Por Miguel Ángel Flores Isuani.
Como una especie de luz al final del túnel que no disipa del todo una crisis de más de un año y varias licitaciones nacionales frustradas, Impsa se aferra ahora a proyectos de energía nuclear en Argentina. Luego de hacerse cargo de renovar equipos para Central Embalse en Río Tercero, con un contrato de U$S 151 millones, se prepara a dar otro paso con el proyecto Carem, de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica) que, más incipiente y en el Sur del país, promete reportarle otros U$S 78 millones.
El ensamblaje del primero de los 4 generadores de vapor concesionados a Impsa para Embalse comenzó el 30 de abril y es parte de la extensión de vida útil de la central que cumplió 25 años. De 600 megavatios netos (abastecen la demanda de 4 millones de personas entre Cuyo, región Centro, Gran Buenos Aires, Litoral y NOA) aumentará su potencia 6%.
Tan importante es la apuesta a emprendimientos de este tipo de energía renovable para la nave insignia de Enrique Pescarmona que terminó de construir una planta en su predio de la zona industrial de Godoy Cruz. De allí saldrán los módulos rumbo a Río Tercero, en Córdoba, cuyo presupuesto total es de U$S 700 millones, casi 5 veces lo que cobrará la multinacional mendocina.
En cualquier caso, se trata de una bocanada de aire fresco para las finanzas de Impsa, ahogadas tanto por falta de trabajo en el país como de fondos de megaproyectos hidroeléctricos que sigue sin cobrar al Estado venezolano (Tocoma), y Brasil (Santa Catarina), donde terminó en convocatoria de acreedores.
El negocio de los generadores
Técnicamente, Embalse produce energía por fisión nuclear, con uranio como combustible y agua pesada como refrigerante del vapor que sale de los generadores construidos por Impsa, producto de elevar la temperatura del agua a 300º que, a partir del intercambio de calor, termina por alimentar una turbina que transforma la energía nuclear en eléctrica. Cada uno contiene 3.530 tubos en U, más de 7 mil contados en pares, es un minucioso diseño de ingeniería que exige máxima precisión.
"Es tan difícil como tratar de enhebrar un hilo en nueve agujas. Pero gracias a algunas mejoras tecnológicas, con este desarrollo se va a incrementar la potencia actual de Embalse”, explicó Leonardo Catinelli, responsable de Calidad Nuclear de Impsa, respecto del proceso de ensamblado de generadores, en el que se utilizan tubos metálicos de fabricación nacional (FAE) y un generador nuclear provisto por la firma canadiense Babcock & Wilcox.
Por otra parte, Carem, un proyecto de 25 megavatios eléctricos, marca el nicho con el que quiere diferenciarse de sus competidores a la hora de salir al mundo: el de pequeños generadores nucleares, de hasta 100 megavatios, para facilitar este tipo de fuente energética a países con escasez de agua y sin viento, como algunos del sudeste asiático.
Junio, un mes clave
En tal sentido, el gerente comercial de la firma, Jerónimo Majorel, destacó que Carem, con un plazo de ejecución de 3 años “está en la etapa inicial, pero con contrato firmado para proveer recipiente y dispositivos bajo normativa de primer nivel mundial. La energía nuclear ya equivale a una parte importante del negocio para Impsa”.
Todo suma para revertir la crisis. Entre Tocoma y Santa Catarina, la multinacional mendocina llegó a acumular una acreencia cercana a U$S 900 millones, aunque la situación en el vecino país la llevó al default y a una convocatoria de acreedores que debe resolverse en junio.
“Vamos a tener en cuenta lo que piden los acreedores. Pero la consigna para negociar es que la mayor prioridad tiene que ver con mantener operativa a la empresa. Si no, se muere”, vociferaba ayer un alto ejecutivo de la empresa en comunicación telefónica con representantes en San Pablo, acerca de las instrucciones.
Alrededor de U$S 200 millones de la deuda global que debe reestructurar Impsa corresponden a préstamos bancarios. Cabe recordar que, a diferencia de lo que establece la ley de Concursos y Quiebras en Argentina, cualquier proveedor brasileño que se considere afectado por el incumplimiento de una empresa puede recurrir a la Justicia para pedir su quiebra; en el caso de la firma de Pescarmona, el juzgado de Sao Agostino dio lugar a un concurso del que ahora intenta salir a flote.
Mientras tanto, pese a todo, en la nave principal de la planta en Godoy Cruz, los tornos siguen dándole forma a turbinas para la fase 6 de Tocoma. “Está previsto por contrato, pese a que el incumplimiento de pago no nos obliga. Ojalá resurja cuando termine la crisis del petróleo que sacude a productores como Venezuela y golpea el desarrollo de energía renovable”, confió Majorel.
Por Roxana Badaloni.
En medio de una crisis financiera por la caída de la actividad en el país y problemas de cobranza en Venezuela y Brasil, la metalmecánica Impsa, del Grupo Pescarmona, vuelve apostar por la energía nuclear. En su planta de Mendoza, comenzó con el proceso de entubado del generador de vapor N° 2 para la Central Nuclear Embalse. El proyecto de reemplazo y extensión de vida de la Central Embalse, que está ubicada en Córdoba y cumplió 30 años, significará una inversión de US$ 1.200 millones.
