Aupado en el papel decisivo de los gremios del transporte, el sindicalismo opositor llevó adelante ayer su cuarto paro general contra la gestión cristinista y según las evaluaciones, el más extensivo hasta ahora. “Fue un paro contundente”, definió Hugo Moyano en su balance, ayer por la tarde en la sede de la CGT Azopardo. “Han quedado los dirigentes (que no convocaron) pagando, muchísimos trabajadores adhirieron en forma directa”, sostuvo el líder camionero.
Como se había anticipado, las calles estuvieron semivacías, desde la medianoche no hubo colectivos ni trenes, vuelos comerciales, transporte de cargas, actividad marítima o portuaria. Tampoco bancos ni expendio de combustibles en las estaciones de servicio. La protesta tuvo como eje el reclamo contra el Impuesto a las Ganancias por el cual tributan más de un millón de asalariados y jubilados, pero los líderes gremiales denunciaron los sueldos “de hambre” de la mitad de la fuerza laboral ocupada, que cobra menos de $ 5.500, y reclamaron un aumento para los jubilados y medidas contra la inflación.
Moyano y los líderes de las centrales opositoras que lo acompañaron -Pablo Micheli de la CTA Autonóma, Luis Barrionuevo de la CGT Azul y Blanca- prefirieron no dar porcentajes pero el secretario de Interior cegetista, Gerónimo “Momo” Venegas, manejaba datos de las distintas regionales del país según los cuales la afectación fue del 94% en promedio, con una adhesión casi total en Capital y Provincia. Esos informes apuntaban la adhesión de la UOM y otros sindicatos alineados en la CGT oficialista en Tierra del Fuego, Misiones y Chubut. El paro abrió una brecha en la CGT Balcarce, donde algunos gremios adhirieron y otros, como la propia UOM del jefe cegetista Antonio Caló, dio “libertad de acción”. Con picardía, Barrionuevo “agradeció” a Caló esa postura.
El frente de 22 gremios del transporte nucleados en la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, tuvo la iniciativa de esta huelga que a último momento hizo propia la CGT moyanista proyectándola a un paro general. Estos gremios se reunieron por la mañana en la sede de la CATT para hacer su evaluación, pero cedieron “la foto” del paro a la CGT. Roberto Fernández, de la UTA -el gremio que tuvo que absorber las mayores presiones del Gobierno- y Omar Maturano, de los maquinistas de trenes de La Fraternidad, fueron claves en la huelga pero se mantuvieron lejos de los flashes. El moyanista Juan Carlos Schmid (Dragado), titular de la CATT, llevó la voz del sector, que busca empoderarse en una eventual reunificación cegetista, para la que el propio Schmid suena como candidato. “La cuestión es por qué la pobreza la debemos afrontar los sectores populares. Acá hay sectores de mayor capacidad contributiva que deben ser gravados”, sostuvo Schmid, al que Moyano dio estratégico protagonismo al cederle el micrófono.
El Gobierno, que se financió en más de $ 110 mil millones el año pasado de Ganancias a personas físicas, buscó mostrar normalidad, al punto de armarle un acto a la Presidenta en La Matanza. En un día también signado por la denuncia de millonarias cuentas secretas en el exterior de su hijo, Cristina Kirchner se mostró irritada por la huelga y fustigó: “¡Hacen los paros porque tal vez tengan que dar un poquito de su sueldo para otros compañeros! Sin huelga de transporte no hubiera habido paro general, hubieran ido todos a trabajar!”, descalificó.
Por su lado, la izquierda buscó su propio protagonismo durante la jornada. Hubo cortes y piquetes del Partido Obrero y el MST en puentes y accesos a la Capital. El MST hizo también una protesta frente a la sede de la UIA en avenida de Mayo. Y el PTS hizo desde las 5 hasta las 10 un masivo piquete, junto a trabajadores de Kraft, Pepsico y Donnelley, frente a Lear, en la Panamericana. El diputado nacional del PTS Nicolás del Caño sostuvo que fue un “paro contundente pese a las dirigencias sindicales burocráticas”.
Por Nicolás Balinotti
Lo que había nacido como un paro sectorial de los gremios del transporte se convirtió ayer en la más contundente huelga nacional de la serie de cuatro protestas que soportó Cristina Kirchner desde que llegó al poder.
Con la exigencia de modificar o eliminar el impuesto a las ganancias como eje central, el sindicalismo opositor, que contó en esta oportunidad con el respaldo de algunos gremios alineados con el Gobierno, paralizó parcialmente la actividad en el país y advirtió sobre un nuevo plan de lucha, que contemplaría en el corto plazo otra huelga (podría ser de 36 horas) y una movilización a la Plaza de Mayo. Impulsan esta medida Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli, los referentes de las centrales obreras opositoras.
