2015 ha sido un año de electricidad totalmente amigable con el ambiente para Costa Rica. Según los datos del SEN (Sistema Eléctrico Nacional de Costa Rica), durante enero, febrero y lo que va de marzo, el uso de hidrocarburos ha sido innecesario para alimentar la red del país. Las condiciones lluviosas favorables durante los primeros meses del año permitieron que los embalses de Arenal, Cachí, La Angostura y Pirrís hayan alcanzado niveles por encima de las estimaciones del estatal Instituto Costarricense de Electricidad (ICE).
Estas cuatro plantas, conforman el brazo más fuerte de producción costarricense. Luego, le siguen los desarrollos geotérmicos, los eólicos, la biomasa y la solar, que completan el 100% de la matriz renovable.
Bajo estas condiciones y con las reservas a la fecha, el ICE estima que en el segundo trimestre del año seguirá la tendencia a la baja en las tarifas para todos sus consumidores. El gobierno ha hablado de hasta un 15% de reducción.
La energía hidroeléctrica representa el 80% del total de producción del país, mientras que la energía geotérmica aporta alrededor del 13%. En aras de capitalizar más esta fuente de energía subterránea, a mediados de 2014 el gobierno costarricense aprobó la construcción de tres plantas geotérmicas con una inversión de US$958M. Se espera que la primera planta a construir genere cerca de 55 MW y otras dos plantas aporten 50 MW.
La geotermia se perfila como la gran palanca que llevaría a que Costa Rica pueda cumplir su objetivo de ser carbono neutral en 2021.
Con una cobertura domèstica de 99,4%, el país centroamericano se ubica en el segundo lugar, superado por Uruguay, en calidad de servicio de electricidad en América Latina, según el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial.
A su vez, el Global Energy Architecture Performance Index Report 2015 sitúa al país como el segundo mejor del continente americano -detrás de Colombia- en cuanto a rendimiento de arquitectura energética, y como el decimoprimero en el conjunto de las 125 naciones estudiadas.
El índice toma en cuenta el acceso y el estado de la red eléctrica y el ambiente general de la seguridad energética de cada país en cuanto a crecimiento económico, desarrollo social y sostenibilidad ambiental.