La baja de precios y el aumento de costos hacen más difícil el desarrollo de Vaca Muerta, cuya explotación es más onerosa que la de los recursos convencionales.
El incremento de los costos por encima, en términos comparativos, del alza de los precios de sus productos -una maldición de la economía argentina según la mirada empresaria- es también la principal amenaza que tiñe los planes de YPF. La petrolera es la mayor compañía del país y el motor que evitó en los últimos años un desplome aún mayor de la producción doméstica de hidrocarburos.
En el extenso formulario F-20 que YPF envió el lunes pasado a la SEC, el organismo regulador bursátil de Estados Unidos, la empresa que comanda Miguel Galuccio les avisó a sus inversores y al público en general: "Asumiendo que los precios domésticos para ciertos productos no coinciden con los incrementos de costos (incluyendo aquellos relacionados con el aumento de la valuación del dólar contra el peso argentino) en concordancia con mayores y más complejas inversiones [.] nuestra capacidad para mejorar nuestras tasas de recuperación de hidrocarburos, encontrar nuevas reservas, desarrollar recursos no convencionales y llevar a cabo algunos de nuestros otros planes de gastos de capital pueden estar afectados negativamente".
Esto es algo que repercutiría de forma adversa en las operaciones de la empresa y, por lo tanto, en sus resultados.
En otros términos: que los costos no están alineados con los precios, algo que complicaría el "desarrollo de recursos no convencionales" como los de Vaca Muerta, cuya extracción es más onerosa que la del petróleo y el gas ordinarios.
Sobre ese punto vienen advirtiendo al Gobierno desde hace tiempo y sin éxito los empresarios industriales, siempre bajo el reclamo de la llamada "pérdida de competitividad", el eufemismo que prefieren para endulzar la queja por los aumentos de costos. Al siderúrgico Paolo Rocca llegó a costarle una pelea con la presidenta Cristina Kirchner en septiembre de 2012. Pero, esta vez, el reclamo para el Gobierno es distinto, ya que vino desde dentro de la propia casa.
Hay que hacer una salvedad en el caso de la empresa estatizada. Si bien los costos de producción de YPF, al igual que el del resto de las petroleras, dependen de las características de la economía argentina, los precios, en cambio, sufren la presión internacional. En ese sentido, el escenario doméstico para la petrolera estatizada es mejor que el de otros países.
La misma compañía lo cuenta en su comunicación a la SEC: dice que los planes de estímulo a la inversión dispuestos por el Gobierno a principios de año deberían atenuar significativamente el impacto potencial del desplome de precios del crudo a nivel mundial y crear, "en términos comparativos, un mercado de petróleo y gas más atractivo para la Argentina en 2015".
Los costos preocupan a Galuccio desde su llegada a YPF. A fines de agosto de 2012, cuatro meses después de la estatización, el presidente de YPF fue el orador principal en un almuerzo organizado por el Club del Petróleo de Buenos Aires. En varias ocasiones mencionó la necesidad de volverse más competitivos. Y a principios de año, en medio del temor generalizado del Gobierno, las provincias, los sindicatos y las empresas a una caída en la inversión por el desplome de los precios internacionales, el número uno de YPF fue uno de los principales mentores para alcanzar acuerdos con los gremios que mejoren la eficiencia de la producción local.
Medido en pesos, el denominado lifting cost (algo así como cuánto cuesta subir un barril equivalente de petróleo -crudo más gas- a la superficie) pasó de $ 65,89 en 2012 a $ 122,26 el año pasado, casi el doble. En Estados Unidos, donde la petrolera que conduce Galuccio también tiene operaciones, el salto fue aún mayor: alcanzó casi $ 236 en 2014, por lo que en términos comparativos la producción nacional estaría mejor posicionada. Sin embargo, ese beneficio no se repite en el capítulo de los precios, ya que mientras en el país el valor promedio del petróleo vendido por la empresa fue de $ 593,34 el año pasado, en Estados Unidos fue de $ 724,77, un 22% más.
