La Real Academia Española indica que intransigencia es la negativa a ajustar algún punto dudoso o litigioso, impidiendo que las partes lleguen a algún acuerdo voluntario que componga y elimine la diferencia de la disputa. La ruptura del diálogo pese a los esfuerzos del Estado con su actuación ineficiente y de la Gobernadora Regional de Arequipa, Yamila Osorio, no hace más que mostrar intransigencia por parte de los líderes opositores al proyecto Tía María. Estamos en presencia de un conflicto en el cual los opositores se muestran tan intransigentes como obstinados. Estos opositores saben bien que la minería traerá beneficios a la economía de Islay pero no quieren dialogar. Aquí algunos datos que nos ayudarán a entender mejor la situación: Arequipa exportó en el 2014 US$ 3,057 millones (el 8% de la exportación nacional), de los cuales, el 80% corresponde a la minería. Tía María incrementaría en 18% las exportaciones de Arequipa y en 1.7% el total de la exportación nacional. Esto representaría un incremento de 21.7% en las exportaciones sólo mineras de Arequipa. Por otro lado, la producción de Arequipa contribuye con el 5.5% del PBI nacional. La producción de Tía María representaría el 7.7% del PBI de Arequipa y añadiría al Perú el 0.35% de su PBI.
En el 2014 hemos tenido un déficit de US$ 4,000 millones (1,9% de nuestro PBI) en nuestra balanza comercial. Esto es nefasto para nuestra economía sobre todo en momentos en los que necesitamos más recursos para atender las pérdidas que vienen causando los desastres naturales. Indicar las cifras que aportará el proyecto Tía María al desarrollo de Islay y de Arequipa, recalcar que el agua del río Tambo no será contaminada, que el agua será tomada del mar mediante un proceso de desalinización, señalar que se impulsará el agro y demás posturas, no tendrá efecto alguno en los opositores al proyecto por un simple motivo: son intransigentes. Es un reto para todos quienes creemos en las bondades de una minería moderna, superar democráticamente la posición sin fundamento técnico que vienen adoptando los opositores. Es el momento de convocar a los especialistas y expertos en el manejo de este tipo de situaciones. No es tarea de solo la empresa. Es tarea del Estado, de los gremios empresariales interesados, de los jóvenes (miles de ellos tendrán el trabajo que hoy no tienen) y hasta inclusive, del sector académico. Cuando el diálogo se rompe el Estado pierde el control sobre el conflicto y esta situación se debe evitar.
El conflicto se está politizando. El Estado tiene que entrar a este terreno pero sin ver a los opositores como enemigos. Tiene que saber jugar en el terreno político. Cuando un conflicto se resuelve por la vía del diálogo permite al Estado introducir reformas mediante políticas públicas e instrumentos legales cada vez más adecuados. El gran reto para los peruanos es hoy convencer a personas intransigentes de que están equivocados o, en todo caso y dado que no hay peor ciego que el que no quiere ver, utilizar los mecanismos que nuestra breve e incipiente democracia proporciona para que al final se imponga la ley, la voluntad de la mayoría y se puedan desarrollar los proyectos que necesitamos todos los peruanos.