No es sólo el siderúrgico Paolo Rocca, dueño de la billetera en manos privadas más grande de la Argentina, que desde hace años despotrica contra la producción china, ni los lamentos de Enrique Pescarmona, que había ganado la construcción de las represas de Santa Cruz, pero vio con resignación cómo ese negocio millonario fue adjudicado a un grupo comandado por empresas del país asiático. Son también los fabricantes de bicicletas, de bornes de conexión eléctrica, de transformadores, de neumáticos, de vajilla y hasta de pelotitas de tenis, para nombrar apenas algunos ejemplos. A todos los une el mismo espanto: temen que China, el nuevo socio comercial y financiero de la Argentina, invada el mercado local y haga desaparecer sus negocios.
Una decisión reciente del Gobierno despertó un nueva alerta entre los empresarios. En julio del año pasado, Economía sacó la resolución 308, que estableció la aplicación de un derecho antidumping ad valórem de hasta 54% para transformadores provenientes de China y de Corea. Sin embargo, en una rareza de la administración pública, el último punto de la norma suspendía la aplicación de las penalizaciones a los productos chinos hasta el 17 de enero pasado. Pero una nueva norma de la cartera que maneja Axel Kicillof publicada el 30 de enero de este año en el Boletín Oficial, días antes del viaje de la presidenta Cristina Kirchner a China, prorrogó una vez más la entrada en vigor de las penalizaciones contra ese país, una decisión llamativa para el Gobierno, que sin que se lo pidan suele poner trabas al ingreso de productos de otros países.
La excusa para habilitar la llegada de productos chinos la puso la Secretaría de Energía, a cargo de Mariana Matranga, una funcionaria que responde a Kicillof. El 13 de enero le mandó una nota a Economía en la que señala que los transformadores "son utilizados en obras de infraestructura que tienen como principal destino la generación de energía eléctrica, y se orientan a fomentar el desenvolvimiento del Sistema Energético Nacional". Por lo que recomendó prorrogarlas por seis meses.
En la Argentina hay unas 10 empresas en condiciones de fabricar transformadores, que emplean a más de 1000 personas. LA NACION habló con allegados a algunas de ellas. Dicen que este gobierno fue el que más los escuchó, pero están sorprendidos por la norma. Los funcionarios de Economía les dijeron que la suspendieron para tener las manos libres frente a la crisis energética, debido a que la producción local de esos equipos está colmada. Los empresarios, en cambio, creen que no es así y que están en condiciones de fabricar esos productos.
Algunos de los fabricantes de transformadores sospechan que la norma apunta a favorecer la llegada de equipos para las centrales hidroeléctricas Kirchner y Cepernic. Se trata de la mayor obra de infraestructura que encaró el kirchnerismo, que estará a cargo de un consorcio liderado por la cordobesa Electroingeniería, la también local Hidrocuyo y China Gezhouba Group. Esta última fue la llave para conseguir el financiamiento de los bancos China Development Bank Corporation, Industrial and Commercial Bank of China Limited y Bank of China Limited para un proyecto en torno a los US$ 5000 millones que le dio la bendición definitiva a la relación entre el kirchnerismo y el país asiático.
Desde hace tiempo China genera incertidumbre en empresas locales. Así lo atestiguan más de 80 investigaciones por dumping (cuando se considera que un país exporta productos a un precio menor que el de su propio mercado interno) que empresas argentinas de distinto tipo y tamaño iniciaron ante la Comisión Nacional de Comercio Exterior (CNCE, que analiza el caso técnicamente y determina el daño o amenaza de daño en la industria) y a las que el Gobierno les concedió el reclamo en casi todos los casos mediante el establecimiento de un derecho de importación que limita el ingreso de productos chinos. Es decir, una acción en contra de su nuevo socio comercial y financiero, que ganó relevancia en la política y en la economía luego de los polémicos acuerdos que Cristina Kirchner firmó en ese país el mes pasado.
Según las últimas planillas de la CNCE, hasta el 2 de marzo había 52 productos protegidos por medidas antidumping, de los cuales 45% aplicaban sanciones contra China. En otros términos: en el 82% de los casos, las investigaciones sancionaron al país asiático. El porcentaje está muy por encima del promedio mundial, ya que según las estadísticas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), del total de las medidas antidumping que se aplicaron en el mundo por competencia desleal desde 2004 hasta el 30 de junio de 2014, China representa el 34%. Y el país asiático fue el destinatario del 58% de los casos de subvenciones y medidas compensatorias impuestas por la comunidad internacional en la misma fecha por subsidios prohibidos en la exportación.
