Por Raúl Dellatorre
“Cuando vine en octubre de 2014, la estimación de crecimiento mundial para 2015 era del 3,8 por ciento. Ahora se ha revisado a la baja, al 3,5 por ciento. Se estima en un número de 200 millones el total de desempleados en el mundo, 30 millones más que al inicio de la crisis hace siete años. Si se cumplen las estimaciones para este año, esa cifra crecerá todavía tres millones más.” Al término de la Asamblea conjunta del Banco Mundial y el FMI, ya a punto de emprender el regreso a Buenos Aires, el ministro de Economía dialogó con Página/12, desde Washington, señalando sus conclusiones del encuentro y alertando sobre los peligros que enfrenta la economía mundial, y Argentina en particular, a raíz de una crisis que se prolongó más allá de lo que los organismos internacionales pronosticaban. “Suena irresponsable y malintencionado que haya quienes, lanzando políticas incendiarias, pretendan en Argentina discutir el tema del tipo de cambio de manera separada del análisis de lo que sucede en el resto del mundo”, advirtió.
–El pronóstico del FMI indica un crecimiento moderado, pero crecimiento al fin, pero no parece suficiente para revertir el impacto social negativo, por lo que usted señala respecto del desempleo, por ejemplo.
–En Europa se observa que algunos países comienzan a crecer muy tímidamente. Estados Unidos, que tuvo un crecimiento moderado el año pasado, este año empezó mal. Esto muestra que se trata de un crecimiento débil e inestable. Pero la muy mala noticia, para nosotros, es que la crisis se puede estar trasladando a los países emergentes, por vía de la pérdida de financiamiento, la escasez de capitales y la caída en el precio de los commodities, que en el caso de las materias primas agrícolas ya llega al 30 por ciento y en el de productos minerales, incluido el petróleo, ya alcanzó al 50. Todas estas malas noticias que vinieron a anunciar a esta asamblea va a significar que la crisis recaiga sobre los más pobres.
–¿Esto significa que la crisis, al menos en su impacto sobre las economías periféricas, no terminó?
–En términos económicos, estamos claramente peor en 2015 que en el año pasado. Hay factores muy negativos. Por un lado, la mayor caída del petróleo. Por otro, el efecto dólar sobrevalorizado. El “súper dólar”, como lo llaman algunos. Cuando la Reserva Federal (autoridad monetaria de Estados Unidos) decida elevar la tasa de interés (se señala que podría ser después de junio), estaremos ante un nuevo proceso de revaluación del dólar, sumada a la que ya hubo, que habrá sido del 10 por ciento respecto de otras monedas fuertes. Esto puede provocar fuga de capitales hacia los países centrales, fly to quality como le dicen. Entonces, cabe esperar que estemos ante una nueva fuente de fuertes fluctuaciones. Si a eso le sumamos la caída en las exportaciones, implica que para los países en desarrollo se presenta un panorama de mucho riesgo cambiario y volatilidad financiera.
–¿Cómo encuentra a Argentina este nuevo panorama mundial?
–Frente a estos dos peligros, un dólar apreciado y fuga de capitales, Argentina hoy tiene bastantes más barreras de defensa que el resto. Porque nuestro país, a diferencia de otros, exporta commodities agropecuarios, pero importa petróleo. Entonces vamos a tener alguna compensación. Para los que deben exportar los dos rubros, o sólo exportan petróleo, el impacto es sólo en contra. Nosotros vamos a tener alguna compensación por el lado de precios de los importados, que ya se está notando, más lo que podamos ir logrando por las medidas de administración del comercio exterior. En cuanto al impacto de la fuga de capitales, también estamos más protegidos. Al estar afuera del circuito del sistema financiero, hay poco capital especulativo de corto plazo en el país, a diferencia de épocas anteriores.
–¿Puede verse afectada Argentina por la devaluación de monedas de países con los que comercia?
–La situación internacional es claramente una amenaza hoy para nuestros países, y Argentina debe manejarse en ese contexto. Cuando empezó la crisis, en 2008, el ministro de Economía de Brasil (Guido Mantega) anticipó que íbamos a tener una guerra de monedas. Esto es, la intención de muchos de lograr ganancias competitivas a través de la devaluación de su moneda (que iba a provocar una reacción similar en los competidores, provocando un efecto repetitivo en espiral). A siete años de aquellas declaraciones, estamos frente a un escenario como el anticipado, o peor: fuerte turbulencia cambiaria, con una crisis que no cede y movimientos de devaluación en la moneda de economías importantes (Brasil, Rusia); que no responden a políticas comerciales, es decir, no se hace por lograr ventajas competitivas, sino que son devaluaciones provocadas por el ataque de los movimientos especulativos de capitales.
–Y frente a ese escenario, algunas voces en Argentina, referentes políticos o economistas de la oposición, están planteando un debate acerca de la necesidad de liberar el tipo de cambio o, directamente, hablan de ir hacia una devaluación “importante”.
–No es lo mismo enfrentar batallas comerciales que defenderse de movimientos especulativos. Por eso, suena como de un alto grado de irresponsabilidad, y malintencionado, que haya quienes en nuestro país pretendan discutir el tema del tipo de cambio de manera separada del análisis de lo que sucede en el resto del mundo. Hoy en el mundo, y en estos encuentros, como la asamblea del FMI o el Banco Mundial, lo que se está viendo es cómo se arman defensas contra los ataques del mercado financiero internacional. Pueden criticar al Gobierno, es legítimo hacerlo. Pero en vez de estar haciendo propuestas meramente electoralistas, o lanzando políticas incendiarias, quisiera que muestren qué soluciones tienen frente a la crisis mundial y cómo posicionarían al país para evitar sus consecuencias.