Sobre la base de las proyecciones del mercado local de combustibles y las expectativas que suscita el progresivo desarrollo del shale, la Argentina podría sumar un sexto complejo refinador de envergadura en los próximos 10 años. Así lo estimó el CEO de YPF, Miguel Galuccio. Hasta ahora todas las destilerías están concentradas en el centro y norte del país. Esta vez podría tocarle el turno al sur, concretamente a Chubut, si las autoridades provinciales pelean un poco el proyecto, indican los especialistas.
Desde hace muchos años se encuentra en stand by un proyecto para construir una pequeña destilería en la ciudad chubutense de Comodoro Rivadavia, con el fin de aprovechar los 15 millones de m³ anuales de petróleo crudo Escalante que anualmente produce la cuenca del Golfo San Jorge. Sin embargo, la iniciativa, que apunta a procesar unos 980.000 m³ de crudo por año, aún duerme en los cajones del Ministerio de Ambiente de Chubut.
Escenario nacional
Actualmente la Argentina tiene 22 plantas refinadoras, 17 de pequeña envergadura y cinco de gran porte: las de La Plata, en Buenos Aires; Luján de Cuyo, en Mendoza, y Plaza Huincul, en Neuquén, que están en manos de YPF; la de San Lorenzo, en Santa Fe, manejada por el Grupo Indalo, y la de Campana, en Buenos Aires, que Pan American Energy (PAE) le compró a Esso.
En palabras de Miguel Galuccio, CEO de YPF, el paulatino aprovechamiento de los recursos hidrocarburíferos no convencionales de formaciones como Vaca Muerta, junto con las previsiones de crecimiento del mercado de combustibles a nivel local, invitan a pensar en la construcción de una sexta gran refinería en el mediano plazo. “El país precisará un nuevo complejo refinador para 2025”, aseguró el directivo en la última Conferencia Regional de Petróleo y Gas
Consultado al respecto, el ejecutivo explicó que sus palabras no necesariamente significan que YPF estará al frente del emprendimiento. “No obstante, siempre analizamos lo que ocurre en el mercado y es posible que pronto avancemos con un estudio de factibilidad para evaluar ese desafío”, señaló.
No es la primera vez que Galuccio remarca la importancia de fortalecer el negocio del downstream en la Argentina. A poco de haber asumido la conducción de YPF, por caso, manifestó que la sede central de la compañía en realidad residía “en las refinerías y no en la torre de Puerto Madero”. Y una de las primeras obras de su gestión fue, precisamente, la ampliación de la destilería de La Plata, en agosto de 2012.
Según datos del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG), el año pasado las 22 instalaciones de refinación operativas procesaron casi 30 millones de metros cúbicos (m³) de petróleo para elaborar naftas, gasoil, diesel, fuel oil y asfalto, entre otros productos. Así, la producción nacional de naftas alcanzó los 5,7 millones de m³ en el segmento “Súper” y los 1,4 millones en el “Ultra” (o “Premium”). La obtención de gasoil, en tanto, llegó a los 11,5 millones de m³, mientras que el diesel totalizó apenas 10.500 m³.
El sur también existe
De acuerdo con el relevamiento del IAPG, todas las refinerías se localizan en el centro y norte del país, lo que pone en evidencia la necesidad de montar un complejo para abastecer la región Patagónica.
Desde hace muchos años se encuentra en stand by un proyecto para construir una pequeña destilería en la ciudad chubutense de Comodoro Rivadavia, con el fin de aprovechar los 15 millones de m³ anuales de petróleo crudo Escalante que anualmente produce la cuenca del Golfo San Jorge. La iniciativa, que apunta a procesar unos 980.000 m³ de crudo por año, aún duerme en los cajones del Ministerio de Ambiente de Chubut.
