Por ED CROOKS.
Rex Tillerson, presidente ejecutivo de ExxonMobil, está mostrando todas las señales de ser una persona especial: un ejecutivo petrolero que está feliz con los precios bajos del crudo.
Su alegre comportamiento durante la presentación de la compañía ante los analistas en Nueva York contrasta con el estado de ánimo sombrío de gran parte de la industria a raíz de la caída del 50% que registraron los valores del petróleo desde el verano boreal pasado.
Tillerson explicó que dada la producción estadounidense, la cual se mantiene constante a pesar de la caída de los precios, y el anémico crecimiento de la demanda mundial, es poco probable que el mercado se recupere en el corto plazo. Jack Williams, vicepresidente senior a cargo de las operaciones de producción, dijo que cuando Exxon evaluó posibles inversiones en shale en EE.UU., se concentró en los escenarios con precios del petróleo entre $40 y $60 por barril cerca los $56 actuales.
Al igual que otros productores de petróleo, Exxon está experimentando un golpe a sus utilidades. Se pronostica que sus ganancias por acción este año oscilarán alrededor de la mitad de los $7.60 de 2014.
A diferencia de muchos otras petroleras, sin embargo, Exxon, el grupo energético más grande del mundo, no tiene ningún riesgo de irse a la quiebra o de ser comprado por otra empresa. Bien puede aprovechar la crisis para colocarse en una posición más fuerte en relación con la competencia.
La solidez de la empresa quedó demostrada la semana pasada, cuando recaudó $ 8.000 millones en una emisión de bonos, cifra superior a los $ 7.000 millones que se habían previsto, debido a la fuerte demanda. La compañía es uno de los tres grupos estadounidenses que cuentan con una calificación crediticia triple A, nota más alta que la del gobierno federal y que le permite endeudarse a tasas muy bajas.
La crisis encontró a Exxon con una generación de flujo de caja más fuerte que la mayoría de sus rivales. El flujo de caja libre fue de $ 17.900 millones en 2014, en comparación con $ 2.600 millones de Chevron, que incluía $ 5.700 millones en ganancias de venta de activos.
Por ende, Exxon siente mucha menos presión para reducir gastos que las empresas más pequeñas de exploración y producción, que están experimentando diversos grados de tensión financiera. Exxon no ignora por completo las fluctuaciones del mercado. El gasto de capital se ha reducido 12% para 2015 en comparación con el año pasado, y Tillerson reconoció que la compañía estaría "cambiando tácticamente el orden" de algunos de sus planes de inversión.
Sin embargo, la compañía mantiene su objetivo desde el año pasado de producir el equivalente a 4,3 millones de barriles de petróleo por día en 2017. La muestra de estabilidad por parte de Exxon es sorprendente cuando se compara con el 30% y 40% en reducciones de gastos de capital que anunciaron las pequeñas y medianas empresas de exploración y producción.
El poder mantener el gasto a niveles imposibles para otros, como lo dijera Tillerson, "nos brinda numerosos y diferentes tipos de oportunidades" en dos áreas principales: la reducción de costos y la adquisición de activos.