Por Antonio Rossi.
Tras varias semanas de relativa quietud, la interna en el directorio de empresa estatal Enarsa entre la línea histórica que responde al ministro de Planificación, Julio De Vido, y la vertiente camporista que reporta al titular de Economía, Axel Kicillof, volvió a acaparar la atención del sector energético.
Dos nuevos hechos, en medio de una marcada paridad de fuerzas que promete mantenerse hasta el cambio de gobierno en diciembre, agitaron las aguas en la plana mayor de Enarsa.
Por un lado, el retiro de Santiago Pierro, el ex gerente del área de generación eléctrica que había llegado con el apoyo del sindicato capitalino de Luz y Fuerza. Y por otro lado, la ampliación de los plazos de puesta en marcha de 8 centrales móviles que el gerente general y virtual vicepresidente de Enarsa, el camporista Juan José Carbajales le concedió en forma unilateral a tres compañías proveedoras de equipos.
Con el aval de su padre Carlos Pierro –un reconocido ex funcionario menemista que actualmente integra el Consejo Mundial de Energía—y el respaldo de Oscar Lescano—el fallecido ex titular de Luz y Fuerza—, Santiago Pierro había ingresado a Enarsa junto con el primer presidente de la empresa, Exequiel Espinoza.
Al frente del área de negocios de “generación eléctrica”, Pierro manejó durante casi una década las licitaciones de las grandes y pequeñas usinas que adjudicó Enarsa y todo lo referido a la logística y distribución de los combustibles líquidos destinados a las centrales del parque térmico nacional.
Tras moverse varios años con una significativa autonomía, Pierro había caído en la mira de los referentes camporistas que desembarcaron en la empresa a partir de 2012.
Según parece, una prolongada y minuciosa investigación interna de los veedores de Kicillof habría puesto sobre el tapete varias irregularidades en las contrataciones de las empresas de camiones para el traslado de los combustibles que se definieron en las oficinas de Pierro en los últimos años.
Ante la presión de los camporistas y el silencio de Rafael Mancuso—el sucesor de Lescano en el gremio porteño de Luz y Fuerza—, Pierro decidió hacer las valijas y retirarse de Enarsa. Fuera del gobierno, ahora su futuro inmediato estaría orientado hacia el ámbito académico-político con la creación de un “Centro de Estudios Energéticos” que acompañaría al actual gobernador y candidato presidencial, Daniel Scioli.
Rápidos de reflejos y antes de que copen la parada los camporistas, los “devidistas” cubrieron de inmediato el lugar que había dejado vacante Pierro. Mandaron como reemplazante a Osvaldo Ramini, un técnico todoterreno de la cartera de Planificación.
La segunda cuestión que alteró los ánimos en Enarsa fue la decisión de Carbajales de soslayar al directorio y aprobar los nuevos contratos de provisión de energía que otorgan más tiempo a las empresas Sullair, Secco y Turbodisel para que cumplan con la puesta en servicio de las usinas móviles que tienen atrasadas.
Se trata de ocho centrales que totalizan 155 MW (Megawatts) de la quinta versión del programa “Generación de Energía Eléctrica Distribuida” (GEED).
Los equipos generadores—localizados en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Chaco y Santiago del Estero—tenían que haber sido habilitados en los últimos meses de 2014. Pero ahora con el visto bueno de Carbajales, los plazos se estiraron hasta el segundo semestre de 2016.
Esta movida del hombre de Kicillof en Enarsa se suma a otra polémica que lo tuvo como protagonista a fines del año pasado. Fue por un contrato directo con la multinacional Aggreko para incorporar un paquete adicional de 50 MW de pequeñas usinas transportables. El nuevo convenio --que forma parte del “Programa de Unidades de Generación de Energía Eléctrica Móvil” (UGEEM)--se cerró en las últimas semanas de 2014 y se extenderá, en principio, hasta diciembre de 2016.