Por WINSTON ESTREMADOIRO
Ya Bolivia perdió el tren de que el planeta abriera una senda al país, al perder tiempo y desperdiciar la oportunidad cuando la empresa líder del litio se fue a la Argentina a un salar fúnebre –se llama Salar del Muerto- mucho más pequeño; hoy Chile alardea de su salar de Atacama, antes boliviano
A pocos les importa, pienso, ciertamente menos de los que se rasgan las vestiduras reclamando el plagio de folklore andino en festividades de la virgen cuprífera en Chile, o la de la Candelaria en Perú. ¿Acaso reclaman en Brasil que los ‘destaques’ de carrozas de escasa ropa, abundante pedrería y plumajes de reinas de comparsas del Carnaval se parezcan cada vez más a las mulatas cariocas?
Eso sí, envidio el entusiasmo carnavalesco de parejas en la flor de la llamada ‘tercera edad’, cuando el bailongo se enfervoriza con ritmos orureños. Una pegadiza canción repite “ya va a salir el tren, caballero, ya va a salir el tren”, de la cual no logro dominar su rítmico levantar una patita y dos pasitos laterales después, levantar la otra. Bueno, ‘camba viejo no aprende a rezar’, dice un dicho de mis pagos.
No pude sustraerme a usar el símil de épocas ferrocarrileras, para sustentar la opinión de que ya perdimos, o vamos camino a perder, el tren del desarrollo del litio en Bolivia. Quizá para tapujarlo se junta el litio con el megalómano proyecto de la energía nuclear, o se glorifica un exiguo tramo del rally Dakar por el altiplano y el inmenso lago de sal de Uyuni.
Este último contiene las mayores reservas mundiales de litio, mineral de moda en la nanotecnología de almacenaje de energía. Ya Bolivia perdió el tren de que el planeta abriera una senda al país, al perder tiempo y desperdiciar la oportunidad cuando la empresa líder del litio se fue a la Argentina a un salar fúnebre –se llama Salar del Muerto- mucho más pequeño; hoy Chile alardea de su salar de Atacama, antes boliviano: dicen que tiene el 40 por ciento de las reservas mundiales de litio. Enanos ambos en relación al salar de Uyuni, pero qué importa: su explotación tomará décadas y que los bolivianos pobretones se emboben con el Dakar en su mar de sal.
Enefecto, me enteré de que la añadidura de azufre a las celdas eléctricas de baterías quintuplica su desempeño. La noticia en cuestión empezaba con una cita de Ralph Waldo Emerson, que por si acaso fue un escritor, filósofo y poeta estadounidense nacido a principios del siglo XIX. Era un soñador visionario que parafraseándolo, decía “construye una mejor batería, y el mundo abrirá un sendero a tu puerta”.
Hoy el país parece haber perdido el tren por segunda vez. El avance tecnológico ha mejorado el desempeño del litio añadiéndole azufre en lugar de metales pesados (cobalto, manganeso, níquel) que quizá ni tenemos.
Esto significa que en vez de “lithium-ion”, se usará “lithium-sulphur” –aunque huelan los científicos como el averno o el pedo alemán, digo yo. El azufre es barato y bajara el costo de los artefactos. La Nissan, uno de los gigantes de la producción de automotores, utilizará esta tecnología en sus autos eléctricos. Quizá reducirán el ímpetu de sus inversiones ahora que el petróleo ha bajado de precio y bajado los humos, de combustibles alternativos y menos contaminantes del medio ambiente planetario.
El que sabe, sabe. Varios científicos, (nótese que no hay gringos ni menos ‘originarios’, y que los centros de investigación están en EEUU, el malvado ‘imperio’): Chengdu Liang, del Oak Ridge Laboratory de Tennessee, Yo Cui de la Universidad de Stanford y Cheng Huang del Pacific Northwest National Laboratory están trabajando en perfeccionar las nuevas tecnologías.
La OXIS de Oxford, ‘Reino Desunido’, lanzará este año sus baterías mejoradas en base a una tecnología que mezcla litio con grafeno, una forma de carbón recientemente descubierta, que consiste de hojas delgadísimas en un solo átomo de grosor.
Mientras tanto, el Gobierno nacionalista (aimara), del proceso de cambio (relevo de rateros), sigue tirando la plata en proyectos autóctonos de producir baterías con carbonato de litio. O sea, a mi modesto entender, un pronto obsoleto “litio-ion” con pizcas de caros metales pesados, en vez de la tecnología del “litio-azufre”, más barato y eficiente.
Si los responsables del proyecto de baterías en base a carbonato de litio en el salar de Uyuni no han tomado salvaguardias, ¿será sintomático de que el Gobierno no percibe que ya estamos en la edad de la información, que industrializar es cosa de saber hacer y saber vender? Bien harían como evangelistas mormones, los famosos ‘runtus’ que andan de a dos, remedados tan bien por el hilarante Peter Travesí: un gringo (o asiático) con el know-how, y un morenito ‘originario’ que aprenda del gringo (o asiático). Porque lo que importa es el conocimiento, y que las universidades bolivianas no continúen produciendo ‘abogánsters’, activistas aimaras, (o médicos brasileños).
Por eso me regodeé con un chiste. Un vendedor que portaba dos maletas, ofrece a un cliente un artefacto pequeñito que cabía en una mano y hacía de todo –teléfono inteligente, computador, cámara de filmar y fotografiar, televisor, equipo de música, grabadora, MP3 para 10 mil canciones, etc. “¿Cuánto cuesta?”, pregunta el interesado. “100 dólares”, replica el vendedor. “Lo llevo”, dice el comprador. Ya se iba cuando el vendedor le grita apuntando a las dos maletas: “Señor, señor, ¡olvida las baterías!”
*Antropólogo