Por Leonardo Domínguez
Material depositado ácido, lagunas que desaparecieron total o parcialmente y vegas que se están secando constituyen el preludio contaminante de ríos de un informe elaborado por una consultora sobre los daños ocasionados por los escombros que la minera chilena Los Pelambres volcó en territorio argentino, más precisamente en Calingasta. El estudio fue aportado por la empresa Glencore, la operadora del proyecto Pachón, a la causa judicial donde hay una medida cautelar que exige remediar los residuos.
El informe, realizado por URS AECOM, revela que la escombrera está a punto de contaminar el Río Carnicería, que termina alimentando al San Juan, y se contrapone a otro que presentó con anterioridad Los Pelambres para que el juez federal Miguel Gálvez levante la cautelar que la obliga a remover los escombros sin tratamiento. Con toda esa información, el magistrado debe resolver ahora si mantiene vigente o no esa orden.
La disputa judicial se disparó en 2014, cuando Glencore demandó a Los Pelambres porque entre 2004 y 2011 utilizó como botadero de estériles (rocas con bajo o nulo contenido de mineral) una zona en territorio argentino. La escombrera tiene 1.6 kilómetros de largo, 600 metros de ancho y 70 metros de alto y un tercio quedó dentro del emprendimiento Pachón, es decir en suelo calingastino.
El estudio de la operadora de Pachón destaca errores e inconsistencias en el Estudio de Impacto Ambiental de 2003 de la firma que trabaja del otro lado de la cordillera. Entre otras cosas, asegura que “debido a las características mineralógicas del material extraído, es posible postular que casi todo el material depositado tiene un potencial neto de acidez y va a producir aguas ácidas”. Incluso, sostiene que una de las lagunas que está apenas a 200 metros de la pila de desechos “presenta un pH de 4,4, lo cual corresponde a aguas ácidas”, y que en la misma se detectaron “altas concentraciones de sulfato, nitrato y cobre”.
En otro punto vital, el estudio concluye que en la zona hay “un impacto ambiental directo sobre los cuerpos de agua ubicados en territorio argentino” y lo acredita a través de una comparación de imágenes satelitales de 2006 y actuales que demuestran que la escombrera les fue ganando terreno a lagunas que desaparecieron. Además, sostiene que hay vegas (terreno húmedo) muertas y que cuando todas se sequen, dejarán de contener el material ácido y que indefectiblemente llegará hasta el Río Carnicería, aguas abajo.
Como una forma de reforzar las conclusiones, el informe filtrado en los pasillos judiciales da cuenta de algunas cifras. Por ejemplo, sostiene que entre 2006 y 2014 el suelo cubierto por la escombrera creció hasta 52,8 hectáreas, mientras que la superficie ocupada por lagunas bajó 18,5 a 13,2 hectáreas y que las vegas pasaron de 13 a 4,3 hectáreas.
En su defensa, Los Pelambres elevó ante a la Justicia Federal con asiento en San Juan un informe de conclusiones opuestas. Pero el mismo está cuestionado en Chile a raíz de cómo fue obtenido por la empresa y de una carta de buena fe extendida por el ministerio del área minera a favor de Los Pelambres en el manejo de la polémica escombrera.