(MÁXIMO PACHECO*) Desde hace 50 años hay una pregunta que se repite en las regiones que producen electricidad: ¿por qué aquí pagamos más por la cuenta de la luz que en otras regiones que no tienen generación? Este tipo de interrogantes suele perderse en el limbo cuando prevalece el criterio tecnocrático y centralista. Llevamos años desconociendo este legítimo reclamo ciudadano, invocando razones técnicas o de ortodoxia económica. La solución más recurrente ha sido solicitar estudios que siempre concluyen que faltan más estudios. Ya está bueno que la economía escuche a la buena política. Y que los estudios den paso a decisiones.
Ya no es suficiente sólo con la medida costo-beneficio con que el hombre moderno se acostumbró a revisar todo. Tenemos que reconocer que las soluciones no pueden llegar desde un único modo de interpretar y transformar la realidad. Esto coincide con la Agenda de Energía que hemos promovido como gobierno, desde donde proviene el contenido y también el sentido del proyecto de ley de equidad tarifaria y de reconocimiento a la generación local que firmaremos hoy junto a la Presidenta Bachelet en Mejillones y con el que queremos terminar con las enormes diferencias que hay en el cobro de la cuenta de la luz en Chile y al insuficiente reconocimiento que reciben las comunas que contribuyen día a día con energía para el desarrollo de todo el país.
Sabemos que el desafío de contar con una mejor matriz energética depende de cuánto podamos unirnos como chilenos en pos de este bien común, ocupando el Estado el rol que le corresponde como articulador de esta gestión. Y este proyecto de ley constituye un paso importante. Hoy en Chile hay comunas que pagan 80% más de lo que pagan otras comunas por el mismo consumo eléctrico. ¿Y por qué pasa esto? Porque el factor de distribución dentro de la cuenta de la luz, es decir, el del último cable que llega del poste de la calle a la casa, depende de la densidad poblacional del lugar. Si vive más gente en el barrio, el cable rinde más y se prorratea entre todos. Tenemos que poner atajo a esta distorsión que afecta a tantos hogares en Chile.
Tampoco su expansión debe pensarse desde una perspectiva centralista. Chile no tiene petróleo, gas ni carbón, y es lógico que nos enfoquemos en los recursos que ofrecen nuestras regiones, como la radiación solar, los vientos, la biomasa, el agua y los volcanes. Pero esa riqueza tiene que ser compartida de manera justa con los territorios y sus comunidades. La energía tiene todas las facultades para contribuir al desarrollo local de manera amplia e inclusiva. La energía tiene esa gracia: alimentar las vocaciones territoriales.
Este proyecto de equidad tarifaria forma parte de la política de Asociatividad que estamos empujando por distintas vías en el campo energético. Chile por fin tendrá un solo sistema eléctrico desde Arica hasta Chiloé gracias al decreto de interconexión del Sistema Interconectado del Norte Grande (SING) con el Sistema Interconectado Central (SIC) que firmamos este año y cuyas obras están en plena construcción. En un sistema de estas características, donde la generación eléctrica que se produce en un rincón del país transita libremente por las redes de transmisión, sin que exista nada que distinga a un electrón de otro, es natural apelar a un esquema solidario que acabe con este tipo de anomalías, especialmente en zonas que aportan tanto en la producción de electricidad.
El proyecto de ley tiene un doble objetivo. Por una parte, queremos disminuir las diferencias de tarifas eléctricas residenciales entre las distintas zonas del país y, por otra, disminuir las tarifas de los clientes regulados en aquellas comunas que posean centrales de generación de energía eléctrica. Este reconocimiento a las comunas generadoras, como Coronel, Mejillones, Tocopilla, Quillota, Puchuncaví, Huasco, Santa Bárbara o Alto Bío Bío y tantas otras, constituye una forma directa, tangible y justa de vincular su esfuerzo con mejores condiciones de vida para sus habitantes. El efecto combinado de ambas medidas implicará una baja en las cuentas de la luz en 238 de las 329 comunas interconectadas a algunos de los sistemas eléctricos, con disminuciones que en algunos casos llegarán a 44%.
Este proyecto de ley tiene dos objetivos, pero también tiene dos caras. Por un lado, la energía, que en definitiva es sólo un medio para un fin más humano; por el otro, el de la igualdad, que es la razón por la que se mueven las naciones civilizadas.
*Ministro de Energía