La Argentina tiene la cuarta reserva de litio del mundo; para sacar el máximo provecho, es necesario superar el actual esquema exportador de materias primas
Por María Soledad Corrao*
Más allá de sus espectaculares paisajes, la Puna jujeña es hoy el centro de las miradas internas e internacionales gracias al llamado "oro blanco": el litio. Diversos sectores e industrias focalizan en forma creciente su interés en el que muchos definen como "superhéroe de los metales", un metal suave, blanco plateado, que tiene una gran variedad de usos actuales y potenciales, algunos ya descubiertos y explotados y otros en vías de lograrlo.
Desde la industria automovilística hasta la electrónica, se está convirtiendo en el metal más estratégico y debatido del momento. Aunque la demanda de este metal hizo elevar los precios internacionales, la relación entre el valor de la materia prima frente al producto industrializado es muy grande (1 kilo de carbonato de litio cuesta 6 dólares, mientras que una batería de 5 kg, US$ 25.000).
Las propiedades de este metal blando lo convierten en un componente clave en la producción de baterías de "ion litio" debido a su gran capacidad para almacenar energía en pilas de teléfonos, cámaras y automóviles.
Jujuy ofrece en el Departamento de Susques, a 4500 metros de altura, la posibilidad de materializar un audaz proyecto argentino. Allí se encuentra la cuarta reserva mundial de este recurso, brindando a la Argentina grandes ventajas comparativas y competitivas. Para lograrlas, se deberá superar el esquema exportador de materias primas que ha caracterizado nuestra historia durante décadas, para priorizar la producción de alto contenido tecnológico teniendo en cuenta que la verdadera ganancia que se obtiene de la riqueza mineral es la transformación de la materia prima en algo diferente que se venda a mayor precio.
El Proyecto Olaroz es emblemático: utiliza tecnología de punta y procesos técnicos muy avanzados, desarrollados por Sales de Jujuy. Demandó una inversión inicial de 1300 millones de pesos, con la generación de 650 puestos de trabajo, entre directos e indirectos. Ese proyecto fue encarado por las empresas Orocobre y Toyota Tsusho Corporation (las cuales firmaron un acuerdo de joint venture en octubre de 2012, previa firma de un acuerdo con Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado, a partir del cual esta última se aseguró una participación en él).
El proyecto tiene como objetivo abastecer en primer instancia al mercado interno a partir de la fabricación de baterías para el programa Conect-Ar, diseñado para mejorar la calidad de la escuela pública y reducir la brecha digital, contribuyendo además al desarrollo de la industria nacional. Conforme a estadísticas oficiales, la producción nacional de computadoras portátiles aumentó entre 2010 y 2011 348 por ciento.
Además se desea lograr la reorientación de la inversión a baterías de litio para autos eléctricos, así la Argentina sería competitiva a nivel mundial (hoy lo más caro del auto eléctrico es la batería y los únicos que las fabrican son Estados Unidos y algunos países de Europa).
Es evidente que este proyecto tiene un potencial económico y político estratégicos. La demanda de litio está en alza y con la sólida posibilidad de que aumente drásticamente en el futuro.
*La autora es licenciada en Relaciones Comerciales y magíster en Relaciones Comerciales