Un año después de comprar su segunda mina de carbón en Colombia, Goldman Sachs Group Inc. recibió una noticia desconcertante: "Han surgido ciertas cuestiones operativas", reportaron ejecutivos del negocio de materias primas.
Fue una manera diplomática de decirlo. Mujeres y niños del lugar habían formado una barrera humana para protestar por temas laborales, interrumpiendo la producción. Los precios del carbón habían caído 20% en tres años y un descenso adicional de 6% podría deteriorar el valor de la inversión de Goldman, dijeron los ejecutivos a los directores de Goldman Sachs a finales de 2013.
Las malas noticias siguieron llegando. Los precios del carbón se derrumbaron más de 40% y una ley ambiental cerró la producción durante gran parte del año pasado.
Ahora parece que todo eso ha sido demasiado para Goldman. El gigante de Wall Street está en conversaciones para vender las minas de carbón a pérdida, según fuentes cercanas. Cualquier acuerdo, que se producirá después de las ventas de plantas de energía y su negocio de almacenamiento de aluminio, marcará el final de la accidentada incursión de la compañía como productora de materias primas.
Las negociaciones de venta tienen lugar mientras la Reserva Federal de Estados Unidos evalúa nuevas restricciones a la forma en que los bancos comerciales pueden producir, almacenar y vender materias primas. Un panel del Senado estadounidense concluyó a finales del año pasado que tales operaciones están plagadas de posibles conflictos de interés y riesgos sistémicos para los bancos.
Goldman dice que los commodities siguen siendo un negocio importante y que tiene previsto continuar el corretaje de materias primas e instrumentos financieros relacionados y ofrecer servicios de commodities para sus clientes, incluyendo el almacenamiento temporal de materiales. Sus operaciones de materias primas representaron ingresos cercanos a US$ 1.500 millones en 2013, la última cifra disponible, menos de la mitad de los aproximadamente US$ 3.400 millones de 2009.
Ejecutivos de Goldman testificaron en la audiencia del Senado que sus operaciones en commodities físicas no plantean riesgos catastróficos debido a que la estructura de propiedad del banco lo resguarda de responsabilidad. La mina de carbón de Colombia representa alrededor del 5% de la producción de ese país.
No obstante, en medio de la controversia y la caída de los precios de las materias primas, los bancos están en retirada. Goldman vendió en diciembre su filial de depósito de metales a Reuben Brothers, una firma suiza de inversión. JP Morgan Chase & Co. vendió el año pasado sus activos físicos de commodities , incluyendo un negocio de depósito de metales. Morgan Stanley se desprendió de sus filiales de embarques de petróleo y oleoductos, y está en busca de un comprador para sus operaciones de corretaje y almacenamiento de crudo.
Goldman compró su primera mina de carbón de Colombia, llamada La Francia, en 2010 a la canadiense Coalcorp Mining Inc. por alrededor de US$ 151 millones, más otros US$ 50 millones en consideraciones financieras. La idea era volver a venderla rápidamente, pero un comprador lógico, la brasileña Vale SA, decidió vender su mina colindante. Así, en 2012, Goldman compró también esa mina, más una participación en un ferrocarril, por alrededor de US$ 407 millones. Las dos minas fueron consolidadas en una unidad de Goldman bautizada Colombia Natural Resources.
Sin embargo, aparecieron problemas ambientales. El gobierno colombiano ordenó a la empresa y a algunos competidores que trasladaran tres pueblos enteros donde los residentes presuntamente estaban enfermándose debido al polvo.
En enero de 2013, un subcontratista que operaba la mina La Francia terminó abruptamente su contrato, según los registros internos de Goldman citados por el subcomité del Senado. Unos meses más tarde, las mujeres y los niños -familiares de los empleados- bloquearon el acceso a la mina cercana. La mina estuvo cerrada nueve meses.
Ese septiembre, Goldman pagó US$ 10.000 a cada uno de los aproximadamente 120 empleados, un total de más de US$ 1 millón, según los registros de Goldman; la firma entró en proceso de arbitraje con el operador. El asunto está pendiente.
Los ingresos se hundieron a unos US$ 70 millones en 2013. Entonces surgieron problemas de envío. Los operadores de carbón habían estado utilizando pequeñas barcazas para transportar el mineral a buques más grandes. Con una nueva ley, el gobierno de Colombia había puesto en marcha un proceso para discontinuar gradualmente esa práctica; pero luego prohibió el sistema por completo después de un accidente ambiental.
La creación de un sistema de carga diferente, según dijo la firma norteamericana a investigadores del Senado, habría costado tanto como US$ 220 millones. No podía justificar el costo. Sus esfuerzos para conseguir la ayuda de los competidores para transportar su carbón no llegaron a ninguna parte. Goldman paralizó de nuevo la producción del carbón.