La política es consenso, construcción de alianzas, seducción, pero también tiene momentos ineludibles de conflicto. Instantes que redefinen las relaciones de fuerza y como es obvio, son traumáticos. Nadie quiere perder lo que tiene.
Son instantes donde no hay red y se arriesga todo lo que acaso llevo años, décadas de construcción. Por eso, la audacia es un componente esencial de los líderes, necesario para zambullirse en lo inexplorado riesgoso. Carlos Menem, Néstor Kirchner tenían esa cualidad hiperdesarrollada. La incógnita es si Daniel Scioli algún día se atreverá a dar la batalla decisiva.
Porque su plan de ser el candidato de Cristina Kirchner a fuerza de imponerse con su muy particular estilo pasivo agresivo, la semana que pasó sumó enormes interrogantes.
La Presidenta venía dando señales fuertes de preferencia por Florencio Randazzo. Y como ella no le teme al conflicto, avanzó con dos decisiones clarísimas: Primero, echó de mala manera a un ícono del peronismo como “El Chueco” Mazzón, básicamente porque lo vio trabajando por la continuidad de esa fuerza en el poder, detrás de la candidatura de Scioli y los liderazgos territoriales. Esto desembocaría en el fin del kirchnerismo y sobre todo de La Cámpora. Es así, aunque lo disimulen.
Y sobre el cierre de listas de Capital, Cristina entendió en el aire el desafío que le planteaba Scioli con la postulación del correcto presidente del Bapro, Gustavo Marangoni. Lo que estaba en juego era mucho más que una candidatura a jefe de Gobierno destinada probablemente a caer ante macrismo.
Lo que se abría, era la primera instancia real de competencia entre el peronismo clásico que se está alineando con Scioli y el proyecto personal de Cristina, La Cámpora. Casi de manera icónica, Scioli contraponía a un politólogo de buenos modales como Marangoni al arrogante camporista Recalde.
La posibilidad de un corrimiento masivo del votante peronista de la Ciudad a Marangoni estaba latente, más si el propio Scioli -que mide muy bien en Capital- se sumergía en la campaña. Si Scioli derrotaba con Marangoni a La Cámpora, en el único distrito en el que esa organización tiene alguna base territorial seria, el mensaje al peronismo de todo el país hubiera sido contundente: Surgió un nuevo líder. Y el tan anunciado final de ciclo hubiera tenido su primer fecha fundacional. Ni más ni menos que esa oportunidad se perdió el gobernador.
Lo peor es que la defección de Scioli fue total. No negoció candidaturas para los que lo acompañaron en la aventura porteña, entregó sus listas, incluidos los 230 comuneros, a cambio de nada. ¿Qué mensaje envía eso a los que hoy apuestan por su proyecto presidencial imaginando ser parte de las listas que competirán en Octubre? O peor aún: ¿Qué garantía hay de su emancipación del kirchnerismo si finalmente conquista la Presidencia? O incluso: ¿Qué hará Scioli si Cristina llega al recurso extremo de negarle la boleta para las primarias presidenciales? ¿Resistirá, buscará presentarse con el sello del PJ como desesperadamenteintenta asegurarle Duhalde? ¿O se irá a su casa como hizo en el cierre de listas del 2013 cuando abortó una negociación cerrada con Sergio Massa?
Y ese fue el otro gran error de Scioli. El cierre porteño impuso un flashback fulminante a las legislativas del 2013. Massa a pesar de las limitaciones graves de sus armadores porteños, finalmente presentó lista. Mal o bien tiene candidatos y los que trabajaron por su proyecto podrán sacarse el gusto de competir. En la hora crítica, exhibió como en el 2013 voluntad de pelea y capacidad de definición.
Massa probablemente entendió que la pelea porteña –el escenario electoral más importante antes de las primarias de agosto-, no era un lugar en el que podía estar ausente. Su candidato Guillermo Nielsen no es conocido para el gran público, pero frente a opciones más farandulezcas que le acercaron sus armadores, tiene al menos la ventaja de ofrecerle un perfil solvente. Fue un avance importante después de varios papelones.
El líder del Frente Renovador ya avisó que se colgará la campaña al hombro y piensa recorrer los barrios porteños junto a Roberto Lavagna. Incluso, trabajó para limar viejas diferencias entre el ex ministro de Economía y quien fue su colaborador clave en la renegociación de la deuda externa.
La aspiración mas inmediata es ofrecerle una propuesta a ese voto peronista que dejó huérfano Scioli. Imposible imaginar un mensaje más claro para Octubre.
Falta mucho y cada mes hasta agosto es una vida. Pero acaso por eso, la realidad avanza como puertas exclusas.
Scioli negó que haya bajado a Marangoni por un pedido de la Rosada
La Política Online
La exclusión de la lista de candidatos del Frente para la Victoria en las primarias porteñas del presidente del Banco Provincia, Gustavo Marangoni, postulante del gobernador bonaerense, Daniel Scioli, reavivó las internas dentro del kirchnerismo, que volvió a la carga contra el mandatario provincial. La legisladora Gabriela Cerruti, una de las cinco precandidatas del kirchnerismo para las PASO del 26 de abril, aseguró que a Marangoni "lo bajó Scioli porque no quería salir último en una interna en Capital antes de las elecciones".
