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DEBATE
Olivera: de qué está hecho Scioli. Scibona: Kirchnerismo a contramano. Canton: Seguirán Echegaray, Vanoli y Galuccio
23/05/2015

Nadie sabe de qué está hecho Scioli

La Nación

El tono encendidamente kirchnerista de Daniel Scioli acaba de dejar perplejos a seis ejecutivos de bancos internacionales. Los temas fueron los de siempre: habló de gradualismo, recordó que sus asesores económicos eran Mario Blejer y Miguel Bein, y elogió a Cristina Kirchner. Pero lo relevante es el tono elegido por un candidato hasta hace un año pródigo en frases políticamente correctas: el del kirchnerista convencido, dispuesto a defender sin reparos el proyecto. ¿Sobreactuaba? ¿Por qué tanto esfuerzo en un encuentro reducido y hermético? ¿O la novedad es que piensa así? Los banqueros no se ponen de acuerdo.

El establishment centra ahora la atención sobre el gobernador más por instinto que por gusto: es el hombre que encabeza las encuestas. No vendría mal aquí consultar con su entorno, que suele definirlo como alguien tan desconfiado que cuida sus palabras hasta en La Ñata. ¿Y no lo haría entre banqueros? Hay un rasgo inequívoco que intensifica la inquietud empresarial: por alguna razón, el candidato decidió mostrar esa imagen. ¿Ha incorporado un gen kirchnerista?

El debate no es sólo entre hombres de finanzas. Esta semana, en la embajada de Holanda, otro grupo de ejecutivos discutía lo mismo: si Scioli llega a la Casa Rosada, ¿se emancipará de la lógica gobernante y empezará a resolver problemas concretos? La ansiedad se explica porque sus definiciones suelen ser las de un tarotista prudente. El martes, en el almuerzo con que el Club del Petróleo lo recibió en el hotel Marriot, tampoco despejó incógnitas. Cuando LA NACION le preguntó, por ejemplo, si dejaría a Miguel Galuccio en YPF, Scioli ensayó una voltereta que podría interpretarse como un sí, aunque quién sabe, por qué no, no nos adelantemos, y se despidió con un juego de palabras de combi escolar: "Soy respetuoso de todos los funcionarios de la Presidenta. No tomes lo que dije como una especulación. Está claro que YPF aumentó la inversión, produce más y Galuccio trajo inversiones de todo el mundo. Además, ahora empieza la exploraciónoffshore. De eso yo sé mucho. Off... ¡Shore?!"

Conclusión, nada. El jueves, los asistentes a un desayuno en la embajada de Canadá tuvieron la misma sensación. Invitaba la Cámara de Comercio Argentino-Canadiense, el tema era "La visión de Daniel Scioli sobre la matriz energética", y el orador, Franco Laporta, secretario de Servicios Públicos bonaerense. Cuando le preguntaron sobre el precio del crudo, regulado aquí mediante un complejo sistema que lo encarece 40% por sobre el valor internacional, Laporta sonrió, dijo que recién podría contestar eso el 11 de diciembre y redondeó a lo Scioli: "Paciencia para los cambios; tenemos tiempo, años".

Pero los plazos políticos no siempre son los económicos, ni las prioridades las mismas. Algunos sonrieron al oír a Laporta contar que, por motivos de eficiencia energética, el gobierno bonaerense había llamado a una firma de aires acondicionados para pedirle que no hiciera publicidad con una ventaja del propio electrodoméstico: se puede encender desde fuera de la casa.

El panorama no es menos ambiguo hacia dentro del kirchnerismo, donde Scioli es puesto a prueba casi a diario y desde donde vuelven a percibirse fisuras. La contienda más inmediata no es ya el cargo en que podría acompañarlo Axel Kicillof, sino una menos evidente que emerge en el campo de batalla peronista: la provincia de Buenos Aires. Allí, Aníbal Fernández, candidato hasta ahora preferido por La Cámpora para la captación de intendentes massistas, busca reafirmar su autonomía: "A mí nadie me elige a mis amigos", acaba de advertir internamente. Pero no todos los bonaerenses están convencidos. Empezando por el gobernador, que ve en la apuesta un doble filo. No sólo por el riesgo de encaramar al único precandidato bonaerense que, según las encuestas, le restaría votos, sino por razones de índole simbólico: la provincia donde el combate contra el delito es la principal demanda acabaría ofreciendo como gestor al juglar de la "sensación de inseguridad".