Las autoridades argentinas también sancionaron a otros países. Ciertos bornes de conexión eléctrica provenientes de Alemania deben pagar un derecho de importación, al igual que equipos de aire acondicionado de Tailandia, conectores de la India, hojas de sierra de Suecia, ruedas de caucho de Indonesia, cubiertos de acero inoxidable de Brasil y hasta sanitarios de Uruguay. Pero ninguno tiene más de tres sanciones vigentes por antidumping..
El atractivo no está sólo en China, el resto de Asia también importa: allí se encuentran países desarrollados con mercados importantes (Japón, Corea del Sur, Taiwán) pero también países de menor desarrollo relativo con mercados en rápida expansión.
En este grupo figuran los países de la ASEAN, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático que reúne diez países, entre los que se encuentran algunos de desarrollo intermedio y en crecimiento, como Malasia y Tahilandia, países en despegue como Vietnam y otros de enorme población como Indonesia.
Para Argentina este foco de atención es crucial porque, mientras las exportaciones a China están estancadas y el país tiene un creciente déficit comercial, las ventas a la ASEAN crecen y el comercio es superavitario. Sin embargo, ambos casos comparten un rasgo problemático: las ventas argentinas son mayoritariamente de productos primarios y sus elaboraciones y las compras de productos industriales.
En la última década, el comercio exterior argentino con la ASEAN creció más aceleradamente que el comercio con China: en 2012 las exportaciones a la ASEAN alcanzaron un monto similar a las realizadas a China con un 6% del total de las ventas externas.
Considerando el ritmo de incremento de las ventas, la ASEAN es un mercado aún más dinámico que el China. En dos décadas, las exportaciones a la ASEAN se multiplicaron por más de 19 veces, pasando de 231 millones de dólares en 1992 a 4.424 millones en 2012.
Los productos que se exportan replican el patrón tradicional argentino, ya que se exporta principalmente soja y sus derivados, maíz, girasol, y otros alimentos, a lo que se suma pequeños porcentajes de aceros aleados, motores y cueros.
Pero, a diferencia de lo que sucede con China, las exportaciones a la ASEAN son más diversificadas, tienen una mayor participación de productos de tecnología media.
Un libro reciente, presenta un profundo análisis del fenómeno ASEAN, especialmente en un aspecto crucial para América Latina y, lógicamente, la Argentina: la Asociación protagoniza un acelerado proceso de integración económica que plantea serios desafíos para los países extra zona que pretenden exportar a la asociación asiática o que soportan la creciente competitividad de sus industrias.
El libro en cuestión es “Escenarios de Integración. Sudeste asiático-América Latina” compilado por dos investigadores y profesores pioneros en los estudios sobre Asia, Carlos Moneta y Sergio Cesarín, de la Universidad Tres de Febrero.
El feroz asociativismo asiático y del Pacífico
Un rasgo distintivo de la Asociación es que es parte de una extensa y compleja trama de acuerdos comerciales y estratégicos que, por diferentes vectores, vinculan los países asiáticos, incluidos China, Japón, Corea del Sur e India con Australia y Nueva Zelandia más otros americanos del norte y del sur del continente. (Al final de la nota, un agregado con el detalle de los principales acuerdos en los que participa Asia)
La integración se profundizará en términos económicos y físicos a medida que se expandan los programas de inversión en infraestructura que tiene China para la región y, en el caso de la ASEAN, explica Sergio Cesarín en el libro citado, con el proyecto de infraestructura ferrovial que conectará la ciudad china de Kunming con ocho ciudades de seis países de la ASEAN.
La integración asiática presenta aspectos desafiantes para América Latina y en particular para el Mercosur porque los países que quedan fuera de los acuerdos pierden posibilidades de ingreso a los mercados más dinámicos frente a los que si se integran
El comercio externo intrarregional asiático es más denso que el intrarregional de la Unión Europea y oscila en un 60% del total del comercio externo de los países del Asia-Pacífico.
Como en la mayoría de los países asiáticos, el comercio entre los países de la ASEAN es básicamente intra industrial, es decir, el comercio que resulta de las inversiones externas de los países más avanzados en los de menor desarrollo de la región, lo cual genera un flujo creciente de insumos, partes y bienes industriales terminados.
Esta trama de comercio ofrece a países de otras regiones la posibilidad de inserción no sólo como vendedor externo sino como inversor en las redes productivas asiáticas, es decir, recurriendo al término de creciente difusión, como participante en las cadenas de valor.
