cayó por debajo de los u$s 57 el barril. Eso perjudicará a los países exportadores de petróleo de otros lugares, desde Venezuela hasta Rusia _que recibe esta semana a China, India, Brasil y Sudáfrica en el marco de la séptima cumbre de los Brics. Sin embargo, el descenso del precio del petróleo apenas forma parte de un derrumbe más general de los valores de los commodities que le siguió al fin del auge encabezado por China.
Esta caída le cortó la respiración a los países desarrollados productores de materias primas como Australia, y grandes regiones del mundo emergente como Sudamérica. Esto puede verse en las tambaleantes tasas de crecimiento, las menores importaciones, los crecientes déficits comerciales y el derrumbe de la popularidad de los gobiernos en la región.
En Brasil, Dilma Rousseff conduce el gobierno con menor aprobación desde la dictadura que terminó en 1986; en Chile, el mayor productor de cobre del mundo, la popularidad de la presidente Michelle Bachelet se hundió a 27%; en Colombia, donde el presidente Juan Manuel Santos está luchando por alcanzar un acuerdo de paz con la guerrilla marxista, los índices de aprobación rondan el 28%. La situación es similar en toda la región. En todas partes, el creciente rechazo a los líderes dificulta la conducción de sus países en tiempos de vacas flacas.
Sin embargo, lo que perjudica a una parte del mundo puede ayudar a otra. En Europa, por ejemplo, los menores precios de los commodities ayudaron a compensar los deprimentes efectos de Grecia. El petróleo, los metales y los productos agrícolas más baratos mantuvieron baja la inflación y brindaron un incentivo a los consumidores. También ayudaron a contrarrestar la desaceleración asiática, que debilitó el empuje exportador de bienes de capital de Europa.
Suecia, con un sector industrial muy direccionado hacia Asia, sufre el deterioro de sus equilibrios comerciales desde que el crecimiento chino llegó a su pico hace cinco años. Alemania todavía muestra cierto crecimiento de exportaciones. Pero el desempeño se ve frágil porque el euro retrocedió 10% el año pasado. Las exportaciones estadounidenses también cayeron en mayo debido a las menores ventas a China.
La causa de tal debilitamiento del comercio _ya sea de commodities sudamericanos o de bienes de capital de economías desarrolladas_ es la menor inversión asiática. Su efecto dramático puede verse en el comportamiento de las importaciones chinas en mayo, que cayeron 17% y en el constante aumento del superávit comercial de Asia. En doce meses, este superávit llegó a u$s 450.000 millones en abril, según la consultora Andrew Hunt Economics, cifra dos veces superior a la economía griega. Desafortunadamente, como se debe a que bajaron las importaciones y no a que subieron las exportaciones, también se trata del tipo de superávit "equivocado".
Los modelos de proyección de datos sugieren que estaría afianzándose una incipiente recuperación en Estados Unidos, Japón y hasta en China, pese al derrumbe del mercado de acciones de Shanghai. Sin embargo, la contracción de las importaciones asiáticas sigue siendo un poderoso desinflador de la economía mundial. Por el derrumbe de los precios de las materias primas, Sudamérica por ahora es la región que más sufrió, aún cuando el abaratamiento de los commodities ayudó a otros.