Desde la madrugada de ayer y durante casi todo el día, las calles de las principales ciudades del país estuvieron despobladas como si fuera un feriado y hubo altos índices de ausentismo en fábricas, empresas y escuelas debido a la adhesión de los sindicatos del transporte público de pasajeros, quienes fueron, en definitiva, el músculo más vigoroso para garantizar el alto acatamiento de la medida de fuerza.
El Gobierno, que había intentado hasta último momento persuadir con subsidios y advertencias de sanciones a los transportistas, minimizó el impacto de la huelga con el argumento de que Ganancias es tributado por el 10,2%de los trabajadores registrados y el 0,7% de los jubilados.
Por cadena nacional, la Presidenta dijo que el impuesto es "un aporte solidario", y calificó a los gremialistas de "oligarcas" y de olvidarse de "los que menos ganan". Además, Cristina Kirchner reivindicó sus logros de gestión en materia salarial, al recordar que en 2004 se reactivaron las negociaciones paritarias y el Consejo del Salario (ver página 9).
A diferencia de la lectura oficial, Moyano dijo que la huelga "fue contundente" y les hizo un guiño a los gremios que no comulgan con su liderazgo y que pararon.
Dos sindicatos que hasta hace poco integraron la CGT más afín a la Casa Rosada fueron las locomotoras de la huelga. Se trata de los colectiveros de la UTA y de los maquinistas de tren de La Fraternidad, cuyos referentes, Roberto Fernández y Omar Maturano, no asistieron ayer a la CGT para la evaluación del paro. Ambos mantienen sus diferencias con Barrionuevo y Micheli, y sus presencias no están aún garantizadas en caso de un nuevo paro. Detrás de la eufórica imagen de ayer, con los huelguistas en un mismo escenario, se levanta una nube de internas y pase de facturas que está sin solución. El portuario Juan Carlos Schmid, que quedó al frente de la alianza de transportistas, será clave para conciliar los egos y unificar posturas.
A diferencia de las otras veces, el paro nacional encontró eco también entre los gremios más cercanos al Gobierno. Antonio Caló, jefe de la CGT oficialista y de la Unión Obrera Metalúrgica, dio luz verde para que sus afiliados adhieran a la medida. Además, sin diferenciarse de Moyano y Barrionuevo, criticó los alcances de Ganancias y dijo que el reclamo "es legítimo".
Hubo dos gremios vinculados a la central de Caló que hicieron pública su participación en la huelga: el de la Alimentación, que encabeza Rodolfo Daer, y la Federación de Petroleros y Gas, cuyo referente, Alberto Roberti, es, además, diputado nacional del Frente Renovador de Sergio Massa.
Otros referentes de la CGT oficialista se quedaron de brazos cruzados y en silencio. Jamás pensaron en movilizar a su tropa de adherentes para minimizar los efectos del paro, como habían urdido en otras oportunidades. Tampoco aceptaron el transporte alternativo y privado para ir a sus lugares de trabajo ni atacaron retóricamente a sus pares de la oposición, al argumentar que la protesta tendría fines políticos y electorales.
Los gremios actuaron así en tándem, dispuestos a exhibir su descontento y a enviar mensajes tanto para el kirchnerismo como para el futuro gobierno. No pretenden sólo una solución a Ganancias, demandan un interlocutor directo, permeable a sus reclamos.
Como sucedió en las otras huelgas, el sindicalismo opositor sumó el respaldo de los bancarios, de la CTA Autónoma, que lidera Micheli, y de sectores vinculados a la izquierda, que aportaron su habitual esquema de cortes y piquetes en los accesos a las grandes ciudades. Micheli se diferenció ayer de sus colegas cegetistas al enumerar un rosario de reclamos extra, más allá de Ganancias. Pidió por una suba del salario mínimo, el trabajo no registrado, un aumento de emergencia a los jubilados y el sinceramiento de los índices reales de inflación y desempleo.
Luis Barrionuevo
CGT azul y blanca
"Kicillof, el «rusito», como lo llaman ahí adentro, no da respuesta y la Presidenta hace lo que dice Kicillof. Y Kicillof está manejando los números y los números, si aflojan con esto, seguramente no podrá cumplir con algunos planes sociales"
Julio Piumato (en Twitter)
Judiciales
"Hoy #NoParan los ñoquis, los que apoyan al Gobierno, los que mataron a Nisman, los narcos y los corruptos. Hoy #NoParan los carneros. No dejo de felicitar al pueblo trabajador que hoy vivió una jornada histórica".
Los jefes de las tres centrales sindicales opositoras Hugo Moyano, Pablo Micheli y Luis Barrionuevo, calificaron hoy como "contundente" la medida de fuerza en reclamo de la eliminación del impuesto a las ganancias a los salarios, y anunciaron que de no obtener una respuesta del Gobierno nacional, evaluarán la realización de “otra medida de fuerza de 36 horas con movilización".