El formulario enviado a la SEC, donde las empresas suelen traducir la realidad de sus operaciones en términos muy crudos, también apuntó algunos de los riesgos que conlleva para YPF trabajar en la Argentina. Entre ellos se destacan algunos que les caben a los países emergentes, según refirió la propia empresa, como las altas tasas de interés y el control del tipo de cambio. Pero también otros que les resultan especialmente conocidos a las empresas que operan a nivel local, como el temor a un "cambio abrupto en el tipo de cambio", es decir, a una devaluación brusca, y los controles de precios. En su mensaje al ente regulador norteamericano, YPF advirtió que presta constante atención a su cronograma de trabajo, a las contrataciones y a toda la cadena de abastecimiento de su negocio con vistas a administrar sus costos.
Sin embargo, advirtió que los niveles de precios para atraer fondos y los costos exploratorios, así como los gastos operativos asociados con la producción de hidrocarburos, pueden estar sujetos a factores externos al ámbito propio de administración de la empresa. "Entre otras cosas, al nivel general de inflación", apuntó.
"En los últimos años, nosotros y la industria de Oil & Gas generalmente experimentamos incrementos en ciertos costos que excedieron la tendencia de la inflación", lamentó.
Adviritío a sus inversores que le disputan mercado, pero destacó la limitación legal.
La reforma de la ley de Hidrocarburos fue considerada como un logro para YPF. Y como todo logro, es difícil cada tanto no jactarse del mismo.
En el habitual informe anual que la compañía presenta a la SEC, equivalente a la Comisión de Valores de Estados Unidos, la petrolera nacional volvió a considerar que las empresas provinciales como la neuquina GyP representan una competencia. Sin embargo, esta vez aclara que los cambios legales "limitan" su capacidad para quedarse con "derechos exclusivos sobre las concesiones", lo que según YPF "mejora la competencia en la industria petrolera argentina".
En el documento que envió el año pasado a la SEC, en lo que fue la antesala de la batalla por la nueva ley de Hidrocarburos, la firma que conduce Miguel Galuccio ya había advertido sobre el inconveniente que presentaba la existencia de estas firmas.
A tal punto el tema preocupaba al CEO de YPF, que fue un punto nodal de la nueva normativa nacional, cuya letra fina salió de las oficinas de la Torre Madero en Buenos Aires.
Lo que en la práctica consiguió Galuccio fue que se prohibiera la reserva de áreas. Esto quiere decir que las provincias ya no podrán asignar bloques petroleros a sus empresas, un mecanismo que en Neuquén se aplicó de forma extendida.
De hecho, éste fue el punto de partida para que el Ejecutivo se decidiera a impulsar la ley. Es que Neuquén preparaba su propio proyecto, en el que planeaba ceder a GyP todos los bloques petroleros cuyas concesiones vencieran. Galuccio se adelantó a la maniobra y envió su propia versión.
ALCANCES
Pero más allá de lo que YPF le informa a sus accionistas en Estados Unidos, la realidad es que la ley aún no se reglamentó y no está claro hasta qué punto la nueva norma realmente recortó poder de fuego a las compañías provinciales.
En el caso neuquino, la prohibición de reserva de áreas no afecta demasiado porque todas las áreas marginales "sin dueño" ya están bajo poder de GyP y no quedan "bloques vírgenes" en el mapa provincial.
Sin embargo, desde la óptica del gobierno provincial, la firma local se reserva una carta. Si bien la ley impide la reserva, no prohíbe taxativamente que en una futura licitación la Provincia pueda poner como condición llevar de socia a GyP.
Esto se definirá en los pliegos únicos de licitación que por estas horas negocian las provincias con la Nación en Buenos Aires.
Después de todo, como suele recordar Sapag, "es más importante lo que la ley no dice que lo que dice".