Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. Esa es, en simple, la lógica que está detrás de las últimas decisiones de los desarrolladores de energías renovables debido a la incertidumbre existente en torno a la línea de transmisión Polpaico-Cardones.
El proyecto, que planea unir la puerta norte del SIC -cerca de Copiapó- con Santiago, mediante una línea de doble circuito en 500 kV de 753 kilómetros; ha contado con la dura oposición de alcaldes, parlamentarios y comunidades, debido al potencial impacto que su construcción podría a nivel ambiental, pero principalmente paisajístico.
La línea, que está a cargo de la colombiana ISA y que tendrá un costo de US$1.000 millones, está planificada para entrar en operaciones en 2018 y es clave para el desarrollo de las ERNC, pues permitirá transportar hasta los centros de consumo la energía solar generada en las regiones de Tarapacá, Antofagasta y Atacama y también de los polos eólicos ubicados en la región de Coquimbo.
Pero los desarrolladores no están dispuestos a esperar hasta entonces y, además, a que la línea eventualmente se retrase. Por ello, los próximos proyectos mayores están siendo diseñados en zonas más cerca de Santiago, a pesar de que eso signifique una merma del factor de planta de estas unidades.
Una de estas empresas es SunEdison. La estadounidense, la de mayor capacidad instalada en el país en base a ERNC -con 300 MW operando en el país- que tiene contemplado levantar dos nuevas centrales solares en el país: una en Olmué y otra en Colina, a apenas kilómetros de Santiago.
El gerente general para Chile y Perú de SunEdison, Alfredo Solar, señaló que esto es un punto relevante para la industria. “Yo creo que todo el mundo sabe que hay restricciones de transmisión desde la zona norte. La mejor radiación solar está en el norte de Chile pero las líneas de transmisión de que disponemos no son suficientes para llevar esa energía hasta la zona central, que es donde está la mayor demanda. Y nosotros como compañía nos hemos anticipado a esa situación y hemos desarrollado proyectos que están mucho más cerca de los centros de consumo para no estar afectados por las restricciones de transmisión”, comentó en el marco de la inauguración de la planta solar María Elena, la cuarta del grupo en el país, que suma una capacidad instalada de 72,5 MW al SING.
Según Solar, esto les permite poder estar suministrando energía en los contratos que se inician en los años 2016 y 2017, que es cuando el refuerzo del sistema interconectado hacia el norte todavía no va a estar operativo.
En el caso de SunEdison, la firma planea iniciar las obras de dos nuevos proyectos este año: Quilapilún (110 MW, en Colina) y Pelumpen, en Olmué, de 145 MW.
Esta última será la planta fotovoltaica más grande del país, superando a Amanecer Solar CAP, en Copiapó, de 110 MW y que también pertenece a la norteamericana.
Las restricciones de capacidad de transmisión también aplican para el polo de producción eólica ubicado en las costas de la región de Coquimbo, una de las de mayor potencial del mundo y que alberga a la mayor proporción de centrales de este tipo en el país.
Según cálculos de la industria, una central solar en la zona central podría lograr un factor de planta (cantidad de tiempo del día en el que está efectivamente generando electricidad) en torno al 20-25%, mientras que en el norte la cifra se empina hasta el 40% en el verano, con una media de entre 25-30%.
Además de SunEdison, otras empresas están emprendiendo el mismo camino. Es el caso de KDM Energía, que levanta una unidad solar menor, de 1 MW de potencia, en Tiltil y en la industria plantean que vendrán más desarrollos, pues las unidades solares que están en construcción y que se ubican en la región de Atacama hoy están teniendo problemas para ser despachadas, pues se generó en la zona un exceso de capacidad dado que los proyectos mineros que se iban a instalar en la zona están hoy, en su mayoría, postergados.