“Yo diría que está más para el sí que para el no, pero vamos de a poco. No hay que comerse la cena en el almuerzo”, respondió con mucha cautela Hugo Moyano cuando le preguntaron por el nuevo paro que ya se menciona contra las políticas del Gobierno, de 36 horas y con movilización a Plaza de Mayo. En la conferencia de prensa de ayer para hacer un balance de la huelga, minutos antes el gastronómico Luis Barrionuevo había sido explícito en pronunciarse por el nuevo paro, apuntado para el 30 de abril.
En el salón Felipe Vallese del histórico edificio de la calle Azopardo, Moyano, Barrionuevo y Pablo Micheli, de la CTA Autónoma, se sentaron en el centro del estrado mientras la barra de Camioneros le dedicaba cantitos a la Presidenta. “Cristina decime que se siente, sacarle la plata al trabajador...” y desmentía la prudencia de su jefe: “Olé, olá, Plaza de Mayo se la vamos a llenar”.
Moyano mostró que tiene su cabeza muy puesta en Independiente. “Micheli, tiene un apellido ilustre”, bromeó al pasarle el micrófono, tras recitar la mítica delantera del Rojo en los 50, que todo hincha se sabe de corrido, “Micheli-Cecconato-Lacacia-Grillo y Cruz”. El jefe de la CTA opositora sonrió y enseguida volvió al tema: “También paramos por salarios dignos y aumento para los jubilados”, dijo contribuyendo al esfuerzo sindical para no quedar encasillados sólo en el reclamo de Ganancias.
A su turno Barrionuevo, fiel a su estilo, echó pimienta al asunto: se defendió de haber tratado de “rusito” al ministro Axel Kicillof, al que llamó “mentiroso”. Y al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, lo calificó de “lenguaraz”. “Vamos a seguir el plan de lucha por los 8 millones que están en actividad y los 4 millones de jubilados” que ganan menos de $5.500, prometió.
A los flancos del terceto estaban, entre otros, Gerónimo “Momo” Venegas (peones rurales), Abel Frutos (panaderos), Julio Piumato (judiciales), Juan Pablo Brey (Aeronavegantes), Ricardo Cirielli (personal técnico aeronáutico), Juan Carlos Schmid (Dragado) y Julio Fuentes (ATE nacional).
Hubo mensajes para la interna sindical. Moyano le dio protagonismo a Schmid, que habló por los gremios del transporte que hicieron punta con la huelga. Barrionuevo dejó en evidencia las fisuras en la CGT Balcarce al agadecer la “libertad de acción” que decidió la UOM de Antonio Caló.
Grandes ausentes -no se llevan con Moyano-, Roberto Fernández (UTA) y Omar Maturano (La Fraternidad). La prudencia del camionero respecto de un nuevo paro tiene que ver con estos gremios clave. “Moyano no va a perder el cálculo del apoyo del transporte”, dijeron en fuentes gremiales. “Pero Fernández está enojado con el Gobierno, no dejó salir ni cuatro colectivos para la foto”, observaron.
Los gremios del transporte no quieren perder iniciativa. El 14 de abril será el congreso de la CATT para formalizar el regreso de la UTA y La Fraternidad. Maturano quedará como número dos de Schmid. “El 14 vamos a dar a conocer un plan de lucha de los gremios de transporte si no hay cambios en Ganancias”, dijo Maturano ayer.
Julio González Insfrán (capitanes de pesca) expresó la “satisfacción” por el impulso que dieron los gremios del transporte al paro nacional. Avisó que en dos semanas paran gremios portuarios y marítimos de la Federación ante “la crisis del sector”.
En medio del primer paro nacional del año que tuvo, según los gremios opositores, una adhesión del 94 por ciento, la Presidenta Cristina Kirchner no ocultó su enojo y descalificó a los convocantes del paro que reclamaron por el impuesto a las ganancias: “Lograron un trabajo más remunerado” y “se olvidan de los que todavía no ganan lo suficiente”, les enrostró de forma enfática en un acto en González Catán (ver pág. 15). Sin embargo, en la Casa Rosada no descartaron la posibilidad de alguna modificación en el mínimo no imponible “pero se hará cuando estén dadas las condiciones”, expresó un alto funcionario a Clarín.
Después de la conferencia de prensa que brindaron los líderes sindicales opositores al Gobierno evaluando la jornada de paro a nivel nacional, Cristina Kirchner salió al cruce de la medida de fuerza. “Hacen un paro porque tal vez tengan que dar un poquito de su sueldo para otros compañeros, jubilados, para hacer redes cloacales”, soltó ante el aplauso de su gabinete y la militancia presente.
