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DEBATE
Rómulo Mucho: Que Tía María no sea otra oportunidad perdida
14/05/2015
MINING PRESS

Para que una sociedad se desarrolle, debe experimentar previamente un crecimiento económico sostenido. No se puede crecer sin inversiones. Oponerse a las inversiones es consecuentemente, oponerse al desarrollo. Las inversiones de mayor envergadura en el Perú se realizan en el sector minero. Los recientes hechos en torno al proyecto Tía María nos llevan a la conclusión de que el desconocimiento y la desinformación están superando a la razón. La inversión en este mediano proyecto minero beneficiará enormemente a la población de Islay. Arequipa exportó en el 2014 US$ 3,057 millones (el 8% de la exportación nacional), de los cuales, el 80% corresponde a la minería. Tía María incrementaría en 18% las exportaciones de Arequipa y en 1.7% el total de la exportación nacional. Esto representaría un incremento de 21.7% en las exportaciones sólo mineras de Arequipa. Por otro lado, la producción de Arequipa contribuye con el 5.5% del PBI nacional. La producción de Tía María representaría el 7.7% del PBI de Arequipa y añadiría al Perú el 0.35% de su PBI. Estas cifras son importantes si se tiene en cuenta que en el 2014 hemos tenido un déficit de US$ 3,000 millones (1,9% de nuestro PBI) en nuestra balanza comercial. Por otro lado, se calcula que en minería, por cada puesto directo de trabajo se generan nueve puestos indirectos. En la etapa de construcción este proyecto generará aproximadamente 3,500 puestos de trabajo directo, S/. 561 millones en ingresos anuales al Estado, S/. 287 millones en Canon y regalías al año, S/. 100 millones de aporte directo para el valle del Tambo y S/. 81 millones en compras locales al año según información de la empresa. Esto dinamizará la economía de las áreas de influencia directa e indirecta.

No es cierto que la minería afecte a la agricultura peruana

Desde la época de la colonia, en la sierra de Lima se han ubicado una gran cantidad de minas muchas de las cuales, continúan operando. El valle del Rímac viene siendo una muestra de cómo la minería y el agro coexisten durante siglos. La desaparición de zonas agrícolas en Lima no se debe a la minería sino a su crecimiento urbano sin planificación. Según datos del Economista Iván Alonso, en el 2012 las producciones mineras de Ancash, Cusco, Arequipa y Cajamarca representaban la mitad del PBI minero peruano es decir que, se puede afirmar con objetividad que se trata de los principales centros mineros del Perú. Contrariamente a lo que dicen los opositores a la minería, entre el 2007 y el 2012, el PBI agrícola creció 19% en Ancash, 23% en Cusco, 20% en Arequipa y 12% en Cajamarca. Por otro lado en sólo 9 años (entre 2004 y 2013), la superficie cosechada de los principales cultivos como arroz, frejol, maíz, papa y trigo se incrementó en 23% pues pasó de 287,000 a 353,000 hectáreas. Las cifras nos dicen que el Estado peruano y el sector empresarial minero deben trabajar arduamente para hacer entender a la población que la minería no afecta a la agricultura. Se debe realizar (salvando las distancias) una especie de “evangelización” en todas las poblaciones de las áreas de influencia de la actividad no sólo minera sino en general extractiva, sobre la importancia de éstas cuando son socialmente responsables con énfasis en el cuidado del ambiente.

Quien debiera poner en valor a la minería ante la población es el Estado. Pese a que en muchas zonas rurales del Perú es la empresa minera la que realiza labores que le corresponden al Estado, éste no sabe corresponder a uno de los sectores que más contribuye al PBI y en general a dinamizar las economías de zonas apartadas de los centros urbanos, muchas veces, arriba de los 4,000 msnm, donde existe una débil presencia del Estado y donde no existe la posibilidad de desarrollar agricultura ni ganadería. Sugiero que ante la inoperancia del Estado en este aspecto, sea el gremio empresarial minero el que tome la iniciativa pero en un trabajo coordinado con los gobiernos locales y/o regionales y con los líderes locales. Alguien tiene que empezar ya con este urgente trabajo. La población peruana tiene que saber que una cosa es la minería antigua para la que prácticamente no había regulación en materia ambiental y otra muy diferente es la minería moderna que es quizá, la actividad extractiva más regulada en el mundo. Por otro lado, el sector empresarial minero tuene que interiorizar que la minería es hoy, un dinámico agente cambio social. No puede limitar su actitud en este sentido a una relación meramente transaccional con las poblaciones.