La participación en las cadenas de valor es una alternativa más interesante que la de mero proveedor externo porque implica sortear barreras de entradas a los mercados, pero esa opción está reservada para países con suficiente desarrollo industrial, tecnológico y empresario y que tengan las políticas adecuadas para afrontar las complejidades de semejante empresa.
La necesidad de políticas públicas y privadas para emprender este tipo de empresa es obvia: no es lo mismo mandar al Asia barcos cargados de soja o hierro que invertir para explorar mercados y, en el caso de los gobiernos, ayudar a las empresas locales en sus proyectos, financiar sus inversiones y apoyarlas en sus negociaciones con socios y gobiernos. Se trata de tareas que han realizado y realizan los países asiáticos que crecieron y que están en vías de hacerlo.
América Latina y Argentina dentro de ella, tiene una cuenta pendiente en esta materia.
Como señala Carlos Moneta en un contribución en el libro citado, Asia se integra a través del comercio intra industrial y de políticas industriales y comerciales mientras la situación de América Latina es radicalmente diferente porque el nivel de integración industrial es muy bajo.
Esto se debe a la especialización productiva de los países latinoamericanos, aún en los países con mayor industrialización relativa descansa en gran medida en la exportación de bienes primarios y sus manufacturas.
Adicionalmente, el comercio intraindustrial en la región está siendo erosionado por la creciente penetración de los productos chinos como lo saben muy bien los industriales de Brasil, en primer lugar, y de Argentina.
En su contribución al libro citado, Moneta considera que, para revertir esta situación y avanzar por un camino similar al asiático es necesario contar no sólo con políticas locales sino también con un programa de acción concertado a nivel regional y subregional.
Por otra parte, en una entrevista con el autor de esta nota, advierte que una relación más estrecha con la ASEAN y con otros países asiáticos mejoraría la capacidad de negociación local con la gigantesca China.
Haciendo negocios en y con el sudeste asiático
Una política público/privada adecuada permitiría aprovechar oportunidades comprobadas. Moneta explica que, a pesar de la competitividad industrial asiática, algunas empresas latinoamericanas han comenzado a insertarse en cadenas de provisión/valor asiáticas lo cual indica que existen posibilidades de avance por ese camino.
El especialista Alonso Ferrando de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), uno de los autores del libro citado considera, por su parte, que a pesar de la distancia existen posibilidades concretas de hacer negocios con ASEAN y que resulta más sencillo exportar a esa región que a algunas de las principales economías desarrolladas con las cuales argentina tiene relaciones comerciales, como la Unión Europea o Estados Unidos.
Sin embargo, dadas las diferencias entre los países de la ASEAN es necesario analizar las posibilidades caso por caso.
Países como Singapur, Malasia y Tailandia tienen menos regulaciones para hacer negocios comerciales y un menor riesgo país que otros miembros de la Asociación.
Estos países están, además, avanzando más profundamente en la agenda de liberalización, aún más que lo negociado en OMC.
El autor presenta el estudio del Banco Mundial sobre facilidades para hacer negocios (Proyecto “Doing Business 2013”), según el cual los países de la OCDE, en conjunto, muestran un entorno más favorable que el conjunto del Asia Oriental y el Pacífico. Pero algunos países de la ASEAN se ubican en puestos destacados, como Singapur, Malasia y Tailandia que ocupan, respectivamente, los puestos 1°, 12° y 18° del ranking, por encima del puesto 24° de Japón, el 91° de China y el 132° de India, países en los cuales las regulaciones son mas extendidas.
Para el caso particular de la Argentina, un estudio publicado por la ALADI, encuentra que el potencial exportador de la Argentina a la ASEAN es muy amplio. Analizando los productos exportados por la Argentina que también son importados por los distintos países de la ASEAN, el trabajo encuentra que, entre los diez productos principales que importan los países de la ASEAN, se destacan productos que forman parte de la canasta exportadora argentina como la soja en sus diversas formas, el maíz, el algodón y también productos industriales como tubos de acero. (Roberto Urmeneta, “ASEAN: Interrelaciones y potencialidades con América Latina y el Caribe”. Observatorio América Latina y Asia Pacífico. Montevideo. Octubre 2013).
Los acuerdos del Pacífico y que hacer frente a ellos
La ola de acuerdos comerciales y productivos entre países del Pacífico está generando y proyectando en forma acelerada transformaciones económicas y políticas que los países extra zona tienen que tener en cuenta para adaptarse a las nuevas realidades y no perder la carrera de la competitividad.
