El 22 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial del Agua como una forma de crear conciencia de su importancia y de la necesidad de cuidarla.
BBC
Casi dos millones de personas se mueren al año por falta de agua potable. Y es probable que en 15 años la mitad de la población mundial viva en áreas en las que no habrá suficiente agua para todos.
Nuestro planeta contiene más de mil millones de billones de litros de H2O, pero poca se puede tomar.
Más del 97% del agua en la Tierra es salada. Dos tercios del agua dulce está retenida en glaciares y capas de hielo polar. De lo que queda, la mayor parte está atrapada en el sueloo en acuíferos subterráneos.
Eso deja disponible para la mayoría de los seres vivos una fracción mínima.
Y la humanidad no sólo la necesita para tomar: casi todo lo que hace involucra al agua de alguna manera.
Es difícil imaginarse cuán alto es el consumo individual, si uno sólo piensa en lo que toma o lo que gasta duchándose o lavando la ropa. Pero hay un uso “escondido”: el agua que se necesita para cultivar la comida que comemos y hacer los productos que usamos y consumimos.
El total del requerimiento global de agua al año es de más de cuatro billones de litros al año, y las fuentes naturales del precioso líquido ya no dan abasto.
¿Cuánto gastamos con lo que hacemos y en producir lo que consumimos?
Desde hace tiempo sabíamos que la escasez de agua potable amenazaba con convertirse en un grave problema para todo el mundo.
Cerca de una de cada diez personas en el planeta –casi 800 millones– no tiene acceso a fuentes seguras.
El Foro Económico Mundial y otras instituciones calculan que para 2030 habrá una demanda 40% más alta, que el planeta no podrá suministrar.
Eso afectará la agricultura, lo que aumentará los precios de los alimentos.
Y, como señala el geólogo Ian Steward, no es difícil imaginarse que si no se encuentra una solución pronto, la posibilidad de que estallen guerras por agua dulce es alta.
Los científicos han ideado una gama de tecnologías que podrían ayudar a lidiar con la crisis del agua.
Una forma de abordarla es usando botellas especiales para limpiar el agua sucia y tornarla en potable. Las botellas contienen unos filtros de tamaño nanométrico que pueden remover las bacterias y virus. Pero algunos contaminantes –como el plomo– se pueden colar. No obstante,las botellas se han utilizado con éxito en operaciones de rescate.
Otra opción es la conocida como “destilación por compresión de vapor”, en la que se calienta el agua sucia para que se convierta en vapor y condensarla como agua potable.
Así que purificar el agua sucia es posible, pero es costoso e ineficiente.
La solución más simple podría ser sencillamente mejorar la manera en la que administramos lo que tenemos. En los países en desarrollo, por ejemplo, se pierden 45 millones de metros cúbicos de agua dulce al día por fugas subterráneas.
Y, ¿qué tal si se pudiera usar agua del mar en vez de agua dulce? En 2009, unos científicos reportaron que habían desarrollado unos cultivos que toleraban la sal.
O quizás, hay una alternativa mejor…
La desalinización parece ser la mejor solución para la crisis, pero no es tan simple como suena.
En la naturaleza, el proceso llamado ósmosis hace que el agua se mueva a través de una membrana semipermeable desde áreas con concentraciones bajas de sal a áreas de alta concentración.
Para desalinizar, tiene que ocurrir lo opuesto.
Se requiere mucha presión para forzar al agua a pasar por la membrana en la dirección contraria, lo que implica un gasto de energía alto que, además, resulta costoso.
Para que la desalinización se convierta en una alternativa viable, se necesita o mucha energía barata o la manera de hacer que el proceso sea más eficiente.
El planeta tendrá un déficit de agua del 40% en 2030 si no se cambia el rumbo actual de consumo, según un informe publicado hoy por la Unesco, que pide que una mejor gestión de este recurso forme parte de los objetivos del planeta de la ONU.
El estudio, elaborado por 31 organismos de la ONU bajo el paraguas de la Unesco, establece que en los últimos años ha habido avances en el acceso al agua y al saneamiento en el mundo, pero persiste la tensión y será más evidente por el incremento demográfico.
Por eso, considera que los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el periodo de 2016-2030, que deben sustituir a los Objetivos del Milenio (2001-2015) tienen que ser más ambiciosos en la protección de los recursos hídricos.
En la actualidad, el plan de la ONU solo pone el acento en el acceso al agua y el saneamiento.
El informe de la Agencia de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) pide que se incluyan también la gobernanza de los recursos hídricos, la calidad del agua, la gestión de las aguas residuales y la prevención de catástrofes naturales ocasionadas por el agua.
El agua es fuente de desarrollo económico pero, éste, a menudo, precisa de fuertes cantidades de ese elemento, bien para regadíos agrícolas, bien para producción energética, lo que precisa de "un equilibrio", explicó el principal autor del informe, Richard Connor.
Todavía quedan en el mundo 748 millones de personas que no tienen acceso a agua preservada de contaminación y las primeras víctimas de esta situación son los pobres, los marginados y las mujeres, según el estudio.
Los autores señalaron que el sector agrícola, el que más cantidad consume, tendrá que incrementar su producción un 60 % en el horizonte de 2050, lo que provocará una mayor tensión en el acceso al agua.