El valor de un recurso natural en el tiempo

Otro aspecto a tener en cuenta es el del valor del recurso natural en el tiempo. Según Financial Times, durante todo el 2014 el precio del cobre disminuyó en 14% y, sólo en lo que va del 2015, el precio del cobre ha disminuido en 12%. Los analistas de Barclays plantean que una disminución del 10% en el precio del cobre en el 2015, generaría una disminución en la ganancia por acción en las empresas especializadas, de un orden entre 21 y 43%. Para nadie es novedad que los precios de los commodities experimentan alzas y bajas describiendo ciclos. Lo relevante en toda esta situación es que no se puede determinar con exactitud el inicio de un nuevo ciclo. El avance de la ciencia puede hacer que dentro de pocos años se encuentre el sustituto del cobre. En ese momento los recursos del proyecto Tía María no valdrán lo que valen hoy pese a los precios bajos del cobre. Alguien dijo alguna vez “la edad de piedra no terminó porque se acabaron las piedras sino porque apreció el bronce”. Lo mismo va a suceder con el cobre y con otros materiales. Algo similar ya ha sucedido con el guano de las islas y con el caucho sin embargo, seguimos sin aprender la lección. El cobre es hoy el conductor eléctrico más utilizado en la construcción de viviendas, en la industria, en la cibernética, etc. pero ¿hasta cuándo? Un recurso natural tiene valor si alguien está dispuesto a invertir para extraerlo y procesarlo pero sobre todo, si alguien está dispuesto a comprarlo. Si uno de estos elementos falla, el recurso natural carece de valor. Tenemos que saber aprovechar en su debido momento, lo que la naturaleza nos ha brindado.


Lo más aconsejable: una tregua

Un dicho muy antiguo dice: “lo que empieza mal, termina mal”. Nadie desea un mal final para el proyecto Tía María pero, los últimos acontecimientos en torno a este proyecto llevan a cierta cantidad de peruanos a pensar que sería mejor detener este proyecto. Particularmente considero que ésta no sería una buena medida. Lo más aconsejable es que las partes activas en conflicto opten por una tregua. El declarar la inviabilidad del proyecto Tía María –como pretenden los antimineros- sería un mal precedente para los próximos proyectos de la minería peruana. Sería un grave atentado contra nuestro desarrollo.

En estos momentos, hablar del deficiente papel del gobierno desde un inicio o de la intransigencia de los opositores al proyecto, no tendría mayor efecto respecto a la solución del conflicto. Lo que los peruanos debemos hacer, es generar un lapso prudencial que podría ser de un año o dos, para reflexionar sobre cuál debiera ser la mejor solución. Hacer cumplir la ley por medio de la fuerza en estos momentos podría resultar contraproducente. Tampoco se puede aceptar que una minoría anti minera imponga su punto de vista en base a protestas violentas.

El costo de la protesta en Islay para Arequipa va creciendo día a día. Me refiero tanto al costo económico como al costo social. Un cálculo estima que en los más de 45 días de protesta se ha perdido S/. 120 millones al impedirse la cosecha de arroz. Así mismo, se ha generado pérdidas por más de S/. 170 millones en azúcar, leche, carne y otros artículos que no han podido ser trasladados a tiempo debido al cierre de las vías de acceso. Por otro lado, los escolares de la zona están perdiendo días de clase en los colegios. Como siempre, quienes más sufren las consecuencias son los más pobres. Esto nos hace ver que el mayor de todos, es el costo intangible. El no aprovechar sosteniblemente y en su debida oportunidad el recurso natural de la zona provocará un retraso en varios años el desarrollo de Islay.

Los peruanos tenemos como reto ahora, determinar la mejor manera de resolver conflictos sociales cuando una de las partes no se quiere sentar a dialogar. Esta es la estrategia que están aplicando los anti mineros de manera ya repetitiva. En el diálogo se expondrían las “razones técnicas” por las que el proyecto no debiera realizarse. Ante la imposibilidad de poder sustentar técnicamente su punto de vista, optan por “patear el tablero” y desarrollar en cambio acciones violentas aun sabiendo que la actual tecnología permitirá un desarrollo minero cuidadoso del ambiente.

Hay acciones que la empresa podría plantear antes de empezar el proyecto. Sugiero el establecimiento de un seguro agrario así como el apoyo en tecnología y crédito al agro en riego tecnificado y ampliación de la frontera agrícola con fines de agro exportación basada en la asociatividad de productores. Para lograr el desarrollo de Islay, urge eliminar el costo del desconocimiento. El proyecto Tía María no debe ser otra oportunidad perdida


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