El crudo WTI cerró la jornada sobre la barrera de los 50 dólares. El Brent perdió 1,20 dólares. Analistas de Goldman Sachs pronostican en 40 dólares el precio del WTI.
Genscape publicó un informe asegurando que las reservas aumentaron 1,7 millones de barriles de petróleo durante la semana pasada en Estados Unidos (EE. UU.), una cantidad menor a la esperada.
Sin embargo, un sondeo preliminar de Reuters muestra que los inventarios crecieron 4,2 millones de barriles.
La producción en el campo Eagle Ford, en Texas, redujo su producción de barriles, lo cual pudo haber presionado al alza el precio del WTI.
También la noticia del cierre de 64 plataformas de extracción en EE. UU. incidió sobre las preferencias de los inversores.
Los operadores se aferraron a la disminución de las reservas, y en la Bolsa Mercantil de Nueva York (Nymex), el barril de petróleo WTI cerró al alza con una ganancia de 0,39 centavos (50 dólares) respecto al cierre del viernes.
Analistas de Goldman Sachs afirmaron en una nota a sus clientes que los precios del petróleo se ubicarán sobre los 40 dólares por barril.
La prima entre el Brent y el crudo de Texas se redujo a menos de 9 dólares por barril, perjudicando a algunos operadores que apostaron a que el diferencial se ampliaría esta semana.
El Brent, presionado por la compra de bonos por parte del Banco Central Europeo (BCE), cerró la jornada con un caída de 2 % (-1,20 dólares) cotizándose en 58,53 dólares por barril.
Los operadores dijeron que una orden ejecutiva de Estados Unidos contra Venezuela y sanciones contra ciertos individuos en el país también tuvieron un efecto sobre el Brent, aunque un funcionario de alto rango del Gobierno de Obama dijo que la orden no apunta contra la industria petrolera venezolana.
Los precios del petróleo subieron levemente el lunes en Nueva York, reduciendo la brecha que lo separa del Brent cotizado en Londres, en un mercado frenado por la fuerza del dólar y el persistente pesimismo sobre el exceso de oferta.
El precio del barril de "light sweet crude" (WTI)para entrega en abril ganó 0,8% (o 39 centavos) terminando exactamente en la barra de los 50 dólares en el New York Mercantile Exchange (Nymex).
De esta manera se aproxima a la cotización del Brent, que bajó más de un dólar, situándose bajo los 60 dólares en Londres, luego de que ambos crudos mantuvieran una diferencia de precios superior a los 12 dólares en el transcurso de febrero.
El barril de Brent bajó el lunes 1,20 dólares 58,53 dólares en el Intercontinental Exchange (ICE).
"Las fluctuaciones de los últimos días habían favorecido al Brent, pero ahora la tendencia se invirtió", recordó Kyle Cooper, de IAF Advisors.
Sin embargo "el petróleo inicia la semana ...mirando hacia abajo", consideró Matt Smith, de Scheider Electric. "El dólar está extremadamente fuerte, alentado por el lanzamiento de la fexibilización monetaria por parte del Banco Central Europeo (BCE) y ante una perspectiva más precisa de un alza de las tasas estadounidenses hacia mediados de año".
El fortalecimiento del dólar, como consecuencia del eventual incremento de tasas en EEUU, afecta al crudo, cotizado en el billete verde, para los inversores que disponen de otras divisas.
El colapso de los precios internacionales del petróleo --de US$105 a alrededor de US$50 el barril desde mediados de 2014-- ha sido una bonanza para los países que lo importan y ha planteados retos para los países que lo exportan.
En general, los importadores de petróleo gozarán de un crecimiento más rápido, menor inflación y posiciones externas más sólidas, y la mayoría escapará a presiones fiscales significativas. Los países exportadores de petróleo tenderán a experimentar una desaceleración del crecimiento y un debilitamiento del saldo de la cuenta corriente externa, y algunos se verán sometidos a presiones fiscales, dado que muchos dependen de ingresos directos vinculados al petróleo. Un caso destacado es el de Venezuela, que ya sufría graves desequilibrios económicos antes de que los precios del petróleo comenzaran a caer, y ahora se encuentra en una situación aún más precaria.
Una nueva realidad
Para adaptarse a este nuevo entorno mundial, muchos países están permitiendo que la caída de los precios internacionales del petróleo se traduzca en un abaratamiento de los costos energéticos internos. Esto aumenta el ingreso disponible de los consumidores y las empresas, ya que bajan los precios del transporte y la electricidad. Esta política respalda el crecimiento y alivia las presiones inflacionarias. También contribuye a estabilizar el saldo de la cuenta corriente externa al estimular la demanda de importaciones no petroleras, lo cual puede compensar en parte la disminución de las importaciones petroleras. En América Latina y el Caribe, según nuestras estimaciones, 60% de estos países --tal como en el caso de Barbados, Costa Rica y Guatemala-- permitirán que la caída de los precios internacionales de los combustibles se trasladen completamente a los precios internos para fines de 2015, en tanto que menos del 30% impedirán hasta el más mínimo traslado.