Gabriela Cerruti, legisladora porteña y precandidata a jefa de Gobierno por el kirchnerismo, sostuvo que el gobernador bonaerense bajó a su propio candidato, Gustavo Marangoni, por temor a una derrota.
El día después del cierre de listas, donde el kirchnerismo excluyó al delfín de Daniel Scioli del Frente para la Victoria y ni siquiera le dio un espacio en la nómina a legisladores, la única mujer dentro de los cinco precandidatos kirchneristas opinó respecto a lo sucedido.
"Al candidato de Scioli lo bajo Scioli porque no quería salir último en una interna en Capital antes de las elecciones", escribió a través de su cuenta de Twitter. De esta manera buscó despegar a la presidenta Cristina Kirchner de la decisión de excluir al presidente del Banco Provincia y hombre del sciolismo de las listas porteñas del FpV.
El mandatario bonaerense también habló esta mañana, evitó confrontar con el kirchnerismo, y señaló que dentro de su espacio están abocados a la gestión y a la candidatura presidencial.
Al candidato de Scioli lo bajó Scioli porque no quería salir último en una interna en capital antes de las elecciones.#nohablenmaspavadas
— Gabriela Cerruti (@gabicerru) marzo 8, 2015
Por Mariana Verón.
Sin candidato en el distrito que lo vio nacer políticamente, el gobernador bonaerense y candidato presidencial Daniel Scioli marcó ayer una nueva distancia con Cristina Kirchner .
Después de negar que fuera la Presidenta la que sacó a su delfín, Gustavo Marangoni, de la nómina para competir en las internas que definirán al postulante del Frente para la Victoria para pelear la jefatura de gobierno porteño, Scioli sorpresivamente evitó apoyar al titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, el dirigente de La Cámpora que eligió Cristina Kirchner para que represente a su espacio.
"Lo importante es que quede fortalecido el candidato del Frente de la Victoria", se desentendió el gobernador cuando le preguntaron en Radio El Mundo si tenía alguna preferencia por los cinco postulantes que finalmente terminó presentado el kirchnerismo porteño.
La falta de apoyo a Recalde sorprendió a algunos funcionarios del Gobierno, en función de que el resto de los anotados en la carrera poco tienen que ver con el sciolismo, sino todo lo contrario, como el sector de Nuevo Encuentro, de Martín Sabbatella, explícito adversario del gobernador bonaerense, que llevó a Gabriela Cerruti por un lado y a Carlos Heller por otro. Le quedan al mandatario provincial como opciones el subsecretario Relaciones con la Sociedad Civil, Gustavo López, de Forja, o Aníbal Ibarra, del Frente Progresista y Popular. De todas maneras, lo podría hacer explícito mañana, si es que se suma al acto que la Presidenta tendrá con Recalde en el aeropuerto de Ezeiza.
Scioli había arrancado la mañana con una desmentida. Salió a hablar para negar que la Presidenta hubiera decidido marginar al presidente del Banco Provincia, su propio candidato en suelo porteño. "¿Quién dijo que no permitieron? Yo no voy a responder a ninguna provocación política ni mediática", reaccionó para desmentir la tapa de ayer de Clarín, que publicó que Cristina Kirchner había sacado de competencia al sciolismo. "Marangoni, que es una persona inteligente, facilitó esto con su decisión. No era cuestión de que se bajaba, era una cuestión de responsabilidad", apuntó rápido el mandatario provincial para realinearse con la quinta de Olivos.
En rigor, el Gobierno, a través del diputado Juan Cabandié, que quedó a cargo del armado porteño, pidió a varios candidatos que bajaran sus postulaciones para dejar sólo tres nombres en la grilla. Él habló con Marangoni el viernes pasado y el sábado y sostiene que estaba todo acordado. Sólo le había dado un lugar poco expectante en la boleta de legisladores, a partir del séptimo lugar, que no convenció al sciolismo.
Lo mismo intentó Cabandié con Heller, que resistió, se declaró en rebeldía y mantuvo su postulación. Incluso armó con Ibarra y el Movimiento Evita una lista propia de candidatos para la Legislatura porteña, en claro desafío a las órdenes de la Casa Rosada.
"Al candidato de Scioli lo bajó Scioli porque no quería salir último en una interna en Capital antes de las elecciones", escribió Cerrutti por Twitter bajo el hashtag. "#nohablenmaspavadas". Su respuesta estaba centrada en la lectura que había hecho Clarín del cierre de las listas, pero de paso, abrió un nuevo escenario de confrontación con Scioli.
Anteayer, Scioli viajó a Río Negro, para asistir a la Fiesta Nacional de la Manzana, y lanzó desde allí un fuerte respaldo al senador Miguel Pichetto, candidato a gobernador.
Scioli viene de recibir un golpe por parte de Cristina, que echó a Juan Carlos Mazzón, histórico operador político del peronismo y su aliado. Él mismo lo había elogiado el sábado en Mendoza, durante la Fiesta de la Vendimia, provincia que fue el disparador para que la Presidenta le pidiera la renuncia. Allí Scioli dijo que Mazzón era "gran compañero, de una trayectoria y un fuerte compromiso siempre con la unidad del peronismo". En ese contexto llegó la tapa de Clarín. En una manera de poner paños fríos, planteó que "en la víspera del cierre de lista, todos hablan con todos, es normal"..