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Una nueva OPEP está naciendo: Estados Unidos
04/05/2015

Una nueva OPEP está naciendo: Estados Unidos

THE NEW YORK TIMES / iEco

Traducción: Susana Manghi

Durante la mayor parte del siglo pasado, el precio del crudo osciló como un péndulo, vapuleando los destinos de países. En la mayoría de los casos, la oferta del volátil producto era controlada por gobiernos de lugares desérticos cuyo poder se apoyaba, exclusivamente, en el petróleo que bullía bajo sus tronos.

Ese péndulo hoy vuelve a moverse, hundiendo el precio del barril a menos de US$45 este invierno (boreal) desde los más de US$100 alcanzados en junio, y es posible que siga cayendo. A primera vista, este último estallido de la burbuja petrolera puede sonar a historia repetida, pero esta vez hay una diferencia esencial: el centro del mundo del petróleo se ha desplazado de las arenas de Arabia Saudita a los yacimientos de shale oil de Texas y Dakota del Norte, una nueva zona petrolera a la que algunos ya llaman ‘Cowboyistan’. En otras palabras, EE.UU. está reemplazando a la Organización de Países Exportadores de Petróleo como el principal productor internacional que determina los precios. Este notable cambio se viene generando desde 2008: los yacimientos de shale pasaron a representar casi la mitad del crecimiento de la producción mundial y EE.UU. casi duplicó la producción de crudo.

No casualmente casi todas las ventajas del precio bajo favorecen a Washington. La mayoría de los consumidores y empresas de EE.UU. se han beneficiado con el desplome del precio de la nafta y de otros costos energéticos. Y en el exterior, las economías de los adversarios petroleros de EE.UU. como Rusia y Venezuela, están padeciendo las consecuencias.

Rene G. Ortiz, un ex ministro del Petróleo de Ecuador y ex secretario general de la OPEP, dijo que en 2008 y 2009, la última vez que se derrumbaron los precios de petróleo, la OPEP recortó la producciónen 4 millones de barriles por día para sostener los precios, y esta medida estabilizó el mercado en un corto tiempo.

“¿Por qué Arabia Saudita no hace lo mismo hoy?”, se pregunta Ortiz. “Por el boom estadounidense. Hoy la OPEP piensa en los fundamentos del mercado más que en manipular el mercado porque ya no tiene el mismo poder”.

El 27 de noviembre, en Viena, tuvo lugar una reunión decisiva para la OPEP. Fue un sesión turbulenta, a puertas cerradas, donde los ministros de Petróleo de Irán y Venezuela se enfrentaron con los sauditas y sus aliados del Golfo Pérsico. Los venezolanos e iraníes, apoyados por Argelia, Nigeria y algunos otros países, sostenían que la OPEP debía reducir la producción para afirmar los precios, tal como lo había hecho durante la crisis financiera de Asia en los 90, luego, nuevamente, al estallar la burbuja tecnológica a comienzos de 2000, y la última vez, hace seis años.

Pero los sauditas y sus aliados del Golfo Pérsico dijeron que no. Alegaron que si recortaban la producción, sólo lograrían perder parte del mercado a manos de los nuevos productores estadounidenses que estaban aumentando su producción diaria año tras año. Con esta decisión, de hecho, se perdió el papel tradicional del cartel como principal productor mundial de petróleo, el único proveedor con el volumen de producción capaz de subir o bajar los precios mediante el control del bombeo del grupo.

La decisión causó una verdadera conmoción en el mercado petrolero. Desde el momento en que la OPEP decidió mantener su producción en 30 millones de barriles diarios, el deslizamiento del precio que se inició en julio se transformó en caída libre, al desarmar los traders sus posiciones petroleras. Muchos productores independientes de Estados Unidos consideraron la decisión como un ataque contra ellos, cuando lo que sucedía era que la OPEP tiraba la toalla frente a la nueva realidad del aumento de la producción en EE.UU.

Que la OPEP dejase de manipular los precios es lo que todos los presidentes de EE.UU. desde Nixon tuvieron en mente cuando prometieron encontrar el modo de que su país fuese independiente en materia energética –no atado al petróleo de Medio Oriente– tras los embargos de los 60 y los 70.

La fractura hidráulica –la extracción de petróleo y gas de la roca con agua y productos químicos– es el factor de cambio en los mercados mundiales más importante en más de diez años.

En cuanto los trenes conectaron el yacimiento Bakken de shale en Dakota del Norte con las refinerías de East Coast un par de años atrás, las importaciones desde Medio Oriente y Africa se cortaron, obligando a productores de la OPEP a redireccionar su producto a China y otros mercados asiáticos. Allí, buscaron ganar participación bajando precios.

Este es apenas un ejemplo de cómo la extracción de shale no sólo transformó a Estados Unidos de consumidor dependiente en fuerte productor, sino que está transformando la dinámica de precios del mercado internacional.

Los yacimientos de shale difieren de los convencionales. El shale no es difícil de hallar, pero su extracción es costosa porque los pozos declinan rápido: en un 60 a 70% en el primer año. Eso significa que las empresas se ven obligadas a perforar pozo tras pozo para mantener la producción y el ingreso.

