Por Nicolás Atkinson. 

La experiencia de ENAP y la envergadura de Codelco podrían ser las herramientas para que ellas, directamente o asociadas con terceros, permitan que la geotermia alcance el lugar que merece.

Según cifras de la Asociación Chilena de Geotermia, en Chile se podría llegar a generar hasta 16.000 MW con los recursos que se estima existen en el país, esto equivale aproximadamente al 85% de toda la capacidad instalada.

La realidad es que actualmente la generación eléctrica proveniente de la geotermia es cero. Las principales iniciativas estatales han consistido en programas de identificación y evaluación del recurso geotérmico, pero a diferencia del estudio de cuencas hidrológicas publicado este año, no se han incluido evaluaciones de elementos sociales, culturales, ambientales, turísticos, agrícolas ni forestales, entre otros.

El foco en priorizar la detección de zonas geotérmicas por sobre otros aspectos se explica debido a que la principal barrera para el desarrollo geotérmico son los elevados costos en etapas iniciales, particularmente durante la etapa de exploración. Esto incluso en un país como Chile, que cuenta en su territorio con el 15% de todos los volcanes del planeta y con cerca de un 20% de los volcanes activos continentales. Ahora, considerando las más de 300 áreas geotérmicas ya detectadas, parece inexplicable que la energía geotérmica en Chile, incluso por sus altos costos de exploración, se haya explotado a la fecha casi únicamente con fines recreativos.

El escaso desarrollo geotérmico para producción eléctrica es más inexplicable si se considera que las barreras detectadas por la industria han sido todas prácticamente levantadas. En efecto, se han alegado problemas de acceso a infraestructura de transmisión eléctrica, al encontrarse los proyectos en zonas remotas; ausencia de empresas de perforación y la falta de formación de profesionales expertos en el área; falta de un catastro del recurso; demora y falta de experiencia técnica de las autoridades competentes; incertidumbre en el proceso de evaluación ambiental; inmadurez del mercado financiero local para financiar este tipo de proyectos, y la dificultad para concretar contratos de suministro de energía eléctrica a largo plazo.

Qué es lo que se requiere entonces para impulsar la geotermia que hoy vive solo en el relajo de los baños termales. Por un lado, lo único que diferencia regulatoriamente a la energía geotérmica de otras energías renovables es que la primera se encuentra sujeta a un estricto y exigente procedimiento concesional. Por otra parte, la barrera de los elevados costos de desarrollo, particularmente en la fase final de exploración.

Para dar el impulso necesario, el sector privado debería considerar que ya se han empleado muchos recursos y tiempo, quizá demasiados, en el desarrollo de proyectos solares fotovoltaicos, los que empiezan a ser considerados ya como un commodity. El sector público debería evaluar la urgencia de al menos uno de los dos proyectos de ley para corregir el procedimiento concesional que se encuentran en primer trámite constitucional desde hace más de cinco años y evaluar seriamente un mecanismo que permita recuperar inversión en caso de reservorios que no cumplan las condiciones esperadas.

Finalmente, la experiencia de ENAP en sus empresas de geotermia y la envergadura de Codelco podrían ser las herramientas para que esas compañías, directamente o en conjunto con terceros, permitan que la geotermia alcance el lugar que su potencial le tiene reservado en la matriz energética chilena, diversificándola y descontaminándola o, al menos, permitiendo que Chile deje de ser uno de los países con mayor potencial geotérmico no explotado.

*El autor es abogado y experto en ERNC.