Sin embargo, la historia detrás de esa operación estuvo signada por maniobras por parte de la Casa Rosada, que presionó a Apache para que se deshiciera de sus inversiones de la Patagonia.
Fuentes del sector comentaron a LPO que en ese entonces Apache -a diferencia de otras compañías del rubro que continuaron con la desinversión denunciada por el kirchnerismo- venía aumentando su producción y buscaba incorporarse al Plan Gas, con el que el gobierno implementó un sobreprecio para el fluido “nuevo” que extrajeran las compañías, en su intento por revertir la crisis energética. Así, por cada metro cúbico en que incrementaran su producción recibirían U$S7,5 por metro cúbico en vez de los U$S2,5 que perciben por el gas “viejo”.
Pero los funcionarios se negaron a darle ese beneficio a la empresa norteamericana, a pesar de que cumplía con los requisitos y sus pozos eran de los que mejor funcionaban en el sector. Mientras tanto, los ejecutivos de Apache observaban cómo todo el resto de las compañías, menos la suya, cobraban los subsidios del plan. De hecho fueron la única compañía del país sin recibir el beneficio.
Suspicaces, los directivos percibieron que había algo detrás de esa decisión de dejarlos afuera del Plan Gas y, tras las consultas pertinentes, entendieron que el Gobierno les estaba exigiendo que directamente vendieran su operación en la Argentina a YPF, que a su vez tuvo que desprenderse de Tecpetrol en Vaca Muerta.
Apache era la quinta productora de gas del país y en el sector se la consideraba una empresa modelo en eficiencia y tecnología. Con su compra, YPF sumó una producción de 7,2 millones de metros cúbicos diarios de gas y 1450 de crudo.
Los principales yacimientos que controlaba Apache eran Guanaco, Ranquil Co, Anticlinal, y la Estación Fernández Oro. Entre esos cuatro, en los últimos años mantuvieron un ritmo de producción de más de un millón de metros cúbicos anuales, cerca del 85% del total extraído por Apache.
La compañía absorbida por Galuccio cambió su nombre a Yacimientos del Sur (YSUR), y tiene operaciones en las provincias de Neuquén, Rio Negro y Tierra del Fuego, con una producción diaria de 46.800 boes (barriles de petróleo equivalente) y reservas probadas estimadas en 135 millones de boes. Además, cuenta con más de 350 empleados directos y una importante infraestructura de servicios petroleros.
El impacto de esta operación fue significativo para la actividad productiva de YPF. Le permitió aumentar sus reservas de hidrocarburos en aproximadamente un 14%, incrementar la producción de gas en un 15% y acceder a nueva producción de petróleo calidad Medanito, óptimo para las refinerías en su producción de combustibles de consumo masivo. Asimismo con esta adquisición YPF volvió a operar en la Cuenca Austral.
De hecho, gran parte de las mejoras en producción de YPF tan promocionadas por Galuccio, responden básicamente a la incorporación de la eficiente Apache.