Gustavo Mozeris es ingeniero agrónomo y docente de la Cátedra de Sistemas Alimentarios de la Facultad de Agronomía de la UBA. Hace dos años presentó junto al ingeniero Hugo Cetrángolo y a la Cátedra de Química Analítica de la Facultad un estudio que advertía sobre la contaminación que generaría el dragado de los sedimentos del Riachuelo y la decisión de volcarlos en las aguas abiertas del Río de la Plata. Mozeris afirma que la advertencia no fue tenida en cuenta y sostiene que ahora la calidad del agua que toman las 17 millones de personas que viven en Capital y Gran Buenos Aires está seriamente cuestionada.
“Se trata de sedimentos que entran dentro de lo que se categoriza como residuo peligroso y deben tener un tratamiento especial, un confinamiento, un procesamiento. Son contaminantes cancerígenos”. El especialista reconoce que desde el ACUMAR –creado en 2006 a partir de la intervención de la Corte Suprema- hay un trabajo muy fuerte en la superficie pero asegura que, en el fondo, el Riachuelo sigue tan sucio como siempre y dice que es necesario dar un debate público y urgente sobre este tema
¿Cómo surgió el estudio que realizaron?
La facultad viene trabajando desde hace muchos años, te diría desde fines de los noventa en lo que es el relevamiento de los sedimentos de la Cuenca Matanza Riachuelo, en interacción además con la Facultad de Ciencias Exactas, sobre el impacto de la contaminación de la cuenca en la gente que vive a los costados, desde la zona agrícola ganadera, más aguas arriba, en Las Heras y Cañuelas, hasta el puerto de Dock Sud. Siempre se habla en términos de Riachuelo -que es la última porción y la más contaminada- pero en realidad la cuenca es mucho más grande y viene atravesando zonas rurales y zonas urbanas.
¿Dónde tomaron la muestra?
Trabajamos en la evaluación de los contenidos de los metales pesados en los sedimentos de la cuenca en la última fracción. Es la zona conocida como Cuatro Bocas, donde desemboca el Riachuelo contra el Río de la Plata y se colecta todo lo que la cuenca viene arrastrando sedimentariamente. Entre Dock Sud y el Puerto de Buenos Aires. Sabíamos que si evaluábamos ahí, íbamos a tener una idea de cómo había evolucionado después de las tomas de muestras que se habían hecho en los noventa y a principios de los 2000.
Y empeoró.
Y contra todo pronóstico, porque el ACUMAR viene trabajando fuertemente en la limpieza de la cuenca, la sorpresa fue que los contenidos eran tan elevados como en aquel entonces y más en algunos casos.
El agua que vos tomás
¿Cuáles fueron las conclusiones más preocupantes?
Los altos niveles de metales pesados encontrados en los sedimentos del Riachuelo. Tomamos conocimiento de una obra de dragado para poder entrar al Puerto con buques de mayor calado y de que la obra preveía tirar los sedimentos contaminantes en el Río de la Plata, aguas arriba de las tomas de agua de Bernal. Ahí, nosotros hicimos una presentación de los informes y alertamos porque según la normativa eso no se podía dragar y volcar libremente: entran dentro de lo que se categoriza como residuo peligroso y deben tener un tratamiento especial, un confinamiento, un procesamiento.
Pero no se hizo nada de eso.
No. El dragado a cargo de la empresa Exolgan fue la remoción de los sedimentos para que puedan ingresar los barcos. Pero de limpieza no hubo nada. Esos sedimentos no podían ser volcados en aguas abiertas del Río de la Plata porque -aunque fuera en lugares previstos con coordenadas- no tuvieron ningún tipo de tratamiento. Tanto la normativa española como la holandesa, indicaba que a esos niveles de concentración de cromo y de mercurio, estaba prohibido arrojarlos en aguas abiertas.
¿Qué niveles de contaminación encontraron?
Según la normativa española, el caso del cromo era categoría 2 y 3, las más elevadas. Cuando vos evaluás un conjunto de metales pesados, con que haya uno solo por encima de los niveles, ese es el que actúa como limitante. El cobre y el zinc eran categoría 2.
Ustedes dicen que esos tres millones de metros cúbicos de sedimentos que se volcaron son una amenaza para la salud de la población.
Sí, porque el Río de la Plata es la fuente de agua de toda la ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires. Eso existe en el Riachuelo, allá abajo, en el sedimento, ocluido y mezclado con un montón de otras sustancias orgánicas. Los contaminantes quedan en el fondo. A nadie se le ocurre ir a sacar agua del Riachuelo y tomársela. Si sacás esos sedimentos y los volcás en aguas abiertas, el cromo se diluye y ahí están las tomas de agua de Aysa, que abastecen a la ciudad. Por eso, nosotros decimos que hay que empezar a discutir cómo se autorizan estas obras que ponen en alto riesgo la salud de la población.
Las autoridades encargadas del dragado son Nación, provincia y ciudad.
Sí, porque en esta obra tomó participación la ACUMAR y la OPDS, la Organización de Producción de Desarrollo Sustentable, que es la que tiene competencia sobre las cuestiones de carácter ambiental
Entonces se agrava la contaminación pese al fallo de la Corte Suprema y a la creación del ACUMAR.
Hay un trabajo muy fuerte desde el punto de vista social y de limpieza de cuestiones que están más a la vista. Barcos que estaban hundidos en las orillas, el sacado de las areneras del primer tramo en el Riachuelo. Hay mucho de limpieza pero nada concretamente con respecto a los sedimentos y a la discusión de qué hacer con esos sedimentos.
