Pese a la reciente modificación del Estudio de Impacto Ambiental del Gasoducto Sur Peruano (GSP), que propone realizar variantes en determinados tramos del proyecto y cuyos trabajos de construcción se estiman que durarán unos 23 meses, los plazos para finalizar el proyecto no se modificarán, e incluso se adelantarían, según Daniel Hokama, Gerente de Relaciones Institucionales y Regulación del GSP.
“Tenemos un plazo máximo establecido en el contrato de 56 meses para concluir el proyecto, sin embargo se están haciendo esfuerzos para reducirlo. La construcción del tramo B y el tramo A1 se espera terminar en diciembre del 2016 y entrar en operación comercial el primer trimestre del 2017. El tramo final A2 concluirá en diciembre del 2017 y entraría en operación comercial el primer trimestre del 2018. Nos adelantaríamos un año al plazo fijado”, explicó Hokama.
Detalló que en el 2014 ya se invirtieron US$ 270 millones, este año se tiene proyectado invertir US$ 1.220 millones y en el 2016, otros US$ 1.650 millones más. Asimismo, a pesar de que las modificaciones que pretende hacer el consorcio del GSP tendrán un costo estimado US$ 238.2 millones, su presupuesto no sufriría mayor variación.
“Representamos el 50 % de los proyectos que se van a hacer en el sur y a nivel nacional el 20 %. La inversión total de proyecto suma aproximadamente US$ 4.200 millones. Es el segundo proyecto con mayor inversión en el país”, sostuvo.
El Gasoducto Sur Peruano tiene una capacidad garantizada de gas natural de 500 millones de pies cúbicos día con el objetivo primordial de llevar gas a todas la zona sur del país. Esto permitirá instalar casi 1.500 MW en el sur.
Para garantizar el mercado, Hokoma recomienda impulsar proyectos como las petroquímicas y toda la cadena del nodo energético. “Exportar es bueno, pero sería mejor que el gas se quede en el país e impulse la industrialización del sur”, sostuvo.
El ejecutivo se mostró preocupado por la casi nula actividad exploratoria en el sector gasífero. “Se necesita tener un mejor círculo virtuoso en la exploración. Hoy se tienen solamente dos lotes: el 88 y 56. Lotes como el 58, 57 o el 76 deben comenzar a trabajar en la generación de reservas”, dijo
“El MEM tiene un arduo trabajo para fomentar la mayor inversión en exploración y explotación de gas y mantener en el largo plazo las reservas energéticas. Estamos estancados en ese tema”, remarcó Hokoma.
Si bien al inicio de Camisea tuvo muchos detractores, y los beneficios no se vislumbraron a corto plazo. Hoy nadie puede negar la importancia de este proyecto para el crecimiento del país. En el caso del GSP el efecto parece ser igual.
“Camisea fue un proyecto exitoso que llevó a que, como país, nos demos cuenta de las ventajas que tiene el gas natural. Ahora la red de gasoductos del país debe crecer y cuando se viabilice la industrialización del sur, con el gas, la historia será otra”, puntualizó.
Hokoma también señaló que, a través de un reciente estudio realizado con Apoyo, se ha proyectado que el GPS, entre el 2015 al 2018, va a generar aproximadamente 17 mil puestos de trabajo de manera indirecta e inducida. Asimismo va a recaudar cerca de US$ 1.300 millones en impuestos.
A casi un año de la firma del contrato por el GSP, el proyecto ya ha generado más de 2,500 empleos directos y alrededor de 6,400 empleos indirectos, generando un importante impacto económico en las zonas de influencia.