Hoy los productores petroleros que operan en EE.UU. pueden acelerar o frenar rápidamente –al igual que Arabia Saudita y sus socios de la OPEP extendían o achicaban su capacidad ociosa en el pasado– según las condiciones del mercado.

Jack Gerard, CEO del American Petroleum Institute, señaló que EE.UU., que produce casi la misma cantidad de crudo que Arabia Saudita y va camino a superarla, está posicionado para convertirse en la nueva OPEP, pero sin la manipulación. “La única diferencia es que, en nuestro rol como productor principal, el precio será fijado por el libre mercado”, aseguró.

Los sauditas, en cambio, se hallan en una posición cada vez más débil. Sus exportaciones mermaron en 2014. Sin embargo, como uno de los productores de más bajo precio con una capacidad de refinación en expansión, Arabia Saudita sigue siendo uno de los protagonistas en la escena mundial.

La OPEP, con los sauditas a la cabeza, todavía controla cerca del 30% de la producción mundial de crudo, pero que representa un 40% menos que en los años 70. Un cambio de tendencia no es factible.

Jason Bordoff, ex asesor en material energética del presidente Obama, señaló que los 2,5 millones de barriles de capacidad de producción ociosa (por encima de sus 10 millones de barriles de producción diaria) continuarían dándole gran influencia en el mercado global. Aun puede bombear más para moderar los precios. Pero ahora, con el enorme excedente mundial y el desplome de los precios, dijo, el mando lo tiene Estados Unidos.

Desde que el precio del crudo empezó a caer el año pasado, el sector petrolero de EE.UU. ha reaccionado velozmente, cerrando más de la mitad de sus plataformas, que pasaron de 1600 a fines del año pasado a menos de 800 en abril.

La mutación tuvo su sufrimiento. Las petroleras anunciaron despidos de más de 100.000 trabajadores desde noviembre. Pero como las grandes empresas aprovechan los precios de liquidación para absorber los activos de compañías más débiles, seguramente el sector estará mejor capitalizado para expandir su producción en el futuro.

El precio del crudo subió en abril pero una recuperación completa podría tardar años. En el corto plazo, es probable que el crudo de referencia West Texas Intermediate vuelva a caer cuando las instalaciones de almacenamiento de EE.UU. alcancen su límite a mitad de año. Pero el ritmo menor de crecimiento de la producción estadounidense da esperanzas a los traders de que la abundancia desaparecerá más rápido que en anteriores depresiones prolongadas de los precios.

Los expertos prevén bajas de producción en 2016 (acompañadas de reducciones del bombeo en algunos yacimientos convencionales del extranjero), y muchos predicen que los precios se estabilizarán entre US$70 y US$80 el barril en los próximos años, un nivel ideal donde el consumidor pueden sentir un alivio y las empresas aun pueden beneficiarse porque la tecnología está abaratando la perforación.

La nueva posibilidad del país de influir sobre las existencias y los precios sólo hubiera sido un sueño en los tiempos de Nixon y Carter. Las grandes reservas de petróleo de EE.UU. en los últimos años han protegido a su economía mientras se agravaba la situación en Medio Oriente y el Norte de Africa, y esto le permitió a Washington imponer sanciones a Irán sin provocar un aumento en los precios del crudo.

Pero así como el final del colapso de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría no marcaron el inicio de una era de paz y armonía, la nueva seguridad energética de Estados Unidos no trajo consigo una perfecta estabilidad. Los analistas que sugirieron que la autonomía energética terminaría con la necesidad de EE.UU. de intervenir en Medio Oriente no vieron la llegada del terrorismo islámico ni la convulsión creciente que se trasladó de Siria a Irak y posiblemente se extienda a otros países.

La caída del precio del petróleo debilitó a enemigos externos como Venezuela y Rusia. Irán estaría dispuesto a negociar un acuerdo para restringir su programa nuclear, con tal de eludir sanciones. Pero no hay indicio de que el Kremlin sea menos agresivo o peligroso. La baja del precio del petróleo debería ayudar a la economía mundial, pero la deflación podría constituir un riesgo en algunas naciones.

Los ambientalistas sostienen que lo peor de los precios bajos del petróleo y otros hidrocarburos es que alientan el mayor consumo. Los menores precios de la nafta impulsa la venta de vehículos todoterreno y otrosautos grandes. La fractura hidráulica aún es considerada de riesgo por los ambientalistas debido al escape de gases de efecto invernadero durante la exploración, la producción y el transporte, junto con la posible filtración de fluidos tóxicos a las reservas de agua.

“Que los precios reflejen el daño ambiental es mejor que tener precios bajos que no reflejan ese daño”, afirmó Sonia Aggarwal, directora de Estrategia en Energy Innovation, una consultora medioambiental de San Francisco.

Es muy probable, dicen los especialistas, que este sea el comienzo de décadas de dominio de EE.UU. en los mercados del petróleo, y que ese dominio sea acompañado de energía relativamente barata. Los yacimientos de shale de todo el país abundan. Los precios más bajos ya han hecho bajar los costos de perforación más de 15%.

“Los sauditas enfrentan condiciones muy complicadas de cara al futuro del mercado mundial del petróleo en parte porque el shale se obtiene a precios mucho más bajos de lo que se pensaba. Y la producción de shale en Estados Unidos va a seguir aumentando cuando los precios se recuperen”, concluyó Bordoff.

 


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