“Vamos a un gobierno con un presidente del mismo signo y pensamos seguir haciendo más o menos lo mismo”, dijo ayer el ministro de Economía, Axel Kicillof. La definición clave llegó ante un público empresario en un evento organizado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICYP), que lo aguardaba con ansias a la espera de indicios de lo que será el plan económico si gana la fórmula Daniel Scioli-Carlos Zannini. Kicillof afirmó que “lo que se viene es una fase de continuidad del modelo de industrialización con inclusión social” y aseguró que tras finalizar su mandato “no va a estallar ninguna bomba”, pero evitó referirse a la inflación, a las polémicas estadísticas del INDEC y al atraso del tipo de cambio.
El economista y también candidato a diputado porteño, llegó ayer al mediodía al hotel Alvear acompañado por el titular de Aerolíneas y candidato a jefe de Gobierno porteño, Mariano Recalde. La reunión consistía en un almuerzo y el ministro debía exponer, para luego contestar preguntas. Pero Kicillof, en cambio, a poco de comenzar su exposición pidió que los platos se sirvieran mientras el disertaba y cuando culminó su exposición (que duró poco más de una hora) se retiró. El ministro evitó así compartir mesa con los empresarios, pasando por alto uno de los motivos que encierra este tipo de eventos, donde compartir un plato de lomo y un buen vino, sirve de excusa para conocer lo que los funcionarios piensan en privado. De esta manera, el anfitrión Eduardo Eurnekian, el titular de la UIA, Hector Mendez, el presidente de la Bolsa, Adelmo Gabbi, el titular de Fiat, Cristiano Rattazzi y el banquero Jorge Brito debieron conformarse con compartir la mesa con Recalde.
“Pensamos un modelo de largo plazo”, “No voy a decir que todo lo hicimos perfecto pero hoy vemos los buenos resultados de nuestras políticas”, “Estamos acá para que sus empresas no sufran”, fueron algunas de las frases del ministro que despertaron criticas murmuradas por los empresarios (los mismos que ni bien Kicillof entró al salón principal del Alvear, se amontonaron a su alrededor con sus celulares en mano pidiéndole una selfie). Como ya es habitual en el ministro, no faltaron en su exposición las críticas a los ortodoxos. “El plan de la ortodoxia es sencillo y se aplica en toda circunstancia y a todos los países. No puede ser que la misma receta que usan para Grecia funcione para Argentina, Rusia y otros emergentes”, dijo Kicillof.
Sin embargo, esta vez su discurso tuvo más sabor a campaña política que a cátedra económica. Confesó que había preparado 104 filminas de PowerPoint (un clásico infaltable en sus discursos) pero sólo usó un par. Con la mirada atenta de los industriales (los mismos que off the record se quejan a diario de sus medidas) Kicillof afirmó: “Vinimos al Gobierno con el plan de reindustrializar el país. Desde 1976 a los 90 la producción industrial se ha pulverizado”. Aunque obvió mencionar que hasta las polémicas estadísticas oficiales muestran una caída en la actividad industrial de 22 meses consecutivos, el ministro se permitió una autocrítica “no podemos decir que nos salió todo bien, porque es una tarea muy compleja lograr una reindustrialización tardía”. Con el típico tono de los candidatos políticos (y en un apoyo tácito a Daniel Scioli), aseveró: “Nuestro plan es industrializar el país y no con las medidas convencionales. La industrialización necesita del Estado”. Kicillof, dio también pistas de lo que sería (a sus ojos) la gestión de Scioli si gana las elecciones. “Cuando el mundo cae, hay que inyectar demanda”.