Arma de doble filo: El impacto en los saldos fiscales
Para los importadores netos, los precios internacionales del petróleo pueden influir en los saldos fiscales de distintas maneras que podrían terminar compensándose. La recaudación por impuestos sobre las importaciones petroleras (tanto los impuestos sobre el valor agregado como los derechos de importación ad valorem) probablemente disminuya, pero los subsidios a los combustibles también podrían abaratarse, especialmente si el gobierno no permite un traslado total de la baja de los precios internacionales del petróleo. Nuestro análisis nos lleva a concluir que la situación fiscal de la mayoría de los países que son importadores netos de petróleo mejoraría moderadamente gracias a la caída de los precios internacionales del petróleo. La situación fiscal de algunos de estos países se está fortaleciendo porque los gobiernos no están permitiendo que el retroceso de los precios internacionales se vea reflejado en los precios internos.
Pero el efecto de los precios internacionales del petróleo en la situación fiscal de losexportadores netos de petróleo (Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Trinidad y Tobago y Venezuela) es negativo. En la mayoría de estos países, el sector está dominado por una empresa petrolera estatal, que genera ingresos fiscales a través de impuestos sobre la renta, dividendos y regalías pagadas al gobierno. Estas empresas pueden tener el monopolio de las ventas nacionales de derivados del petróleo y pueden cargar con los costos de los subsidios internos a los combustibles.
Ecuador, México y Trinidad y Tobago ya han comenzado a recortar el gasto para compensar la disminución del ingreso vinculado a los hidrocarburos. El gobierno mexicano está incrementando el precio interno de la gasolina un 1,9% en 2015, lo cual reforzará el ingreso generado por las ventas nacionales, y contrató un seguro en el mercado que contribuyó a limitar la contracción del ingreso relacionado con el petróleo en 2015. El gobierno tendrá que emprender un ajuste fiscal adicional en 2016 porque la protección del seguro no se extiende más allá de 2015.
Colombia mantiene una regla fiscal que distribuye el ajuste según la fluctuación de los precios internacionales del petróleo. Esto significa que el déficit fiscal se profundizará en 2015, con la caída del ingreso fiscal vinculado al petróleo. Sin embargo, en los años venideros, el gobierno tendrá que recaudar ingreso no petrolero para alcanzar las metas del balance fiscal estructural impuestas por ley y proteger al mismo tiempo programas de gasto críticos.
Bolivia sufrirá una pérdida significativa de ingresos, dado que el precio de sus exportaciones de gas natural está atado a los precios internacionales del petróleo, pero el gobierno cuenta con una protección considerable en forma de depósitos y reservas internacionales netas que le dará margen de maniobra a corto plazo.
La situación fiscal de Venezuela será la que más se deteriorará como consecuencia del abaratamiento internacional del petróleo, dado que gran parte del ingreso del sector público se deriva de las exportaciones de petróleo. Además, se prevé que el precio interno de la gasolina se mantenga cerca de cero, lo que prácticamente elimina todo ingreso potencialmente generado por las ventas nacionales.
Las dificultades fiscales de Venezuela podrían someter a presión a los países que importan su petróleo a través de Petrocaribe, un programa venezolano de asistencia energética para algunos países de América Central y el Caribe. En muchos de estos países, la disminución del valor de las importaciones petroleras excede el financiamiento proyectado recibido de Petrocaribe. Sin embargo, muchos países utilizan el componente de subsidios del financiamiento de Petrocaribe para sustentar el gasto a largo plazo, y podrían verse enfrentados a un ajuste fiscal espinoso si esta fuente de financiamiento desapareciera.
Implicaciones para la formulación de políticas
El nuevo panorama de los precios internacionales del petróleo beneficiará a algunos países y planteará retos a otros. En general, este nuevo panorama no hace peligrar la estabilidad macroeconómica de la región porque la mayoría de los países continuarán manteniendo marcos de política sólidos. Venezuela es la excepción, ya que la pérdida significativa de ingresos de exportación de petróleo agravará una situación de por sí frágil.