El proyecto concluye en diciembre, lo que permitirá darle a la planta nuclear una vida útil de otros 25 años. En 2010, Impsa firmó este contrato con Nucleoeléctrica por US$ 159 millones. “Volvemos al ámbito de la fabricación de componentes pesados para la energía nuclear después de 30 años”, destacó Jerónimo Majorel, gerente Comercial de Impsa.
El proceso que están realizando en la planta de Godoy Cruz consiste en la ubicación de 3.540 tubos dentro de cada generador por donde se traslada el agua pesada, para generar el intercambio de calor con el agua liviana. Esta interacción genera el vapor que luego impulsará la turbina termoeléctrica de la Central Nuclear.
Impsa arrastra una deuda de US$ 1.200 millones, que intenta renegociar. Tiene 1.100 empleados y realizó algunos despidos en febrero. Preocupados por la caída de proyectos importantes, como las centrales hidroeléctricas en Santa Cruz, (otorgadas a Electroingeniería con financiamiento chino) y la demora del inicio del dique Los Blancos en Mendoza, la gerencia de Impsa se entusiasma con el desarrollo de la energía nuclear.
“Estamos ejecutando el proyecto Carem, un reactor 100% de diseño argentino, que pertenece a la Comisión Nacional de Energía Atómica”. Impsa fabricará el recipiente de presión para el funcionamiento del reactor. “Ya estamos gestionando la compra de los materiales, es un contrato por US$ 78 millones que empezamos a trabajar en 2014”, apunta Majorel.
Esta mañana, la metalúrgica IMPSA, del empresario mendocino Enrique Pescarmona, presentará un importante avance tecnológico en su Centro de Producción de carril Rodríguez Peña, en Mendoza. Anunciará que desde el 30 de abril, comenzó con el proceso de entubado del generador de vapor N° 2 de la Central Nuclear Embalse, el primero de los cuatro que está fabricando, para el reemplazo y extensión de vida de la Central.
Este proceso consiste en la ubicación de 3.540 tubos dentro de cada generador y tiene por función trasladar el agua pesada, para generar el intercambio de calor con el agua liviana. Esta interacción genera el vapor que luego impulsará la turbina termoeléctrica de la Central Nuclear.
La planta de fabricación de componentes nucleares de IMPSA, "Sala Limpia" como se le llama, es una de las más grandes y modernas que existen. Sólo hay tres en Latinoamérica que cuentan con la certificación nuclear "Asme N", aunque en el caso de IMPSA, es la única que certificó con diseño propio, no de terceros.
Se trata de un taller en donde se trabaja en condiciones de limpieza absoluta y que cuenta con un sistema de climatización que genera presión positiva. Significa que no hay ingreso de aire, a excepción del que pasa por los filtros. Esto asegura condiciones libres de polución, similares a las de un quirófano.
La Central Nuclear Embalse se encuentra en un proceso de extensión de su vida útil de diseño. Genera 648 Megavatios de potencia bruta, energía suficiente para cumplir los requerimientos de 3 a 4 millones de personas del Noroeste Argentino, Cuyo, Centro, Gran Buenos Aires y Litoral. Una vez concluida su extensión de vida, generará una potencia cercana a los 700 Megavatios, un 6% más que la capacidad actual, para seguir operando por un nuevo ciclo de 25 años.
En materia Nuclear, IMPSA también se encuentra involucrada en el desarrollo del Proyecto Carem 25, junto a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
No sólo de energía nuclear se vive. En 3 meses, una nave antigua de más de 5 mil metros cuadrados que está reacondicionándose, albergará equipos para construir palas e implementos de 26 aerogeneradores que completarán la etapa 4 de Parque Arauco, en La Rioja, dotado desde el principio con equipos de Impsa y que al inicio salían de la ex planta de Ceretti, en el centro godoycruceño.
Con la tecnología para aprovechar el viento, el holding creado por Pescarmona también mira al futuro con el proyecto de 150 mw de El Sosneado, en el sur mendocino. Con ese fin es que el Fonarsec (Fondo Argentino Sectorial), dependiente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) le otorgó un subsidio de $ 17 millones para terminar la planta y equiparla.
Como partner eventual aparece Emesa: el rol de la empresa provincial de energía es encargarse del "mapeo”, un GPS que detecte zonas de potencial para la instalación de parques eólicos.
Es la primera señal concreta tras la promesa incumplida del gobernador Pérez de comprar 25% de Impsa en Cemppsa, administradora del dique Potrerillos que integra con Cartellone, para ayudarla a salir de la crisis, sin pagar un centavo.
“El proyecto de La Rioja se prevé completar en 2 años. Además, vamos a tener todo listo para encarar El Sosneado, que equivale a cuatro etapas de Arauco y, una vez activo, podrá abastecer a todo el Sur de Mendoza y un poco más también”, completó Majorel.