Por Mike Peacock
La atención esta semana se concentrará sobre todo en la reunión de política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos y su intención de subir la tasa de interés, en medio de una economía mundial que se está acomodando a un desplome de los precios del petróleo y a un avance del dólar.
La combinación del Banco Central Europeo imprimiendo un montón de euros y la expectativas de la primera alza de tasas de interés en Estados Unidos causó una tormenta en los mercados cambiarios y en los emergentes.
El euro, que había alcanzado un máximo de 1,40 dólares a mediados del año pasado, ahora está languideciendo en 1,05 dólares y aparentemente en camino a la paridad.
Tras varios meses consecutivos de fuertes datos de empleo, han aumentado las expectativas de que la Fed apunte a un alza de las tasas en junio, con el retiro de su compromiso de ser "paciente" al considerar la medida.
No obstante, el alza del dólar, la baja de las exportaciones de Estados Unidos y menores presiones inflacionarias de los productos importados, podría llevar a los funcionarios de la Fed a hacer una pausa para reflexionar.
El presidente del banco de la Reserva Federal de St. Louis, James Bullard, a quien se considera funcionario de línea dura, dijo la semana pasada que el banco central se arriesgaba a retrasar mucho el alza de tasas considerando la caída del desempleo.
Otros esperan que la ausencia de inflación se prolongue.
Una encuesta de Reuters a unos 70 economistas encontró que están divididos casi a la mitad sobre si el alza de tasas se decidirá en junio o a fines de año.
"En nuestro escenario base, la continua debilidad de la inflación llevará a la Fed a cambiar de tono y a contenerse de subir en junio", dijo Michael Hanson, economista senior de Bank of America Merrill Lynch en Nueva York.
"No obstante, la Fed no parece lista para capitular aún y probablemente mantendrá abierta la posibilidad de un alza en junio en la mente de los agentes del mercado", añadió.
Una pregunta es si las potencias mundiales, que por ahora han aceptado los bruscos movimientos de monedas como parte del paquete para consolidar el crecimiento, comenzarán a quejarse de las devaluaciones competitivas.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, advirtió de los riesgos de políticas monetarias divergentes, considerando la expectativa de una normalización de las tasas de la Fed, mientras el BCE y el Banco de Japón siguen imprimiendo dinero.
"Esto claramente supondrá más volatilidad y tendrá también impactos en las monedas. Los países o las empresas que se han endeudado ampliamente en préstamos en dólares lo van a sufrir", dijo.
Goldman Sachs espera ahora que el euro caiga a 0,8 dólares para fines de 2017.