Este tironeo creciente se plasmó hace una semana cuando, hostigado por lo que definió como "operaciones" en su contra, Diego Bossio resignó la candidatura. El jefe de la Anses, que tomó la decisión luego de reunirse con tres miembros de La Cámpora y se lo comunicó personalmente a Máximo Kirchner a principios de la semana pasada, se refería a las tensiones que sufre su antigua relación con José Ottavis, vicepresidente de la Cámara de Diputados bonaerense, que parece haber mudado su adhesión a Aníbal Fernández. No sería el primer reacomodamiento de Ottavis, que en su momento sorprendió a La Cámpora por su capacidad para "pejotizarse". Tanto que en la agrupación, siempre nostalgiosa y propensa a exagerar, llegaron a bautizarlo "Paladino". Una referencia a Jorge Daniel Paladino, delegado personal de Perón ante el presidente Alejandro Lanusse. Enrique Pavón Pereyra, primer biógrafo en vida de Perón, recogió la definición que el líder del movimiento hacía de Paladino en tercera persona: "En vez de ser el delegado de Perón ante Lanusse, parecía el delegado de Lanusse ante Perón". El final de la historia es conocido: Perón reemplazó en ese rol a Paladino por Cámpora.

Ahora el que sospecha es Bossio, pero de la relación entre Ottavis y el jefe de Gabinete. Ve allí, por ejemplo, el origen del pedido de informe de Margarita Stolbizer sobre el supuesto uso de fondos de la Anses para publicidad. Presunciones complicadas. Las mismas que pueden haber acuñado un chiste interno: durante la campaña, la diferencia entre Bossio y Francisco De Narváez no era de género, sino de número, porque el ex dueño de TIA recorría la provincia con "la plata del abuelo", y el de la Anses, con "la de los abuelos".

Es cierto que Fernández tiene además respaldos y armas propias. Es, por ejemplo, como jefe de Gabinete quien debe firmar cualquier decisión administrativa en todas las áreas del Gobierno. Esa capacidad de persuasión que el kirchnerismo le reconoce para captar intendentes tampoco resulta nueva a los empresarios: lo demostró, por ejemplo, convocando anunciantes para el hockey.

Resignados ante encuestas, a las que les dan carácter de dogma de fe, algunos hombres de negocios interpretarían semejante escenario como el mal menor tras 12 años de kirchnerismo. En ese caso, la próxima obsesión consistiría en entender de qué está hecho Scioli, a quien hasta el año pasado valoraban positivamente: era el dialoguista que, a diferencia de Kicillof, podría anticiparles siempre la medida que está por tomar. Nada que no haya pasado otras veces. Algunos de ellos vienen de escucharle en privado un diagnóstico sugestivo al obispo Jorge Casaretto: "Yo siempre he querido una democracia liberal, pero, evidentemente, el argentino prefiere una democracia corporativa". El dedo en la llaga.

Kirchnerismo a contramano de Kirchner

Que la política económica sea definida por Cristina Kirchner y aplicada por Axel Kicillof, o viceversa, resulta casi anecdótico. Al fin y al cabo las decisiones son de los presidentes. Aun así, habrá que convenir que Kicillof es el tipo de ministro ideal para cualquier presidente convencido -como CFK- de que la política puede modificar leyes básicas de la economía; algo así como alterar por decreto la ley de gravedad. Por su ideología, Axel piensa igual y es un decidido impulsor del gasto público, la emisión monetaria y los subsidios al consumo, así como del exceso de intervencionismo para que los principales actores económicos deban pedirle permiso al Gobierno a la hora de fijar precios y salarios, exportar, importar, comprar o vender divisas.

No es extraño que Cristina lo haya elogiado públicamente como su "mano derecha, mejor asesor y mejor asistente"; una distinción que no recibieron sus antecesores, salvo Amado Boudou, a quien también le tocó ser activo partícipe -aunque más como rockero amateur- de una campaña presidencial. Ni que se desentienda de la incertidumbre económica que provocan las políticas cortoplacistas en zigzag y se traducen en retrocesos de la inversión y creación de empleos privados.

