Por Miguel Flores Isuani.
Para Industrias Metalúrgicas Pescarmona, los números del último año, de acuerdo a su flujo de efectivo y estado consolidado de situación financiera, definitivamente no cierran y confirman la crisis que atraviesa. Así lo demuestra el resultado integral del último ejercicio contable al 31 de diciembre pasado, con un balance negativo superior a los $ 1.800 millones.
De hecho, todo quedó asentado en el acta de la última Asamblea de accionistas celebrada el viernes 27 de marzo, y que tenía ese punto como el más relevante en el orden del día.
Allí, el directorio de Impsa refrendó el hecho de contar con reservas insuficientes para compensar un rojo que, en rigor y sin descontar lo que declara en sus arcas, es de más de $ 2.100 millones, casi el equivalente a lo que Venezuela le debe por la construcción de la represa de Tocoma.
La situación desencadenó otro aspecto tratado por los accionistas: a propuesta del directorio y por primera vez en mucho tiempo, "no distribuir resultados acumulados, dado que resultan los mismos un quebranto".
Según lo manifestado a la CNV (Comisión Nacional de Valores) con la firma de Gabriel Gutiérrez, uno de los accionistas, el resultado del ejercicio finalizado el 31 de diciembre de 2014 arrojó "un quebranto de $ 2.134.312.995 y las reservas facultativas constituidas en períodos anteriores ascienden a $ 291.452.674". De la decisión de "absorber parte" de ese déficit con ellas, se desprende un saldo negativo de $ 1.842.860.321.
Son las cifras correspondientes al 50° balance de Impsa desde su fundación y claramente no es uno más. Sobre todo porque refleja la situación de la multinacional mendocina al cabo de uno de sus años más difíciles como 2014, que la sumieron en una crisis financiera y económica no sólo en Argentina sino también con sus activos en Brasil, donde mantiene un concurso de acreedores por más de U$S 770 millones.
Mientras tanto, intenta reestructurar su deuda con los tenedores de las ON (Obligaciones Negociables), muchos de ellos inversores argentinos, que lanzó en los últimos años al mercado bursátil para financiarse. Un compromiso cuyo vencimiento no pudo afrontar en 2014 y la llevó al default.
Negociación en curso
Al respecto, David Seltzer, representante de Impsa en las conversaciones con los acreedores que hasta ayer continuaban, se limitó a reconocer que pese a todo "han habido avances". No obstante, en medio de una cautela extrema, desde la compañía evitaron explayarse sobre el impacto del déficit en un eventual acuerdo, para el cual la situación en Brasil es clave.
Es que luego de que el juez concursal de Sao Agostino aceptara la propuesta de reestructuración de su pasivo, dejó en suspenso su aprobación en gran medida por el litigio pendiente con Eletrobras, la sociedad estatal brasileña que contrató a Impsa para la construcción del Parque Eólico Santa Catarina, de 200 megavatios de potencia instalada, por U$S 250 millones. La falta de pago durante 30 meses fue, para Pescarmona, desencadenante de la crisis luego agudizada por la inactividad en Argentina.
La pelea derivó en una demanda por daños y perjuicios (un argumento fue la imposibilidad de cancelar un millonario crédito del Bandes brasileño), cuya resolución es incierta aún.
Mientras tanto, en función de los resultados negativos informados y de la reglamentación vigente de la CNV (artículo 27 de la Resolución 393 de 2011), Impsa queda ahora obligada a adoptar "una resolución expresa" en Asamblea de accionistas que, entre otros aspectos, prevea cómo revertir la situación que atraviesa.
Por lo pronto, la Asamblea decidió no constituir reserva legal según lo prevé la Ley de Sociedades Comerciales (artículo 50). Se trata de prestaciones accesorias que, en casos como el descripto (balance negativo), no integran el capital de la sociedad y tampoco son considerados aportes.