Dos fenómenos relativos a la temperatura se presentan en la actualidad en el país. En la cordillera, sin interrupción desde -al menos- 1960, la temperatura ha subido sobre los dos mil metros de altura, a razón de 0,25 °C por década. Pero en la costa del norte y centro de Chile, el fenómeno es opuesto: aunque la temperatura también seguía una tendencia positiva desde hace 50 años, a partir de los 80 se revirtió y ha bajado 0,2 °C por década.
Así lo señala una revisión de datos meteorológicos liderada por Mathias Vuille, de la U. de Albany, Nueva York, en la que participó el chileno René Garreaud, subdirector del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2). El estudio, que incluye datos de Bolivia, Perú y Chile, constata que -a diferencia de lo que ocurre en otras zonas- en el caso chileno, es el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero lo que explica el alza de temperatura en la cordillera, que ya tiene impacto en los glaciares.
“Pusimos todas nuestras bases de datos y las analizamos de manera coherente y conjunta. Esencialmente identificamos que hay dos separaciones que hay que hacer, por periodo. Si analizamos desde 1960-1970 a 1990, uno observa que la mayoría de los lugares se están calentando (en costa y cordillera), el calentamiento es bastante pronunciado y uniforme”, explica Garreaud.
El cambio aparece en las series desde 1981 a la última década, cuando cerca del nivel del mar, los datos muestran un enfriamiento de la zona, lo que no ocurre en altura, donde el calentamiento ha seguido. “Si uno ve las estaciones sobre dos mil metros, el sistema se ha estado calentando constantemente, da lo mismo el año, la tendencia de la temperatura se ha mantenido ininterrumpida”, agrega.
Un dato más contra el llamado hiato, término con el que se ha identificado a la pausa o retroceso de la velocidad en que se calienta el planeta y cuya existencia, hoy es puesta en duda. “Una de las cosas importantes del hiato es que no es en todo el mundo, sino que es particularmente relevante en el Pacífico. La mayor parte del mundo se ha seguido calentando”, dice Garreaud.
A diferencia de lo que ocurre en Ecuador, por ejemplo, donde Bolívar Cáceres, del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, coautor del estudio, indica que las variaciones en la temperatura en su país “están relacionadas con el fenómeno de El Niño (fase fría o cálida)”, en Chile, si bien la variabilidad natural (la Oscilación Decadal del Pacífico o PDO) explica el enfriamiento en la costa, en el caso del calentamiento en la cordillera es atribuible al alza de temperatura del planeta. “Ese calentamiento más arriba es cambio climático. Eso es lo que sabemos por ahora”, asegura el investigador del CR2.
“En general, la actividad del hombre ha provocado cambios abruptos en el sistema climático. Nosotros esperaríamos que los glaciares respondan de igual manera”, dice Esteban Sagredo, de la U. Católica. El geógrafo ha estudiado el retroceso de distintos glaciares y señala que la velocidad a la que están perdiendo masa no se había visto en procesos naturales.
Andrés Rivera, glaciólogo del Centro de Estudios Científicos (Cecs), de Valdivia, explica que el calentamiento en altura ha provocado que la línea de nieve (punto en que la precipitación es sólida) esté más alta y que se incremente el derretimiento, especialmente en zonas más bajas de la cordillera. “Esta combinación ha tenido un efecto negativo en el sentido en que hay más derretimiento, ablación y, por lo tanto, los balances de masa de los glaciares de los Andes en este momento , especialmente centro-norte y centro-sur, ha sido negativo. Están perdiendo más masa que la que ganan en un año hidrológico y eso explica que haya un retroceso y una pérdida volumétrica importante en la zona”, indica.
La zona más afectada va desde la cuenca del Huasco (Región de Atacama) a la del Maipo (RM) y Cachapoal (O’Higgins) e influye tanto el aumento de temperatura como la disminución de precipitaciones. “Ha habido una importante variabilidad natural interanual y la zona centro norte - centro sur, además de experimentar en altura un incremento de temperatura, también ha experimentado disminución de precipitaciones. Llevamos siete años de sequía y eso tiene un impacto en los glaciares”, sostiene.
“El impacto combinado es que cada vez a mayor altura se está produciendo derretimiento que antiguamente era sólo en verano, en tres meses. Ahora tenemos caudales que se generan más temprano en el año”, indica el glaciólogo.