Por Tomás Lukin
“Si este proyecto político sigue no va a estallar ninguna bomba, sabemos cómo continuar con el crecimiento económico y la inclusión social”, afirmó el ministro de Economía, Axel Kicillof, frente a directivos de las principales compañías argentinas en un almuerzo convocado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción. “Con el paquete liberal del ajuste monetario, fiscal endeudamiento y apertura indiscriminada nos vamos a la banquina”, advirtió el titular del Palacio de Hacienda al referirse a las propuestas y reclamos vertidos por referentes económicos de la oposición en ediciones previas del evento organizado por el presidente de Corporación América, Eduardo Eurnekian.
“El único instrumento para sostener la actividad en un momento de incertidumbre es el Estado inyectando poder de compra y demanda”, lanzó el funcionario al cuestionar el recetario ortodoxo ante una nutrida convocatoria. “Traje 104 filminas, va a ser como una cena show, pero al mediodía, les recomiendo que coman, si no se van a morir de hambre”, bromeó el funcionario antes de comenzar una intervención que se extendió durante más de una hora.
“Necesitamos un empresariado comprometido con el desarrollo del país. Eso significa que, cuando el Gobierno se endeude, exija que sea para agregar infraestructura y no para alimentar la bicicleta financiera del país”, expresó Kicillof mientras almorzaban empresarios como el banquero Jorge Brito y el petrolero Alejandro Bulgheroni, que aportó los vinos de la bodega familiar. “Para avanzar en la reindustrialización hay que dinamizar el mercado interno, que es donde ustedes colocan su producción. Las políticas de inclusión social fortalecen la capacidad de demanda de los argentinos pero después van a su rentabilidad”, sostuvo el titular del Palacio de Hacienda
Los organizadores y habitués de los almuerzos convocados por Eurnekian estaban sorprendidos por la abundante presencia de ejecutivos de primera línea que se hicieron presentes para escuchar al funcionario. Cristiano Rattazzi (FIAT), Gerardo Werthein (Telecom), Isela Constantini (GM), Eduardo Elsztain (IRSA), Héctor Méndez (UIA) y Juan Carlos López Mena (Buquebus) fueron algunos de los que pagaron su cubierto de 1300 pesos para escuchar al funcionario. “Ningún país periférico se industrializó sin una decidida y clara intervención del Estado”, indicó para reivindicar las iniciativas de defensa al consumidor y la nueva ley de abastecimiento resistidas por las principales cámaras patronales.
“Lo que está sucediendo en Europa es un genocidio”, sostuvo Kicillof al referirse a la crisis estructural de la Eurozona. “La ortodoxia es la misma en todos los países y épocas. No puede ser que el mismo programa económico que el FMI busca imponer en Grecia sea el que debe aplicar Argentina en 2016”, enfatizó el funcionario, que advirtió sobre el impacto de la renovada turbulencia financiera sobre los países periféricos. “La virulencia se puede desplazar hacia las economías en desarrollo”, sostuvo al referirse a la caída en el precio internacional de los commodities y una potencial “estampida” de capitales hacia los centros financieros. El presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, acompañó al funcionario en la mesa principal. A diferencia de otros eventos de los que participa, Kicillof fue acompañado por el viceministro Emmanuel Agis y el secretario de Comercio, Augusto Costa, entre otros funcionarios.
“¿Ahora te hiciste macrista? Si vos sos kirchnerista”, contó el presidente de la UIA, Héctor Méndez, que le dijo Kicillof durante una charla que mantuvieron antes de comenzar. “Me dijo que acá vienen sólo los economistas de derecha y yo le recordé que también viniste vos”, le comentó el presidente de la Bolsa de Valores, Adelmo Gabbi, al economista de la Gran Makro, Agustín D’Atellis, antes de ingresar al salón.
Si bien la organización sumó mesas, varios asociados a Cicyp quedaron afuera. Tendrán revancha el 5 de agosto cuando sea el turno del jefe de Gobierno porteño y precandidato presidencial, Mauricio Macri. Esta vez Antonio Estrany Gendre, de Pan American Energy, no llamó a “brindar por el capitalismo” como hace dos meses, sino que propuso hacerlo por “las familias”.