Para Cristina, el largo plazo va hacia atrás: sus invariables comparaciones con 2003 encubren que el crecimiento a "tasas chinas" del PBI hasta 2008 derivó en el virtual estancamiento desde 2012. Pero sugestivamente, cuando se habla de 2003 nadie en el kirchnerismo reivindica los enunciados económicos de Néstor Kirchner cuando hace 12 años juró ante el Congreso. Quizá no tanto porque Axel pueda descalificarlos como "neoliberales" (como a los economistas que sostienen ideas similares), sino porque fue el propio ex presidente quien se ocupó de ir demoliendo los tres pilares de su "modelo" (superávit fiscal, externo y tipo de cambio competitivo) desde que desplazó a Roberto Lavagna. Y a partir de entonces se embarcó en una política populista que fue exacerbada antes y después de su fallecimiento.

De ahí que sea ilustrativo comparar algunos de aquellos enunciados del 25 de Mayo de 2003 (en itálica) con lo que vino después, para entender las contradicciones entre el punto de partida y de llegada de la era K:

"La sabia regla de no gastar más de lo que entra debe observarse. El equilibrio fiscal debe cuidarse (.) con más y mejor recaudación, y eficiencia y cuidado en el gasto. El equilibrio de las cuentas públicas, tanto de la Nación como de las provincias, es fundamental." El superávit se convirtió en déficit desde 2009 y en 2015 apunta a superar el 6% del PBI, pese a la presión tributaria récord (casi 40% del PBI) en todas las jurisdicciones. La mayoría de las provincias son deficitarias.

"El país no puede continuar cubriendo el déficit por la vía del endeudamiento permanente, ni puede recurrir a la emisión de moneda sin control, sin correr riesgos inflacionarios que siempre terminan afectando a los sectores de menos ingresos." Con la nueva Carta Orgánica del BCRA en 2012, no sólo se convalidó el uso directo de reservas para pagos del Tesoro, sino que se ampliaron los límites de emisión para cubrir el bache fiscal. Hoy el Tesoro vuelve a endeudarse para no dejar en infracción al BCRA. En 12 años, la inflación acumulada supera 900% y la pobreza afecta al 25% de la población.

-"[Habrá] trajes a rayas para los grandes evasores, en la seguridad de que si imponemos correctamente a los poderosos, el resto del país se disciplinará." No hubo condenas en firme por evasión y ese riesgo se diluyó con los blanqueos de 2009 y 2013; este último gratuito y aún vigente. Ni hay voluntad política de combatir la evasión en la producción (o importación) clandestina de productos que alimentan la proliferación del comercio ilegal.

"Con equilibrio fiscal, ausencia de rigidez cambiaria, mantenimiento de un sistema de flotación con política macroeconómica de largo plazo, [la continuidad] del superávit primario y del superávit externo, nos harán crecer en función directa de la recuperación del consumo, de la inversión y de las exportaciones." Fue una afirmación válida hasta 2008. Luego los "superávits gemelos" se transformaron en déficits y el tipo de cambio real fue reducido en 2010/11 para catapultar los sueldos y el mayor consumo, a costa de una gran fuga de capitales. Desde el cepo cambiario retrocede la inversión, las exportaciones y el superávit comercial.

"Los fondos externos deben ser complementarios del desarrollo de los mercados locales y su gran atractivo está ligado a que sean fondos de inversión extranjera directa -inversión productiva-, que no sólo aportan recursos, sino también (.) progresos en la tecnología de procesos y productos." En la era K, la Argentina cayó del 3º al 6º puesto en América latina como receptor de IED. El golpe de gracia fue el freno a la remisión de utilidades desde fin de 2011.

"Nuestras mejores posibilidades se ubican en torno al avance de la calidad institucional, en el marco de una economía seria y creíble." La ley de emergencia económica, aún en vigor; la falsificación de estadísticas del Indec; las arbitrariedades de Guillermo Moreno; los controles cambiarios; las leyes exprés sin debate, el avance sobre la Justicia, etc. fueron a contramano de esa intención.

"Produciremos cambios en el sistema impositivo para tornarlo progresivo, lo que permitirá luego reducir alícuotas en función de la mejora en la recaudación." Nunca se redujeron impuestos aunque mejoró la recaudación y los más regresivos o distorsivos son los que más pesan. Creció la presión de Ganancias sobre empresas y asalariados al no ajustarse bases imponibles por inflación y lo mismo pasa con Bienes Personales.

-"Estamos ante un final de época; atrás quedó el tiempo de los líderes predestinados, los fundamentalistas, los mesiánicos." Afirmación desmentida por el relato oficial, la realidad y la ausencia de todo diálogo político entre oficialismo y oposición.

"Vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero, además, quiero un país más justo." Sin comentarios.

¿Seguirán Echegaray, Vanoli y Galuccio después del cambio de Gobierno?

Clarín.com

(Por Marcelo Cantón) Son tres hombres clave en el manejo de la Economía. Alejandro Vanoli preside el Banco Central; Miguel Galuccio encabeza YPF, la primera empresa del país; Ricardo Echegaray conduce la AFIP, la fuente de ingresos del Estado. Y los tres tienen en común un punto: pretenden que sus designaciones superen el cambio de Gobierno, quedarse con la nueva administración. En los equipos de Scioli, Macri y Massa los miran con cierto recelo, pero algunas chances tienen, aunque no todos por igual.

Vamos por partes. Vanoli estuvo en el centro del debate esta semana, luego de decir en un reportaje con El Cronista que después del 10 de diciembre se veía “cumpliendo mi mandato”, y añadiendo que “gane quien gane, se va a respetar la autonomía del Banco Central”. En otras palabras, diciendo que se quedaba. Pero además, abriendo un debate sobre hasta cuándo tiene mandato: si hasta 2019, como si fuera un cargo nuevo, o hasta setiembre de 2016, por estar completando el término de Mercedes Marcó del Pont. Este cronista habló con tres economistas, uno del sciolismo, otro del macrismo, el tercero del massismo. Si sus respectivos jefes llegan a la Casa Rosada, estos tres hombres serán o ministro de Economía o presidente del Banco Central. Su opinión pesa. Y coinciden en un punto: el mandato de Vanoli vence en setiembre próximo. Pero hay más.

“Llegamos y se va”, dicen sin ninguna duda en el macrismo. “El y los directores que acompañan su gestión, incluyendo los tres que acaban de designar”. “No sigue”, coincide con dureza el hombre del massismo. Con la gente de Scioli, el tema es más complejo. El gobernador en persona ha dicho a empresarios que Vanoli, Echegaray y Galuccio siguen en su cargo. “Pero lo que verdaderamente piensa Daniel sobre este y otros temas será algo que se irá develando luego de las PASO”, dice con misterio el hombre consultado, del riñón más íntimo del precandidato del Frente para la Victoria.

Es interesante el análisis de esta fuente: “Daniel es como un maratonista que corre los 42 kilómetros; ahora está en el momento en que se choca contra la pared de los 32 kilómetros, esa crisis que ataca al corredor y que tiene que atravesar para poder llegar a la meta. El ahora tiene que superar este momento; su objetivo es llegar, en eso está. Pero que quede claro, no confirmó a nadie”.

Pasemos a Echegaray. Ahí el ruido parece intenso. El hombre del massismo es claro: “Sergio lo saca”, dice. Coincide el del macrismo, pero con argumentos concretos: “ha participado de persecuciones a opositores con datos fiscales, es un antecedente que Mauricio mira con detalle: su gestión tiene que arrancar con todo muy ordenado, limpio”. El del sciolismo, en cambio, hasta arriesga un nombre. “Creo que el titular de la AFIP con Daniel va a ser Rafael Perelmiter, el ex ministro de Economía de la provincia; es claro: fue el contador del padre de Scioli”, explica.

¿Y Galuccio? Macri lo ha elogiado: “Es un hombre del gremio, con conocimiento, que tiene una idea hacia dónde ir. Me parece el elemento más valioso de los que ha tenido este gobierno a la hora de convocar”, dijo tiempo atrás el Jefe de Gobierno porteño sobre el presidente de YPF. “Es un profesional reconocido”, añade nuestra fuente macrista. En el massismo la visión es otra. “Con nosotros no sigue, Massa conoce negocios que se han hecho en YPF que no le gustaron”, dijo el hombre consultado. No hay que olvidar que el ex intendente de Tigre tiene buena relación con los petroleros Bulgheroni, largamente enfrentados con el jefe de YPF. Es, otra vez, interesante la visión del sciolismo, donde Galuccio parecía tener todos los boletos comprados. Pero hoy hay fuerte debate interno. “Se está hablando de si se sigue el modelo actual, con YPF encabezando el negocio petrolero, o se va a otro, donde entren otros grandes actores internacionales, directamente, sin asociarse con YPF. Es lo que sostiene Jorge Sapag, ex gobernador de Neuquén, y posible ministro de Scioli”, dicen.


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