Miguel Ángel Lico que es miembro del ACUMAR y administrador del Puerto de Dock Sud afirma que el estudio de ustedes no fue tomado en cuenta por nadie.
El informe tomó estado público y se puso a disposición pero la verdad es que no se ha podido avanzar mucho. Hubo algunas reuniones en la ACUMAR hace dos años, después se discontinuaron y no fuimos convocados. Es necesario crear una normativa propia para ver cómo se deben manejar los sedimentos de los distintos puertos, el de Buenos Aires, el de Bahía Blanca. Hace falta armar una comisión con todos los especialistas, que hay muy buenos en el país, en torno a lo que tiene que ver con sedimentos y contaminantes.
¿De quién es la responsabilidad mayor?
Esto tiene una connotación claramente técnica y de competencia directa de los organismos técnicos de contralor. Hay mucho por discutir.
Pescado podrido
¿Cuál sería el mensaje para la sociedad y cuál sería el llamado o la advertencia a los distintos niveles del Estado?
El llamado es doble, efectivamente. A la sociedad le diría que se informe, que no compre pescado podrido cuando le dicen que el Riachuelo está limpio. Lo esencial del Riachuelo es invisible a los ojos, está allá abajo, es un peligro potencial para la salud de los 17 millones de habitantes de la ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires. No se trata sólo de ver si está más limpio en términos de latas y de botellas sino de que haya un plan concreto de limpieza de lo que está ahí abajo. Ojo que, al momento de la pancarta, la limpieza del Riachuelo es un estandarte que no existe.
¿Ese plan concreto no existe?
No, no existe. El segundo llamado es a los que tienen su responsabilidad como funcionarios: recordarles que sus familias, sus hijos viven en la ciudad de Buenos Aires y que beben de esa agua: que tienen la responsabilidad de hacer cumplir las normas o de generar las normas que sean necesarias.
¿Qué tipo de enfermedades se pueden contraer?
¿Qué querés que te diga? En realidad estos contaminantes son cancerígenos. El cromo, el plomo…y es totalmente silencioso. Un hijo tuyo agarra de la canilla, toma…Aysa asegura un servicio de un agua que está en condiciones, pero qué pasa si no le prestamos atención a todos estos elementos.
¿Qué pasó con la presentación que hicieron ante la Justicia?
Nada. Fuimos a la Justicia para que se frene la obra y hoy está en la Corte Suprema, pero la verdad es que el dragado ya se hizo y el daño también. ¿Qué puede llegar a pasar? Que lo tomen en consideración y que hagan un fallo ex post y que ese fallo intime a las partes a sentarse a charlar con un plan concreto
¿Por qué plantean la necesidad de un debate público?
Yo siempre cito el Himno de la Universidad de La Plata que dice: “ya nos dijeron que el mundo es malo, por obra nuestra será mejor”. Por eso, pedimos el debate público con las universidades y los organismos de contralor. Es lo mismo para cualquier problema que abordes a nivel de desarrollo sostenible de la Argentina. Hablamos del impacto social y la competitividad de los sistemas productivos, no sólo en términos de ganancia sino de sustentabilidad. Lo social, lo económico y lo medioambiental. Esa ecuación sólo es viable cuando se logra un rédito económico sin dañar el medio ambiente. Si no, no tenés un espacio vivible.
¿En el caso del Riachuelo, la ecuación da inviable e invivible?
Exactamente. Porque económicamente vos me podés decir que si entran buques de mayor porte, todo mejora. Pero yo te digo si, hermano, pero me estás tirando toda la porquería que sacaste de ahí abajo en el Río de la Plata y no es viable -como sociedad- que me metas el cromo y el plomo en el agua que voy a tomar
De María Julia a Cabandié
¿Qué piensa cuando vuelve a escuchar la frase de María Julia Alsogaray “en mil días limpiamos el Riachuelo”?
Primero que no lleva mil días, lleva toda una vida. Y segundo, que en algún momento tiene que llegar el primero de esos días: tiene que empezar pero responsablemente y ese día no llegó. Aunque me quieran decir que el Riachuelo está más limpio y está más lindo, que está pintado. Ese día va a empezar cuando los organismos de contralor y el Estado nacional y provincial puedan trabajar seriamente con las industrias para evitar el volcado de todos sus desechos
El legislador Juan Cabandié fue el último que se mostró optimista con el tema.
Ese es el discurso. Por eso, yo digo que le pido a la sociedad que no compren pescado podrido y que se informen y antes de salir a flamear una bandera, que sepan realmente.
¿Qué se hace en los países que ustedes toman como referencia?
En Holanda, por ejemplo, arman planta de tratamientos de sedimentos. Tratan de aislar esos contenidos, hay otros sistemas a través de geomembranas, hay incineraciones, hay tratamiento progresivo. Obviamente es más costoso aunque lo paradójico es que las mismas empresas que operan acá, operan allá. Pero lo hacen de distinta manera. Mínimamente lo que pedimos es el mismo tipo de tratamiento.
La lógica de las empresas ya es conocida, lo que sorprende es la forma de actuar de las autoridades.
Uno, podría decir que ACUMAR está funcionando hace poco, hay mucho que ajustar en términos de procedimiento, darle mayor participación a las asociaciones de la sociedad civil y las universidades.
¿Cómo sigue esto de parte de ustedes?
Nosotros vamos a seguir adelante, tratando de hacer lo que hacen las universidades: aportando conocimiento para que se puedan tomar buenas decisiones.