También crecerá la demanda de productos manufacturados y el informe señala que sus necesidades de agua se incrementarán un 400 % en ese periodo.
A ese incremento de la demanda se suma una gestión defectuosa, que hace que persistan los regadíos intensivos y que muchas aguas queden contaminadas por el uso de pesticidas y productos químicos cerca de cursos fluviales.
El 20 % de las aguas subterráneas del planeta está siendo explotada de forma abusiva, indica el informe.
El elemento también sufre el ataque del calentamiento climático, en forma de una mayor evaporación de recursos motivada por el incremento de la temperatura, o por la subida del nivel del mar que puede afectar a acuíferos de agua dulce.
Todas estas presiones "pueden desembocar en una competición por el agua entre diferentes sectores económicos, regiones o países".
El informe también apunta a una "deficiente gestión" que lleva a que "con frecuencia se pague a un precio inferior a su valor real" y que "no se tenga en cuenta a la hora de adoptar decisiones en el sector energético o industrial".
"Los esfuerzos llevados a cabo por algunos países indican que es posible lograr una mejor gestión y una utilización más escrupulosa de los recursos hídricos, incluso en los países en vías de desarrollo", señala el informe.
Uno de los factores de ahorro de agua que preconiza el informe es el fomento de las energías renovables en detrimento de las centrales térmicas, grandes consumidoras de agua y que en la actualidad producen el 80 % de la electricidad en el mundo.
Para tomar este tipo de decisiones, señalan los autores, es preciso que "los poderes públicos puedan influir en las decisiones estratégicas que tienen repercusiones determinantes en la perdurabilidad de los recursos hídricos".
Otro de los métodos de ahorro puede proceder de la subvención a la agricultura con sistemas de regadío eficientes, lo que atacaría otra de las principales fuentes de gasto de agua.
“Ante el constante aumento de la demanda de agua y la explotación excesiva de las reservas subterráneas, tenemos que cambiar nuestro modo de llevar a cabo la evaluación, gestión y utilización de este recurso del que depende nuestro futuro”, indicó la directora general de la Unesco, Irina Bokova.
El informe “Agua para un mundo sostenible” publicado por los expertos de Naciones Unidas en vísperas del Día Mundial del Agua a celebrarse el próximo domingo señala que es apremiante cambiar los métodos de uso y gestión de ese recurso vital.
El informe incluye un mapa que resume los recursos de agua renovable per cápita de cada país, con una escala de colores que va de la escasez absoluta, en varios países del norte de África y la Península Arábiga, hasta los menos necesitados, categoría en la que figuran todos los países de América Latina, pasando por los vulnerables, entre los que se incluye a países de perfil tan distinto como varias islas del Caribe, China, Alemania, Inglaterra o España.
Según los autores, “nunca como ahora nuestro planeta ha estado tan sediento”, especialmente a causa de las necesidades de un sector agrario cada vez más exigido.
De aquí a 2050, la agricultura, el sector de actividad humana que más agua devora, deberá producir un 60% más de alimentos a nivel mundial y un 100% en los países en desarrollo.
A mismo tiempo tiende a aumentar la demanda de bienes manufacturados, incrementando la presión sobre los recursos hídricos.
Según las previsiones, entre 2000 y 2050 el aumento de demanda de agua de la industria mundial será de un 400%.
Mientras se dispara el consumo de agua -en un 55% de aquí a 2050-, su gestión no se realiza de manera sostenible y “un 20% de las aguas subterráneas del planeta están siendo explotadas abusivamente”.
El riego de cultivos, el uso de plaguicidas y agroquímicos que terminan en los cursos de agua, y la falta de tratamiento de aguas residuales afectan a un 90% de las aguas en los países en desarrollo.
El desarrollo económico y prácticas contrarias a una gestión sostenible del agua producen contaminaciones masivas y pérdida de recursos hídricos, especialmente en Asia. El informe cita el ejemplo de China, donde el riego intensivo provocó un descenso del nivel de la napa freática de 40 metros en las planicies del norte.
Si todo sigue igual, advierten los expertos, el planeta deberá hacer frente a un déficit global de agua del 40% de aquí a 2030. Por esa razón, concluye el informe, la única solución razón es aprender a administrar el agua de manera sostenible.
El informe incluye algunos estudios de casos particulares en el mundo, y cita como modelo el programa Cultivando Agua Buena, aplicado hace 11 años para mejorar la gestión hídrica de la cuenca del Paraná en Brasil y Paraguay tras la construcción de la represa de Itaipú.
Los autores destacan que la ONU se dispone a examinar a partir de septiembre próximo la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el período 2016-2030, y recomiendan que uno de ellos esté centrado en la cuestión del agua.
A pesar de los avances logrados en los últimos años, en el mundo todavía hay 748 millones de personas privadas de acceso a fuentes de agua no contaminada. Sin embargo, los autores preconizan que no se haga exclusivamente hincapié en el acceso al agua y el saneamiento, sino que también se tengan en cuenta cuestiones como la gobernanza de recursos hídricos, la calidad del agua, la gestión de aguas residuales y la prevención de castástrofes naturales.
En el caso particular de América Latina, el informe deplora la escasa inversión en materia de infraestructura e identifica dos prioridades: fortalecer la gobernanza hídrica y mejorar el suministro de agua potable y de servicios de saneamiento.