El concesionario que se adjudique la futura central termoeléctrica de Quillabamba, en el Cusco, tendrá un plazo de 25 meses para la Puesta en Operación Comercial (POC), los cuales se contarán desde el cierre del proceso de concesión que realiza la Agencia de Promoción de la Inversión Privada (ProInversión).
Según la segunda versión del Contrato de Compromiso de Inversión del Proyecto “Central Térmica de Quillabamba”, será una obligación del inversionista asegurarse que a partir de la POC y durante el plazo del contrato, el Sistema de Generación Quillabamba (SGQ) se encuentre operativo en su totalidad y disponible para el Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN).
El cronograma de actividades que el inversionista planea seguir para el financiamiento, obtención de licencias y certificados, selección de contratistas así como para la ejecución propiamente dicha de las inversiones y obras, deberá ser entregado al Ministerio de Energía y Minas (MEM) y al Osinergmin.
Tal cronograma deberá ser entregado dentro de los cuatro meses posteriores a la fecha de cierre del proceso.
El proyecto tendrá una central termoeléctrica con una capacidad de 200 megavatios (Mw) de ciclo simple, la cual operará con gas natural. La inversión asciende a aproximadamente US$ 180 millones y la buena pro está prevista para el tercer trimestre del 2015.
Los proyectos mineros son en definitiva las estrellas dentro de la cartera de inversiones de los departamentos del sur, debido principalmente a los montos de inversión que representan, y a que recaen enteramente en manos de privados, quienes son más eficientes que el gobierno para ejecutar inversiones eficazmente dentro de los plazos esperados. No obstante, y afortunadamente, el sur del Perú cuenta con otros proyectos, los cuales se derivan no sólo de la disposición y explotación de dotaciones –como recursos naturales y mineros, fuentes de energía, litoral costero, ubicación geográfica, atractivos turísticos, etc.– sino también, aunque todavía en menor medida, de otras fuentes de competitividad, como la competitividad macroeconómica y microeconómica.
Si bien varios de los proyectos públicos o público-privados dependen del Gobierno Central, los gobiernos regionales del sur han facilitado en cierta medida (o al menos no han obstaculizado) el desarrollo de proyectos en sus regiones, trabajando en muchos casos de la mano con empresas privadas en obras energéticas, de saneamiento y de infraestructura, poniendo las condiciones para que los privados encuentren retornos atractivos. Por otro lado, un ambiente de negocios cada vez más atractivo –si bien todavía con muchas limitaciones– ha captado inversiones no dependientes de las dotaciones, sino enfocadas en una demanda creciente y cada vez más sofisticada de empresas y personas en el sur, una fuerza laboral relativamente mejor educada, menor seguridad y corrupción, mayor estabilidad social, mayor aceptación de la inversión privada, etc. Asimismo, la presencia de proveedores especializados en distintas industrias, así como una calidad de vida suficientemente alta para los ejecutivos de las empresas en algunas de las ciudades del sur, como Arequipa, también han facilitado las inversiones.
A nivel macrorregional destacan los proyectos del Gasoducto Sur Peruano, el nodo energético del sur, la ampliación de la carretera Panamericana Sur, la represa de Paltiture y la línea de transmisión Mantaro-Marcona-Socabaya-Montalvo, por un monto de inversión total de más de US$ 5,400 millones.
Sin considerar los proyectos mineros, en la región Arequipa destacan la central hidroeléctrica de Molloco, Majes Siguas II, plantas de tratamiento de agua en La Enlozada y La Joya, la ampliación del puerto de Matarani, el proyecto del Sistema Integrado de Transporte en Arequipa metropolitana, así como distintas inversiones privadas en los sectores industrial, inmobiliario, comercio y servicios, por un monto total cercano a los US$ 2,000 millones. En el Cusco sobresalen el aeropuerto internacional de Chinchero, la central hidroeléctrica Pucará y la central térmica de Quillabamba, así como inversiones en retail moderno e industria (US$ 1,100 millones). En Moguegua se cuenta con la carretera Moquegua-Omate-Arequipa, la construcción de dos secciones de la carretera Interoceánica, la reserva fría de generación en Ilo, e inversiones en retail moderno (US$ 540 millones).
Por su parte, Madre de Dios tiene la construcción del tramo 3 de la carretera Interoceánica, la central de generación termoeléctrica adjudicada a Energías del Perú e importantes inversiones en el sector turismo (US$ 360 millones). En Puno destacan la línea de transmisión Azángaro-Juliaca-Puno y el sistema de tratamiento de aguas residuales de la cuenca del lago Titicaca (US$ 100 millones).
Si bien estas inversiones distan significativamente de aquellas ideales y soñadas, que dependerían mucho más de las competitividades macroeconómica y microeconómica –como podría ser una planta de Samsung o una oficina de Google instalándose en Arequipa para atender a toda Latinoamérica, u otras menos pretenciosas, como una planta u oficina de una empresa sudamericana para atender a todo el Perú–, marcan el camino para que, eventualmente, con mucho trabajo, decisión y visión se pueda captar este otro tipo de inversiones.