Según Eduardo Barreiro, consultor del IAPG, a la Patagonia le hace mucha falta una refinería como ésa. “La propuesta data de 1999, cuando Petrominera determinó que sería rentable a través de un estudio de prefactibilidad. Una entidad norteamericana iba a financiarla, pero por entonces cayó el gobierno de Fernando de la Rúa y todo quedó en la nada”, recordó.
Hubo otros dos proyectos de mayor tamaño que tampoco prosperaron: uno para procesar entre 5.000 y 7.000 m³ por día, y otro para construir la cuarta refinería más grande del país, con una capacidad de 12.500 m³ diarios que cubrirían los requerimientos regionales y también permitirían exportar nafta y gasoil a Chile. “Es una pena que aún no se aproveche la existencia de un mercado cautivo, al que claramente beneficiaría recibir los combustibles desde Comodoro Rivadavia y no desde Buenos Aires”, completó.
“El país precisará un nuevo complejo refinador para 2025. Siempre analizamos lo que ocurre en el mercado y es posible que pronto avancemos con un estudio de factibilidad para evaluar ese desafío”
Todo a su tiempo
De acuerdo con Galuccio, antes de emprender la construcción de una nueva destilería para añadir valor a sus hidrocarburos, la Argentina deberá sortear el reto de hacer rentable el desarrollo del shale. “En ese sentido, la productividad de Vaca Muerta dependerá mucho del entendimiento de su subsuelo, que exigirá un gran approach tecnológico. Hoy el país dispone del mejor equipamiento que se puede encontrar en Estados Unidos y estamos utilizando las técnicas más avanzadas del planeta, pero hay que admitir que todavía no entendemos en detalle cómo se comportan las fracturas en el reservorio. Estamos abocados a mejorar en ese aspecto”, reconoció.
A su criterio, sin los costos adecuados resultará imposible alcanzar un gran desarrollo con agregado de valor. “Por otro lado, recién estamos dando los primeros pasos en materia de logística, transporte y manejo de agua y arena, entre otros ítems, en los que la industria local puede desempeñar un papel clave. Si no somos competitivos, no podremos desarrollar los recursos no convencionales a gran escala. Necesitamos mayores niveles de productividad en los servicios y optimizar los costos en la mano de obra, que siguen siendo altos”, destacó.
Ni el frenesí proselitista evitó que el Gobierno atendiera uno de los asuntos que más le importan a la estatizada empresa petrolera YPF. Aunque en los papeles los precios de los combustibles son libres, ayer funcionarios del Ministerio de Economía, a cargo de Axel Kicillof, le dieron el visto bueno a una nueva tanda de aumentos de precios, que comenzaron a aplicarse desde esta madrugada. Las subas rondan el 1,3% y se aplican a todos los productos que se venden en los surtidores de YPF en el país.
Como sucedió en ocasión de aumentos anteriores, luego la seguirán en la remarcación de las pizarras el resto de las petroleras, como Axion (la ex Esso), Shell, Petrobras y Oil (la petrolera del empresario Cristóbal López).
La nafta súper de YPF, uno de los productos más vendidos del mercado, que costaba hasta ayer $ 11,99 el litro, aumentaría casi 16 centavos y se iría hasta los $ 12,14.
Las petroleras sostienen que los aumentos de precios de los combustibles son para compensar los efectos de la devaluación del peso sobre sus números. Sucede que las empresas refinadoras compran el petróleo en dólares, pero venden sus principales productos en moneda local, por lo que la pérdida de valor del peso reduce sus márgenes de ganancia. Los aumentos periódicos son parte de la política que acordaron en diciembre del año pasado con Kicillof.
A principios de junio, las empresas habían aplicado un aumento promedio de 1,5% en las naftas y el gasoil que venden en todo el país. Hasta ahora, salvo en enero de este año, cuando por un acuerdo entre el Gobierno y las empresas los combustibles bajaron 5%, se aplicaron aumentos en los restantes meses del año. Con la suba de anoche, los precios ya superan el nivel que tenían antes de la rebaja de enero..