ASEAN+3:
La ASEAN tiene acuerdos de libre comercio de diferente extensión y profundidad con Japón, Corea del Sur y China, formando lo que se denomina como la ASEAN+3
China y otros países tienen también acuerdos con países extra zona que incluyen algunos latinoamericanos, como Chile o México.
Los lazos económicos (comercio, inversión, finanzas, tecnología) entre China y los países del sudeste asiático se consolidan a través de acuerdos de libre comercio.
ACFTA:
Un hito fundamental en este entramado es el acuerdo de libre comercio entre la ASEAN y China (ASEAN-China Free Trade Agreement, ACFTA), creando la tercera área de libre comercio más amplia del mundo, después de la Unión Europea y el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, referido generalmente como NAFTA, North American Free Trade Agreement).
El ACFTA incluye 1.860 millones de personas, un comercio interno de 192.600 millones de dólares, un PIB total de 6,6 billones de dólares y un comercio total de 4,3 billones de dólares. China y la ASEAN atrajeron conjuntamente el 10% de la IED mundial en 2008, equivalente a 167.300 millones de dólares.
El acuerdo incluye el comercio de bienes y servicios y las inversiones, temas que fueron negociados secuencialmente. A partir de enero de 2010 comenzó la liberalización del comercio del 90% de los bienes intercambiados entre China y la ASEAN-6 (Singapur, Tailandia, Filipinas, Brunei Darussalam, Malasia e Indonesia).
La importancia de este acuerdo radica en la continuidad que se otorga a la estructura económica china en la provisión de insumos para la elaboración de productos finales que se venden en los mercados internacionales.
Además, en el Pacífico se enfrentan y en parte se superponen dos grandes proyectos de integración, uno propiciado por EE.UU. sin la participación de China, y otro promovido por China.
TPP:
El primero de ellos es el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico o más sintéticamente TPP (Trans-Pacific Partnership), es un tratado de libre comercio multilateral.
Su primer paso fue un acuerdo de libre comercio lanzado en 2005 por el grupo P4, formado por Chile, Brunei, Nueva Zelandia y Singapur. En 2008 se incorporó Estados Unidos y luego otros países.
En 2013, la parte americana reunió a Chile, México, Perú, Estados Unidos y Canadá. La asiática a Japón, Corea del Sur, Malasia, Vietnam, Singapur y Brunei a lo que se suma Australia y Nueva Zelandia.
El TPP no es sólo un acuerdo comercial, ya que la agenda incluye cuestiones laborales, patentes y derechos de autor, uso de la tierra, alimentos, agricultura, estándares de productos, medioambiente, recursos naturales, regímenes para empresas estatales, políticas de compras gubernamentales y regulaciones de las finanzas, sistemas de salud, energía, telecomunicaciones y otras actividades de empresas estatales y privadas.
El temario aparece como una versión ampliada y profundizada de los denominados “Temas de Singapur” planteados por los países desarrollados en la discusión de la Reunión Ministerial de la OMC que tuvo lugar en Singapur en 1996. En esa ocasión se amplió la discusión a temas como apertura al comercio de servicios financieros, tecnológicos y otros, liberalización del régimen de inversión externa con concesión al inversor externo trato similar al nacional y apertura internacional de licitaciones para compras gubernamentales.
El TPP es considerado como parte de una estrategia de Estados Unidos de rodear a China creando una asociación privilegiada con países con son socios comerciales de ambas potencias y que tienen sumo interés en participar de la expansión del mercado chino pero que están políticamente alineados con la potencia occidental y que, al mismo tiempo que disfrutan de los efectos del crecimiento chino, recelan de su acumulación de poder estratégico.
RCEP:
Por otra parte figura el proyecto apoyado por China para una Asociación Económica Regional (Regional Comprehensive Economic Partnership, RCEP) consistente en un acuerdo profundo y abarcador de libre comercio entre la ASEAN y los seis estados con los cuales esta Asociación ya tiene tratados de libre comercio, como China, Australia, India, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelandia.
Las negociaciones por el RCEP se lanzaron en noviembre de 2012 en la reunión cumbre de la ASEAN en Camboya y el propósito es que abarque la liberalización del comercio en bienes y servicios, inversiones, cooperación económica y tecnológica, políticas de competencia, resolución de conflictos y otros temas.
TLCs y Alianza del Pacífico:
Varios países latinoamericanos participan de la red del Pacífico con tratados de libre comercio con países asiáticos y, en forma grupal, a través de la Alianza del Pacífico, un tratado de libre cambio mirando al Asia, creado en 2011 e integrado por Chile, Colombia, México y Perú.