Por Hernán Cappiello.
Horas antes de que el empresario Lázaro Báez sea indagado por la Justicia por lavado de dinero, Leonardo Fariña, el estudiante de contabilidad y ex marido de Karina Jelinek, se desdijo otra vez y, en aparente consonancia con el hombre de negocios kirchnerista, buscó aliviar su situación judicial.
En un vuelco en su estrategia, Fariña presentó un escrito ante el juez federal Sebastián Casanello en el que aseguró que montó una "estrategia jurídico-mediática" en la que mencionó a un agente de la SIDE que le daba letra al periodista Jorge Lanata para ensuciar a Báez y vincularlo con Néstor Kirchner, el robo de un departamento de lujo y el cobro de sumas millonarias por la venta de Ferraris y otros autos de colección.
Fariña volvió a decir ante el juez que mintió al afirmar que blanqueó al menos 60 millones de euros de Báez y sostuvo que en realidad intentaba presionarlo por los medios para que el empresario le pagara honorarios que le debía por haber constituido en el Banco Nación un fideicomiso para refinanciar sus deudas. Quería cobrar, dijo, el 3% de cada emisión del fideicomiso de 350 millones de pesos y el 0,5% por su administración.
En ese escrito -al que accedió LA NACION-, presentado 48 horas antes de que Báez se presente hoy, a las 10, en Tribunales en indagatoria, Fariña cambió de nuevo su historia: aseguró que no fue Báez el que le indicó que comprara en su nombre una estancia en Mendoza con cinco millones de dólares en efectivo, sino que el que le hizo el pedido es el empresario Carlos Molinari, procesado en esta causa por lavado de dinero, y que no podía figurar en la operación por sus problemas fiscales.
La nueva posición de Fariña -que dijo que ahora "tomó coraje para contar la realidad de lo acontecido"- favorece a Báez, pues la compra del campo en comisión era el único punto fuerte para indagarlo.
Al cambiar de estrategia, Fariña se presentó con la abogada Giselle Robles y despidió a sus ex letrados Iván Mendoza y Horacio Petracci Torre, que dijo que fueron los que le sugirieron presionar a Báez para cobrar mediante una "estrategia jurídico-mediática" que incluyó extorsionarlo a través de los medios y "armando" una entrevista con el programa de Jorge Lanata.
Fariña -que está preso en Ezeiza por evasión fiscal, procesado por lavado y es investigado por narcotráfico- está imputado en esta causa y, a diferencia de los testigos, no tiene obligación de decir la verdad. Puede mentir para defenderse. Ésta es la cuarta versión que da Fariña sobre los hechos: primero con Lanata, en una cámara oculta, denunció que lavó plata de Báez y luego se desdijo en TV; después, en tribunales, afirmó que Báez le encargó comprar un campo en su nombre, y ahora lo negó.
En su escrito, Fariña señaló que primero le dio una entrevista a Alejandro Fantino en la que dijo sin nombrar a Báez que si no le pagaban sus deudas todos iban a "bailar rock and roll". Dijo que luego de la nota lo contactó Lanata, con quien tuvo una reunión, y que allí acordaron armar una cámara oculta con un guión, que dijo le fue entregado por "un tal Brezone o Brezano", quien supuestamente pertenecería a la Secretaría de Inteligencia y era quien le entregaba información a Lanata para producir sus programas.
Dijo que así se filmó su entrevista que Lanata puso al aire en 2013 y destapó el caso "que le produjo al señor Báez un gravamen irreparable".
Dijo que fueron sus ex abogados los que lo obligaron a mentir sobre que Báez le pidió comprar el campo y denunció que lo presionaron para quitarle su departamento de la avenida del Libertador, una sociedad anónima. El abogado Mendoza dijo a LA NACION que no iba hacer comentarios sobre su ex cliente. "Me caben las generales de la ley", dijo.
En su escrito descargó su furia contra Molinari, que dijo le prometió pagarle una indemnización con la venta del campo, de una Ferrari California, un Audi S3, un BMW M6, una camioneta BMW M3 y 8 lotes en Hudson Park. Denunció que Molinari tiene plata en negro de inversiones no declaradas y que busca ocultarlas de su esposa -que vive en Estrados Unidos-, con quien mantiene un juicio de divorcio.
Por si quedan dudas de su versión, para corroborarla Fariña ofreció como testigos a su ex esposa Karina Jelinek; al hijo de Molinari, Matías, su compañero de la noche; a Jorge Lanata, y pidió enviar exhortos a Estados Unidos y Uruguay para averiguar sobre bienes de Molinari.
Verdad o mentira, Casanello indagara de todos modos a Báez hoy, que debe responder por primera vez sobre los delitos de lavado de dinero por los que se lo investiga.
Favoreció a Báez antes de la indagatoria a la que hoy fue citado el empresario
Leonardo Fariña
Estudiante de Economía
Preso
Está detenido por evasión fiscal, procesado por lavado e investigado por narcotráfico
Declaración
Volvió a cambiar su relato. Dijo que todo fue un plan para presionar a Báez por los medios para cobrarse una deuda de honorarios que tenía con el empresario.
Estrategia
Sostuvo que la estrategia jurídico-mediática incluía una entrevista armada con Lanata, que recibió un guión de un agente de la SIDE
Programa de TV
Indicó que después del programa de TV de Lanata, sus viejos abogados lo engañaron y los acusó de querer quedarse con sus bienes y apoderarse de su dinero
Carlos Molinari
Empresario
Procesado
Está procesado por lavado de dinero porque hizo operaciones con dinero cuyo origen no pudo justificar
Ataque
Fariña lo hundió. Dijo que tiene dinero negro, inversiones en Uruguay y EE.UU. sin declarar, y que busca ocultar dinero de su ex mujer, de quien se está divorciando
Honorarios
Dijo que Molinari debía pagarle honorarios con la venta de una Ferrari, otros autos de lujo y ocho lotes en un country, pero que no cumplió
Lázaro Báez
Empresario
Indagatoria
Hoy debe comparecer a las 10 ante el juez Casanello para ser indagado por lavado de dinero
Pruebas
La principal evidencia en su contra era la afirmación de Fariña de que Báez le ordenó comprar en su nombre el campo en Mendoza, en 5 millones de dólares
Protección
Fariña lo salvó. Ayer aseguró que fue Molinari quien le pidió que hiciera la compra en comisión y no Báez. Con eso le quitó al empresario un problema de encima