Para los países que aún no lo han hecho, la baja de los precios del petróleo representa una buena oportunidad para eliminar subsidios mal focalizados y establecer mecanismos de fijación de precios que hagan posible un ajuste automático de los precios internos ante variaciones de los precios internacionales de los combustibles. El nuevo entorno mundial también pone de relieve la importancia de diversificar las fuentes de ingreso fiscal para evitar una dependencia excesiva de las exportaciones o las importaciones de petróleo.
En este momento, decenas de millones de barriles de petróleo son almacenados en enormes buques tanqueros fondeados en puertos de todo el mundo.
Son navíos que no van a ninguna parte. Apenas sirven de bodegas para guardar crudo como parte de una compleja jugada financiera.
La razón: en medio de la impresionante bajada de los precios internacionales del crudo, que en menos de un año cayó de más de US$100 el barril a alrededor de US$50, algunos de los grandes comerciantes de crudo en el mundo han decidido guardar enormes reservas de petróleo a la espera de que los mercados globales del petróleo se recuperen.
Y en momentos en que las capacidades de almacenamiento terrestre se ven copadas por el aumento de la producción, los comerciantes han acudido a reservas flotantes.
Algunos de los buques más grandes jamás construidos son usados por estos magnates petroleros para llevar a cabo esta operación comercial.
Exceso de oferta
Detrás de la jugada yace un razonamiento relativamente simple.
"Cuando hay un exceso temporal de oferta de un bien y se espera que la demanda aumente luego, tiene sentido guardar el bien hasta que aumente la demanda", le dice a BBC Mundo Craig Pirrong, profesor de finanzas de la Universidad de Houston en Estados Unidos.
Sin embargo, sólo un puñado de actores económicos tienen la capacidad financiera y operativa de llevar a cabo estas operaciones, le señala el académico a BBC Mundo.
Entre ellos cita a las empresas comercializadoras de petróleo Trafigura, Glencore y Vitol entre otros, así como a algunas empresas financieras como Goldman Sachs.
Uno de los buques empleados para guardar el crudo es el superpetrolero TI Oceania, indica el diario estadounidense The Wall Street Journal. Con una capacidad de 3 millones de barriles, es uno de los más grandes en su categoría.
Pero ahora permanecerá buena parte de este año anclado en Singapur, contratado por la firma de comerciantes de petróleo Vitol para almacenar crudo mientras pasa el temporal de los bajos precios.
El canal de televisión estadounidense CNBC cita a Francisco Blanch, analista de Bank of America, calculando que a mediados de 2015 habría entre 50 y 100 millones de barriles de petróleo guardados en almacenamiento flotante.
Para hacerse una idea de la magnitud de este fenómeno, basta recordar que Venezuela, el mayor productor de petróleo de América Latina, extrae cerca de 2,7 millones de barriles diarios, de acuerdo a información de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo).
Por lo que esta flotilla de buques podría tener almacenado el equivalente de más de un mes de la producción petrolera de Venezuela.
Impacto sobre el precio
Se cree que la maniobra de estos comerciantes tiene algún efecto, aunque no muy sustancial, sobre los precios internacionales del petróleo.
"El efecto sobre el precio, es que hace que el precio hoy sea ligeramente mayor de lo que sería de otra manera y hace que el precio futuro sea ligeramente menor porque estamos sacando producción del mercado hoy y volviendo a traerlo en el futuro", le dice Pirrong a BBC Mundo.
Almacenar petróleo en buques es más caro que guardarlo en instalaciones terrestres, agrega el experto, por lo que la operación es muy sensible a fluctuaciones en los precios.
Pirrong indica que la demanda por el petróleo está empezando a aumentar, por lo que cree que podría empezar a vender parte del petróleo que han guardado en buques.
En cualquier caso, no es la primera vez que una situación como ésta ocurre en el mercado mundial del petróleo.
En 2009, cuando el comienzo de la Gran Recesión mundial deprimió el precio del petróleo a cerca de US$40, los comerciantes también guardaron decenas de millones de barriles en almacenamiento flotante.
Eventualmente, el precio del crudo se recuperó lo suficiente para que se justificara vender esas reservas, y presumiblemente lo mismo ocurrirá cuando los precios vuelvan a subir en el actual ciclo que experimenta la industria petrolera.
Entre tanto, muchos buques repletos del "oro negro" permanecerán en puerto a la espera de un cambio de fortuna en los mercados del crudo.
El crecimiento de la producción de petróleo en los campos de esquisto de Estados Unidos crecería a su menor ritmo en cuatro años el próximo mes, porque la caída de los precios del petróleo y los recortes de gastos de las empresas han comenzado a golpear a la extracción, según cifras del Gobierno publicadas el lunes.
La producción petrolera de los siete mayores áreas de esquisto en Estados Unidos aumentaría en 298 barriles por día en abril, según la gubernamental Administración de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés). La expansión sería la menor de desde febrero de 2011.