Y aunque señaló que no estaba enojada, la Presidenta no pudo disimular el malestar que le provocó la jornada de paro, y agregó: “Como dijo Evita, le tengo más miedo al frío de los corazones de los compañeros que se olvidan de dónde vinieron, que al de los oligarcas. Por eso, hoy el pueblo de La Matanza no está de paro”. En un tono más ameno, pero sin dejar la crítica de lado, la jefa de Estado dijo: “No estoy enojada, porque si hubiera habido trenes y subte, no hubiera habido paro general”.
El Gobierno unificó desde temprano el discurso y como en otras oportunidades calificó el paro de “político” y “opositor”, además de minimizar el impacto del reclamo. “Mañana (por hoy) todo sigue igual, un paro no nos va a modificar, el impuesto está bajo análisis y se cambiará cuando estén dadas las condiciones”, planteó una fuente de jefatura de gabinete.
La jefa de Estado insistió en descalificar el paro que se sintió con fuerza y planteó sentir “vergüenza como argentina de que estas cosas ocurran en esta patria porque afectamos a muchos argentinos y no es justo”.
Hablando de una medida opositora y de presión contra el Gobierno, Cristina Kirchner remarcó: “No es justo, porque en el fondo sabemos que no se trata de reivindicaciones obreras sino de oposición. Todo el mundo tiene derecho a ser opositor, hasta un dirigente sindical, pero en vez de presionar a un Gobierno, quienes se sientan representantes de la voluntad popular se tienen que presentar a elecciones”.
El impuesto a las ganancias es un reclamo sostenido por las centrales sindicales opositoras al Gobierno y del que no escapan los gremios cercanos a la Casa Rosada, aunque decidieron no adherir al paro. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, señaló ayer temprano, al ingresar a la Casa Rosada que “el empresario es el empresario, el trabajador es el trabajador y el Estado pone la plata y le hacen el paro”.
“El Estado, en nombre de todos los argentinos, termina siendo como cornudo y apaleado”, se quejó Aníbal F..
En otro despacho de Balcarce 50 expresaron que en mayo se evaluará la recaudación y se analizará si se puede avanzar en una modificación del mínimo no imponible.
El paro convocado ayer por los gremios del transporte en reclamo por la rebaja del impuesto a las Ganancias tuvo un costo para la economía de u$s 1.426 millones que dejaron de facturarse, cifra estimada a partir de los sectores que no trabajaron por adhesión directa e indirecta a la medida.
Este cálculo fue realizado por el Centro de Estudios Económicos (CEE) de la consultora Orlando Ferreres & Asociados, que remarcó que se trata de un impacto mayor al registrado en las últimas dos huelgas realizadas el año pasado (la del 10 de abril y la del 28 de agosto). De todos modos, este paro fue el más significativo que el sindicalismo le decretó al gobierno de Cristina Fernández, que derivó casi en un paro general a raíz de la adhesión de los principales gremios del transporte. La falta de colectivos, subtes y trenes impidió a los trabajadores de otros rubros acceder a sus trabajos, por lo que la ciudad y alrededores estuvo casi desierta.
Para realizar el cálculo, la consultora partió del valor bruto producido por día en marzo, que alcanza los u$s 3425 millones. Luego, a partir de fuentes privadas e informes de prensa, estimaron el impacto indirecto que el paro tuvo en cada uno de los sectores de la economía.
Ese efecto indirecto se refiere a la baja en las ventas provocada por la huelga en sectores que si bien no están vinculados por la cadena de producción, están relacionados indirectamente. Un ejemplo de esto sería el poder judicial y los restaurantes y confiterías cercanas a los tribunales, precisó el informe.
Una vez calculada la adhesión y/o el impacto indirecto en la huelga, la firma corrigió el porcentaje por la posibilidad de recuperar lo perdido. Por ejemplo, un restaurante o un kiosco no podrán hacerlo, mientras que en el agro la recuperación será del 100%. A su vez, en la industria y la construcción será parcial, al igual que en el rubro comercio. La recuperación de este paro será limitada, dado que las empresas no sólo deberán compensar este costo sino el de 4 feriados en dos semanas, algo muy similar a lo ocurrido en abril del año pasado, analizó la consultora.
Para el sector de comercio particularmente, la Confederación de la Mediana Empresa (CAME) había estimado el día previo al paro que esperaban una pérdida de ventas por $ 2119 millones. Aunque la entidad que dirige Osvaldo Cornide anticipó que el costo final dependería del nivel de adhesión, la estimación surgió del comportamiento que tuvo el sector frente a otras huelgas similares. Sobre una venta promedio en el comercio minorista que este año ronda los $ 2.650 millones diarios aproximadamente, la venta caería 80%, a sólo $ 530 millones, proyectó la CAME el lunes. La cámara estimó que cinco de cada 10 comercios no abrirían sus puertas, algunos por temor a los daños que puedan provocar eventuales disturbios, y otros porque los locales no contarán con personal para la atención.