En el resultado pesará la caída de la producción en dos campos de esquisto de rápido crecimiento, por primera vez desde 2013.
La producción en las formaciones Bakken y Dakota del Norte bajará en 8.000 barriles de petróleo por día (bpd) a 1,32 millones de bpd en abril frente a marzo.
En tanto, la producción en el campo Eagle Ford del sur de Texas retrocedería 10.000 bpd a 1,72 millones de bpd en abril, su primera baja desde octubre de 2013, según la EIA.
Sin embargo, la producción de petróleo en la cuenca Permian en el occidente de Texas y Nuevo México subirá 21.000 bpd a 1,98 millones de bpd en abril, dijo la agencia.
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No estaba claro si el pronóstico marca el comienzo de una sostenida baja de la producción petrolera en Estados Unidos, que muchos anticipan para el segundo semestre por la caída de los precios.
Tal como comentó con satisfacción Abdalla El-Badri, secretario general de la OPEP, durante el fin de semana, la caída de los precios del petróleo ya está teniendo un dramático impacto sobre la industria del shale en Estados Unidos.
Los presupuestos para gasto de capital están siendo recortados, hay plataformas de perforación inactivas y se está despidiendo personal. El notable crecimiento de la producción norteamericana de petróleo, que permitió elevar la oferta en más de 1 millón de barriles diarios para los mercados mundiales en los últimos tres años, probablemente en 2015 disminuya.
La mayor parte de este sufrimiento es consecuencia de las fuerzas del mercado. El incremento de la producción proveniente de Estados Unidos, que coincide con la abrupta caída del crecimiento de la demanda global, originó un exceso de oferta. En ausencia de una acción por parte de Arabia Saudita _que no ve razón para rescatar a sus competidores_ esa oferta excesiva se puede corregir sólo por medio del mecanismo de precios.
El factor que mortifica a los productores de crudo estadounidenses es que sus problemas empeoran con las regulaciones que mantiene vigentes su propio gobierno. Las normas de los setenta que prohiben las exportaciones de crudo no refinado, salvo en limitadas circunstancias, son una reliquia del embargo petrolero de la OPEP. Ya no sirven para ningún propósito útil.
Los estudios confirman que esas regulaciones no ayudan en nada a bajar los costos del combustible para los consumidores norteamericanos y, en cambio, generan rentas indeseadas para las refinerías. Su continua existencia socava la credibilidad internacional del respaldo norteamericano al libre comercio. Además, en un momento de precios débiles, son particularmente perjudiciales porque ponen en peligro la producción estadounidense.
Como Estados Unidos, el único entre los mayores productores de petróleo, no autoriza a su industria a concretar ventas internacionales, surgieron dos saturaciones: una en los mercados mundiales y otra en Estados Unidos.
Los tanques de almacenamiento de crudo en Norteamérica se están llenando a un ritmo de casi 1,5 millones de barriles diarios, o cerca de 16% de toda la producción del país, mientras los productores se esfuerzan por encontrar compradores. Estados Unidos todavía es importador neto de petróleo, pero el crudo liviano y dulce (bajo contenido sulfuroso) proveniente del shale norteamericano no es sustituto perfecto del crudo importado que prefieren muchas refinerías estadounidenses.
Como resultado, la diferencia entre el precio que reciben los productores por su crudo onshore en EE.UU. y el que deberían cobrar si pudieran vender en los mercados mundiales se amplió abismalmente. El West Texas Intermediate de referencia está a un descuento de u$s 9 respecto del crudo Brent que se comercializa internacionalmente comparado con la casi paridad registrada en enero.
Para una industria que recibe fuertes presiones financieras, esa diferencia de u$s 9 por barril es realmente importante.
Parte del descuento se debe a costos de transporte pero la mayor parte parece ser el resultado del reducido mercado disponible para el crudo norteamericano.
Manteniendo la restricción a las exportaciones, EE.UU. está debilitando su propia producción y ayudando a los competidores como Rusia y Arabia Saudita, a elevar sus porciones del mercado mundial. Las regulaciones a veces defendidas como respaldo a la seguridad energética de EE.UU. terminarán provocando un aumento de sus importaciones netas.
Las últimas medidas, como permitir mayores exportaciones de petróleo ultraliviano, son pequeños pasos hacia la dirección correcta pero no suficientes para hacer una verdadera diferencia. La mejor solución sería el abandono total de todos los controles a las exportaciones.En la guerra global por los precios del crudo, EE.UU. está luchando con una mano atada en la espalda. Es momento de abandonar una política antigua y pelear en igualdad de condiciones.